Día 8

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13 de Septiembre de 2014

Como todos los sábados, salí de mi casa para ir a la escuela al club de teatro.

La noche anterior la había pasado con mis primos. Dormí hasta tarde así que luche con fuerza que no tenía para levantarme y ducharme.

Al llegar a la escuela, habían varios chicos de otros clubes: de música, deportivos, ajedrez, entre otros. Los ignore a todos pasando por en medio de ellos para llegar a mi salón, porque empezaba la clase en 3 minutos, iba tarde como casi siempre.

Vi a Louis y a Gina.

Me acerqué a Louis, porque me daba timidez hablar con Gina. Si, era tímido, mucho.

-¿Ya le dijiste? – le pregunté en voz baja, lejos de Gina.

-No – respondió.

Giré los ojos y exhale en sentido de desesperación.

-Me dijiste hace una semana, sé que es difícil pero no demasiado. ¿Qué te ocurre?

-Solo no encuentro el momento.

-Eres un idiota.

-Lo sé.

-Pero de todas formas voy a dejarla por ti, porque eres mi amigo, aunque a veces siento que me paso de buena persona contigo.

-Gracias por eso.

Le di un golpe fuerte en el brazo.

-A ver si eso te da valor. – dije riendo pero con cierto tono de molestia y me aleje para entrar al aula.

No me importaba que Louis se fuera a quedar con Gina, me molestaba que no se armara de valor para decirle lo que sentía por ella. No era mi asunto, en parte, pero es desesperante que haya hecho algo que no había hecho nunca por nadie, y que no actúe. Así que en parte tenía derecho a estar molesto.

Al entrar al aula, el profesor estaba explicando ciertas desventajas que teníamos en el club. El subdirector de la escuela no admitía a más de 30 personas en el club de teatro, y éramos 43, así que se tuvieron que hacer audiciones, en ese mismo instante.

“¡La puta madre que los parió!” grité en mi mente.

Nunca antes había hecho audiciones, nunca. No sabía que debía hacer, lo único que podía hacer para era cantar (y no lo hacía tan bien).

Cuando llegó mi turno, ni siquiera había decidido una canción. Pensé en Amanda, al pensar en ella me hacía sentir mejor y tomar una buena decisión.

Subí al escenario. Conocía a los que serían los jueces, eran mis amigos, con eso sentía más confianza.

-Bien, Alech. Nosotros ya nos conocemos, así que no hace falta que audiciones para saber que tal actúas y muestras tu talento. Pero reglas son reglas, así que muestra un poco de lo que tienes. – dijo el profesor.

-Gracias. – dije con esa sensación de abejas asesinas en mi estómago. – voy a cantarles “Iris”.

Inhale y exhale. “Para ti, Amanda” pensé.

Perdí el sentimiento en mi estómago de las abejas asesinas al terminar de cantar. Solo vi como las miradas de los jueces (mis amigos) estaban en mí, no tan sorprendidas, pero si satisfechos, y entendí que les había dado lo que necesitaban. Y con eso me bastaba.

Sabía que no cantaba bien, pero era el suficiente talento que tenía para mostrar.

Me alegró que Gina no estuviera en el aula para verme, sino no hubiera podido cantar.

Mi encuentro con Amanda Todd ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora