Rostro del pasado

538 76 0
                                    

Capítulo 34: Rostro del pasado

Cat

     Gruño por el frío metal atravesando mi carne. Son demasiados y sin darme cuenta me han acorralado. Incontables laceraciones cubre mi cuerpo. Sostengo con fuerza mis espadas e intento hacerlos retroceder. Los carnivus han alcanzado un nivel de combate impresionante que ha suprimido mi energía con rapidez. Me siento agotada y el final de la batalla no parece ser próximo. No estoy segura si será por el cansancio o realmente siento que hay algo en el ambiente que de alguna manera ha favorecido a mis contrincantes. En
enfrentamientos anteriores su muerte era rápida, en cambio, ahora por más que sangran siguen manteniendo la misma vitalidad mientras que la mía mengua, y demás guardianes.
     Me desplazo con lentitud y torpeza alejándome una vez que una de mis espadas ha conseguido atravesar el corazón de uno de ellos, la sangre se desborda sobre su
pecho pero sus piernas ni siquiera flaquean solo su respiración se vuelve más acelerada, solo eso. Alzo mi otra espada y la deslizo muy cerca de la otra, atravesando de nuevo, su corazón. Un quejido sale de sus labios y es todo el daño que he ocasionado. Unos pocos segundos para impresionarme me dejan tendida en el suelo.
     Un vistazo a mí alrededor me confirma la derrota inminente que tendremos en cuestión de minutos. Los guardines estamos teniendo el mismo problema como si una droga se esparciera en el viento, debilitándonos. Regreso mi atención al carnivus que he herido de muerte pero que sigue de pie sacándose una de mis espadas
con una sonrisa victoriosa dibujada en el rostro.
     —Hoy hemos ganado —dice una voz gruesa emitida por sus labios. Él, es hombre fornido que respira con dificulta pero que sigue con vida, la espada en su corazón es como un pinchazo en el brazo.
     —Así parece —admito con el filo de mi espada colgando sobre mi cabeza. Apenas y alcanzo a esquivarla, ruedo por el suelo e intento barrer sus piernas con mis pies, solo consigo hacerlo tambalear. No es como si hubiera a donde ir con tantos carnivus
dispersos. El filo de la espada besa mi brazo, y baila de regreso a mi cuerpo. Dos pasos hacia atrás y evito que me raje parte del rostro. Tres pasos al frente e impacto mi puño contra su cara. Saco la otra espada de su pecho y la llevo a su cuello, de alguna manera se tiene que morir. Un tajo en la garganta lo hace ahogarse con la sangre y ponerse en pie al mismo tiempo. Esto no puede estar pasando.
     Le arrebato mi otra espada… y se ha quedado inmóvil. Lo puyo con la punta de la espada y en efecto es una estatua de carne y hueso.
     —Acaben con ellos —ordena una voz femenina y fatigada. No me sorprende que se trate de Selt, ella respira con dificultad. Ha utilizado toda su energía en detener a todos los carnivus que han invadido a Cirvius. Su cabello blanco humedecido por el sudor, y sus ojos carmesí extasiados de magia, un fuego azul se ondea en sus manos hasta cubrir sus brazos como tela de seda
que se desliza por su piel.
     Devuelvo mis espadas a mi espalda y dejo que mis garras tomen control de la situación desgarrando piel hasta que no queda nada de él. Hay un evidente cambio
en el ambiente, los guardianes se han levantado con fuerza para terminar con una amenaza que nos sobrepasa. Lo que sea que hayan hecho los oscuros con los carnivus conseguirán aniquilarnos si no encontramos como defendernos. No siempre estará Selt y su antigua
magia. Las bestias han perdido toda humanidad y como un festín la hierba se tiñe de sangre.
     Es impresionante ver como tantos humanos se han dejado seducir por los oscuros. ¿Qué le pudieron haber ofrecido para terminar siendo carnivus? Quizás nunca lo sepa.
     — ¿Te encuentras bien?
     Alzo la mirada para ver a Arcángel tan destruido por la batallo como lo estoy yo.
     —Eso creo —respondo abatida por los
acontecimientos.
     —Usaremos el portal que encontraste hacia la Ciudad de las Sombras.
     — ¿Nos vamos tan rápido? —pregunto. Un rápido reconocimiento me deja con múltiples heridas desde las piernas hasta los hombros. Unas ya se han cerrado y
otras están en proceso de sanar.
     —Puedes quedarte si gustas —dice y se da vuelta.
     Los estudiantes están siendo evacuados, todo guardián en minutos estará listo para abandonar este lugar. Es muy triste tener que darle la espalda a Cirvius, a Pétalos de Oscuridad. Son tantos recuerdos que
alberga mi mente y este será el peor de todos. Jamás pensé que llegaría el momento en que vería sucumbir a toda una ciudad, a mi ciudad.
     Voy tras él esquivando los destrozos humanos.
     —No se  presentado ningún oscuro —digo meditando la situación que encontramos al llegar. Solo carnivus que ya se habían alimentado de algunos estudiantes y profesores.
     —Han tenido pérdidas importantes en las últimas horas, deben estar reorganizándose —dice Arcángel
tomando rumbo hacia los calabozos que ocupan una buena proporción de los terrenos de Cirvius, ocultos debajo de las edificaciones.
     —Pues sí son rápidos organizándose —me quejo observando toda la muerte que se ha causado—. Ya que vamos hacia los calabozos buscaremos a alguien que se
encuentra detrás de la celda en que estuve.
     —Esos calabozos tienen años sin ser usados, no pudo haber nadie más allí —dice él.
     Acelero mis pasos y me detengo frente a él.
     — ¿Estas insinuando que estoy loca? —pregunto.
     —Que conste que son tus palabras no las mías —dice esquivándome.
     No me había fijado que Selt venía detrás de nosotros hasta este preciso instante. Ya algunos guardianes han comenzado a desaparecer de los alrededores por obra
de los Jumper.
     Ella se detiene frente a mí con el peso de tres siglos sobre sus hombros, y la tristeza cubriendo su carmesí mirada.
     —Comienza a usar tu magia Cat, si las cosas siguen sucediendo como lo que acabamos de vivir. Voy a necesitar de tus habilidades —dice con la voz agitada.
     —Eso fue impresionante —es lo único que alcanzo a decir.
     Pensar en que volvamos a estar en una situación de desventaja ante los oscuros me eriza la piel, y no es el miedo a morir por que ahora no existirá un retorno, no.
     Es por todo lo que estamos perdiendo en esta guerra de siglos por el capricho de una mujer. Todas las vidas que han sido sacrificadas, y las que faltan.
     —Sé que podemos lograrlo —dice Selt pero con poco entusiasmo en la voz.
     —Lo haremos. Solo queda Nariel como alguien influyente entre los oscuros —expreso no tan convencida de mis palabras. Tiene que haber alguien más detrás de
todo esto. Alguien que no hemos conocido.
     —Sí, en el cuerpo de Dulce —murmura Selt con culpa.
     —No fue tu culpa, lo que paso no es culpa de nadie —ella deja escapar un risita silenciosa—. Cada quien tiene un destino, el nuestro es mantener una guerra con color oscuros hasta que… no lo sé.
     —Mi destino es enfrentar a mi madre, hagamos lo que hagamos Sonia Riquelme va a regresar.
     Paso mi brazo por encima de sus hombros, en este punto de nuestras vidas hasta somos familia.
      —Para cuando eso ocurra no quedarán oscuros para recibirla —sentencio. Si es inevitable que esa mujer regrese del infierno donde se encuentra, sangrará como cualquiera de nosotros y todo el que sangre puede morir de nuevo.

***

     Cirvius ha sido evacuado en su totalidad. Intentamos recorrer la ciudad pero el exterior está dominado por los oscuros y por ahora no tenemos los recursos para
comenzar otra batalla. En ocasiones hay que saber retirarse, pero yo no pienso irme hasta encontrar al dueño de esa voz del otro lado de la pared de la celda.
     Necesito saber quién y es, y más importante aún qué sabe de mi pasado, y del pasado del demonio. Ya he recorrido varios pasillos de celdas y no encuentro en la que estuve. Me detengo en mitad de camino y miro a ambos lados. Preste muy poca atención cuando Bladimir me trajo hasta aquí.
     —Insisto en que esto es una pérdida de tiempo —repita Arcángel por… ya ni se cuántas veces ha dicho lo mimo.
     — ¿Estas segura de que no escuchabas la voz de un fantasma? —pregunta Sebastián.
     —Yo pienso que debemos irnos antes de que los carnivus de la ciudad vengan por nosotros —dice Maycol.
     Solo nosotros cuatro permanecemos en las instalaciones subterráneas de Cirvius. Mis dos amigos decidieron acompañarme en la búsqueda de esa voz, y Arcángel se ha quedado porque lo hemos obligado. Lo
mejor de momento es mantenerlo alejado de Reichel, y estoy segura que de regresar a la Ciudad de las Sombras hubiera encontrado la manera de llegar hasta ella sin ninguna supervisión.
     —Por aquí —digo mientras dirijo mis pies al pasillo de la derecha. Al final de este debería estar la celda en la que estuve, y detrás de ella el dueño de la voz—. Arcángel, ¿porque no nos cuentas que has recordado de tu pasado?
     Miro sobre mi hombro. Mis dos amigos han acorralado al demonio, uno a cada lado de él con un brazo sobre sus hombros. Arcángel esta tenso entre ellos dos.
     —No mucho, he visto demasiadas caras que no conozco —dice con los labios apretados.
     —Quizás sean todos nuestros amigos —opina Maycol.
     —Sí, todos los que fueron sacrificados en el círculo de sangre —secunda Sebastián.
     Sigo caminando, he tomado el camino correcto.
     —Yo no los mate.
     Antes de que algunos de mis amigos pueda responder lo hago yo.
     —Ya eso lo sabemos, fue en esta —entro a la celda y todo la pared en busca de algo que indique hay una pasadizo, pero ninguno de los ladrillos de piedra que la
conforman se mueve—. Hay que derrumbarla.
     Los tres se miran las caras como decidiendo si es una buena idea, no creen que pueda haber alguien detrás pero la voz venia de allí. Estoy segura.
     —Nos llevara demasiado tiempo —dice May.
     —Alguien viene —anuncia Arcángel mirando hacia el pasillo.
     Un estruendo me hace retroceder. Una nube de polvo nos ciega por un par de segundos y algunas voces provienen de alguna parte de los pasillos de los
calabazos. El polvo comienza a disiparse dejando expuesto la pared derrumbada. Me tengo que agachar para entrar al estrecho espacio que hay del otro lado.
     Todo esta tan oscuro, mis ojos se adaptan rápidamente e inspecciono el lugar. Un pasaje entre paredes algo muy propio de la época en que fue construido. El espacio es
pequeño apenas y una persona puede estar aquí dentro sin ninguna rendija que permita el paso de luz. Como un sepulcro.
     —Nunca pensé que volvería a ver tu rostro, hija —la sangre se me congela en las venas. No soy capaz de mover un solo músculo de mi cuerpo, quien está allí no
puede ser real. Él debería estar muerto, pero si al caso vamos yo también. Solo sus intensos ojos azules me recuerdan al hombre agresivo, machista y prepotente
que fue mi padre porque de su cuerpo solo queda un pvejestorio de huesos recubiertos por una piel tan arrugada que parece un cadáver momificado.
     —Cat sal de ahí —Sebas me toma del brazo y me arrastra fuera. Veo como Arcángel entra al estrecho espacio.
     —Es mi padre —digo sin poder creerlo. Me siento atrapada entre los recuerdos del pasado, entre momentos felices y los más amargos de mi vida—. Mi primer padre.
     Maycol ayuda Arcángel a sacar al vejestorio de hombre. Mi padre ni siquiera es capaz de sostenerse por sí mismo. Lo sacan hasta el pasillo.
     —Ya regreso por ustedes —dice Maycol antes de desaparecer con ellos.
     Respiro desesperada por oxígeno no se en que momento deje de llevar aire a mis pulmones.
     — ¿Cómo te sientes? —pregunta Sebastián.
     —Aterrada.

Secreto de la Rosa. Guardianes 5. Gato MágicoWhere stories live. Discover now