Día 17

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02 de Octubre de 2014

No recuerdo lo que había soñado anoche, pero recuerdo perfectamente lo que hice. Iba a decepcionar a Meredith si veía el nuevo corte que me había hecho en el brazo, aunque estuviera demasiado pequeño. No quería ver a nadie, no quería ir a la escuela, así que me quede en casa, no sabía qué hora era en la mañana porque aún no reparaban mi teléfono, entonces me quede dormido.

Solo recuerdo a mi madre en mi habitación diciéndome:

-Levántate, tienes que ir a la escuela.

Cerré los ojos con fuerza e irritación por la luz cuando la encendió. No quería levantarme, no quería hacer nada, solo quería estar en mi cuarto todo el día.

-Ya voy tarde, no me dejaran entrar a la clase. – dije con la voz ronca y algo dormida.

-Iras, yo iré contigo para que te dejen entrar. – respondió algo molesta.

Traté de convencerla un par de veces más pero era inútil. Mi madre era demasiado insistente y no se rendía hasta que ella tuviera la razón. Como yo, pero el doble.

Me levanté con la fuerza que no tenía y me cambié lo más lento que podía, no quería ir y eso no me motivaba.

Me subí al auto y todo el camino de mi casa a la escuela solo veía por la ventana mientras pasaba mis dedos lentamente por mis cortadas.

En la radio comenzó a sonar una canción que me recordó a Micaela, lo cual quería hacerme llorar. Quería llorar en ese mismo instante pero lo resistí para que mi madre no hiciera preguntas.

Y al mismo tiempo recordaba a Sallie, pero a ella nunca le fallé, nunca le hice nada más que quererla con todas mis fuerzas, y a cambio solo recibí dolor y mi corazón roto.

Con Micaela fue al revés, ella nunca me hizo nada y yo solo lastimé.

Aquella combinación era la peor para comenzar el día, y algo me decía que iba a terminar mal.

Entonces en ese momento comprendí que el amor no era para mí. Las relaciones no lo eran, no era bueno en eso, siempre resultaba lastimado yo o yo lastimaba a alguien. Y estaba cansado de esa mierda. Y a partir de ese momento decidí dejar el amor y arreglaría las cosas con las personas que decepcioné y que deje ir. Comenzando por Micaela.

Cuando llegamos a la escuela, mi madre habló con la maestra y al final si me dejaron entrar. Lo cual no tenía sentido porque solo faltaban 20 minutos para que terminará y todos nos fuéramos a casa, pero por lo menos no tendría falta.

Entonces Meredith me tomó del brazo y me llevó hacia la puerta.

-Dime que no lo hiciste de nuevo. – me dijo mirándome a los ojos.

Culpa otra vez. Me sentía peor en ese momento.

No dije nada, solo bajé la vista y voltee hacia los lados evitando su mirada. Quería llorar ahí, pero lo resistí.

Al final logré hablar con un nudo en la garganta.

-Lo siento, de verdad.

-¿Dónde te lo hiciste? – preguntó.

Me alcé la manga y se lo enseñé, estaba en el mismo lugar que los pasados que todavía no cicatrizaban.

Ella hizo una mueca, no de disgusto, sino de tristeza y lástima.

Volví a bajar la mirada y me bajé la manga. Deseaba desaparecer, que me tragara la tierra. Me sentía pequeño, que cualquiera podría pisarme. Sentía la mirada de Meredith en mí, era de decepción, me quemaba adentro y eso me hacía sentir peor.

Mi encuentro con Amanda Todd ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora