Identidad

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Capítulo 32: Identidad

Cat

     El portal de Cirvius da directamente con el laberinto de calabozos de la Ciudad de las Sombras. He recorrido una buena parte de celdas vacías que deberían estar ocupadas. Sus inquilinos: o se han escapado, o los oscuros han tomado control de la ciudad y los han tomado como parte de su secta. Me gusta la idea de que se han escapados y en base a ello termino por dar vueltas sin sentido y sin encontrar la salida. Nunca
imagine que el área de calabozos fuera tan grande, la vida siempre encuentra una forma de sorprenderme.
     Suelto un quejido, me hincado el pie con algo. Con una mano en la reja de una de las celdas y la otra inspeccionado mi pie derecho. La punta de un pequeño clavo oxidado encastrado en mi piel. Lo muevo solo un poco y el dolor se dispara por toda mi pierna. Lo halo en un solo movimiento, la sangre emerge cubriendo la planta del pie. Sigo caminando con la molestia de la
herida y la incomodidad del vestido con sangre seca. Las horas han pasado con lentitud, tanto que me parece la eternidad que no he vivido. Ni tiempo ni lugar de
cambiarme he tenido, en cambio, los oscuros al parecer tienen tiempo para todo y cada uno de sus maquiavélicos planes.
     Mis grandes deseos se mantienen firmes en la idea de que los oscuros no han conseguido perpetrar la Ciudad de las Sombras hasta que una criatura que no debería existir destroza todas mis ilusiones. Me detengo a observar el atractivo hombre que ha desperdiciado su vida convirtiéndose en un Carnivus. Me pregunto ¿qué tan mal puede estar una persona para alimentarse de su propia especie? El hombre que se encuentra a unos cinco pasos de distancia se encuentra tan lucido como cualquier humano que en este momento saldría huyendo al ver la anomalía de mis ojos. Pero él ya no es humano, y me dedica una media sonrisa que deja expuesta su hambre.
     Mi cuerpo está completamente sano y listo para recibir más golpes y heridas. Comienzo a sentirme como un saco de boxeo, por donde mire y donde me pare algún golpe es para mí. Y el suyo no se hace esperar, ni tiempo me da de quejarme por el dolor, sus intenciones son dejarme inconsciente sus puños intentan alcanzar mi cabeza de nuevo, consigo esquivar el tercer golpe con mi visión llena de estrellitas. Su puño se impacta contra mi
hombro y como el pasillo es tan estrecho para un hombre de su tamaño, fuerte y musculoso termino acorralada
contra una de las rejas.
     Su aliento golpeando mi rostro, su cuerpo inmovilizándome, y una de sus manos en mi pecho. Parece que su hambre ha tomado otro camino. Su mano aprieta uno de mis senos, masajeándolo. Su mirada se carga de un hambriento deseo, y solo puedo quedarme quietecita asimilando todo. ¿Cuándo iba a imaginar que un Carnivus podría excitarse con la comida?
     — ¿Esto realmente es necesario? —pregunto sin siquiera pensar. En respuesta la tela de mi vestido es rasgada, exponiendo mis senos cubiertos por un sostén de encaje negro.
     —Me gusta saborear mi comida —responde la voz gruesa del hombre. Se inclina contra mi pecho pero antes de que su lengua toque mi piel deja escapar un
quejido que se une al mío.
     Todo el aire de mis pulmones se escapa en un segundo, mi corazón se vuelve frenético mientras el Carnivus retrocede para separar lo que ha atravesado su
corazón y mi pecho. El filo de la espada se desprende de mi cuerpo y él lleva sus brazos a su espalda para intentar sacar la espada. La sangre comienza a brotar de su
boca.Me duele el pecho, mi propia sangre hace acto de presencia. El vestido apenas y se sostiene sobre mi cintura. Presiono la herida mientras el Carnivus cae al suelo, no consiguió sacar la espada de su pecho.
     — ¿Cómo llegaste? —la voz de Arcángel me hace mirar al final de este pasillo y muy seguramente el principio de otro.
     —Estoy bien, gracias por preguntar —digo de mal humor. Mi herida comienza a cerrarse. Paso por encima del Hombre, lo muevo y retiro la espada. Es un poco pesada, incomoda en mis manos o quizás es el tiempo que tengo sin manipular una—. A estas alturas de conocernos no deberías sorprenderte.
     Él si ha conseguido una muda de ropa, ahora va vestido de negro como todo guardián.
     —Estoy hablando en serio Cat, ¿cómo llegaste? —insiste, sus ojos grises recorren mi rostro y se detienen en mi pecho. Demasiada piel al descubierto.
     —Hay un portal en los calabozos de Cirvius que conecta con la Ciudad de las Sombras —respondo—. ¿Te gusta lo que ves?
     Él alza la mirada con lentitud. Un devorador silencioso e inexpresivo.
     —Si así fuera ¿qué? —replica con una malicia que detona su deseo. Tanto que intento evitarme y ahora no puede controlarlo.
     Me aproximo a él. No se mueve, me sostiene la mirada con cada respiro. Un paso más y descubriré hasta donde es capaz de llegar, si es que decide dejarse llevar. Ese paso no fue necesario, él cubrió el poco
espacio que quedaba entre los dos con una desesperación que nace en sus labios y le recorre el cuerpo. Una desesperación que calman mis labios entre los suyos, que incrementan una necesidad que nos
impide respirar. El calor de su cuerpo me abriga ajustándonos en una perfección inexistente. Mientras que sus manos recorren mi espalda las mías han
encontrado el camino a su cuello, me aseguro de que sus labios se mantengan justo donde están. Deleitándose con los míos. Un hormigueo placentero me
recorre el cuerpo. La distancia de sus labios me permite llevar aire a mis pulmones, pero la presencia de Alonso nos impide retomar tan febril beso.
     ¡Que inoportuno!
     Arcángel me libera como reaccionando ante sus actos. Sus felinos ojos van de mi hacia Alonso, justo donde se encuentra el Carnivus muerto. Después de huir de mí parece que decidió regresar a buscarme, y
encontró el portal al igual que yo.
     — ¿Te fuiste a justar tus pantalones para pararte ante mí? —pregunto sonriente.
     Alonso tiene el ceño fruncido pero se debe a mi comentario, si no a la presencia de Arcángel. Está celoso. En mis vidas anteriores nunca había presenciado
algo parecido, y justo ahora no significa nada para mí. Es que ni siquiera hubo tiempo de conocer a alguien más porque mi vida siempre se resumió en crecer, conocerlo a él, a mis amigos y morir para evitar el círculo de sangre.
     —He venido por el demonio —responde con los dientes apretados, y tengo la impresión de que esta como pidiendo permiso. Claro, seguramente piensa que
dejare que se lo lleve porque es el demonio que quiso esclavizarme.
     —El demonio no ira a ningún lado —replico.
     — ¿Están hablando de mí? —pregunta Arcángel contrariado. Al parecer esta tan perdido como lo estuve yo hace meses cuando mis memorias decidieron hacer
una fiesta de recuerdos en mi cabeza.
     —Quizás no lo sepas pero él ha sido el causante de la muerte de todos tus amigos —dice Alonso con rabia, la tensión en su mandíbula es el reflejo de su ira.
     —Fíjate que en eso te equivocas. El único responsable de la muerte de todos mis amigos y de mis padres en el pasado, eres tú —suelto conteniendo una ardiente ira que desborda por mis poros. En esta vida
Alonso se ha encargado de sacar lo peor de mi—, y este demonio, no va a ir a ningún lado.
     —Yo no soy un demonio —dice Arcángel exasperado.
     —Si lo eres —grita Alonso—. Eres el hermano mayor de Sonia Riquelme, el hijo de un demonio lo que te hace ser lo mismo. Y vas a regresar al lugar al que perteneces
que no ese cuerpo que estas ocupando.
     — ¿Realmente crees que estas en condiciones de llevártelo? —Pregunto pero no le doy tiempo de que responda—, parece que te han dado una buena paliza mental. Te vez como débil, como enfermo. ¿Me dejaste en los calabozos para irte de fiesta? Porque hasta hace unos segundos pensé que huías de mí.
     —Tu amigo Sebastián ha incrementado sus habilidades —responde con los dientes apretados.
     Su actitud es extraña, quiere llevarse al demonio pero no hace nada para conseguirlo ¿qué está esperando?
compañía, quizás.
     —Entonces debo suponer que no tienen el libro.
     —Ni lo tenemos nosotros ni lo tienen ustedes —la voz de Sasha viene del otro extremo lo que nos hace estar atrapados entre dos oscuros. Mira por encima de mi
hombro.
     —¡Querida prima! No te ves nada bien—le saludo.
     Alonso no tiene heridas visibles pero ella tiene algunas pocas. Ser la heredera del círculo de sangre no le ha dado la habilidad de una bestia para sanar.
     —Tú no te ves mejor que yo —replica ella.
     Sonrió. Bajo la mirada para observar mi atuendo, mejor dicho lo que queda de mi vestido. Los tirantes aún se mantienen sobre mis hombros, pero la parte de
adelante ha sido desgarrada por completo. Por lo menos los chicos tienen una muy buena vista. También hay mucha sangre seca en la tela y sobre mi piel.
     — ¿Eres el respaldo del cretino que tengo de este lado? —señalo a Alonso.
     —Solo queremos al demonio —dice mi prima. Es gracioso ver a alguien con tanto poder intimidado por alguien que ya no posee las mismas capacidades que antes. Bueno, las cosas han cambiado un poco sin explicación pero sí que han cambiado—, lo tomaremos y abandonaremos la ciudad. Él es un ser oscuro que se ha alimentado de cada una de las muertes que se han
realizado en cada circulo de sangre. Que este a tu lado en el cuerpo de un joven atractivo no quita lo podrida que esta su endemoniada alma.
     —Tienes razón —admito. Ella se sorprende—. Pero en esta vida me conviene más tenerlo de mi lado que en el tuyo. Así que si lo quieres lucharas por él.
     Un estruendo hace temblar los calabozos y me atrevo a decir que cada rincón de La Ciudad de las Sombras, puedo sentir como las protecciones mágicas se han quebrantado como romper un espejo, cayendo a pedazos.
     ¡No puede ser que los oscuros hayan tomado la ciudad!
     —El demonio vendrá con nosotros por su propia voluntad, no será hoy pero lo hará —sentencia Sasha antes de ser tragada por la oscuridad. Cuando busco a Alonso es porque ya se ha ido por el laberinto de pasillos como el cobarde que siempre ha sido.
     Arcángel se precipita por el pasillo por el que ha llegado, y me pongo en movimiento detrás de él pero antes de que pueda alcanzar la recepción me detengo. Permito que él continúe, mientras me desvió hacia la zona del comedor. De allí proviene una fuerte energía que estoy segura es lo que ha interrumpido la magia de los guardianes. Las alteraciones de una discusión llegan
a mis oídos así que me pego contra la pared lo suficientemente cerca de una de las ventanas, tengo que inclinarme un poco para poder mirar hacia el interior. Las
complicaciones de ser bajita.
     El comedor es un desastre, todo el inmobiliario ha sido destrozado y en el centro se encuentra una Reichel
enfurecida rodeada de un círculo hecho de cuerpos, la sangre cubre sus manos y su ropa como quien se da un festín. El olor de su cuerpo es el mismo que desprende
una persona de avanzada edad, el olor de la vejez mezclado con sangre.
     —Mantente concentrada —le grita Sasha desde algún lugar del comedor. Percibo su olor pero mis ojos no la encuentran—. La ciudad es casi nuestra. Si el círculo de
cierra antes de tiempo perderemos todo.
     —Tanils se ha ido, sé que está muerta —replica Reichel.
     La energía viene del suelo, donde la sangre se ha derramado y donde asumo debe haber símbolos alimentándose. Ella es como un ancla en este mundo pero, ¿de quién?
     Me agazapo contra el suelo y gateo hacia la puerta. La escucho ahogarse en el llanto, y a Sasha ordenándole permanecer dentro de círculo. Las puertas entre juntas, abro una de ella con sumo cuidado, con mi
pecho contra el piso inspecciono la zona y la encuentro. Sasha está justo al final de la estancia, sin poder acercarse a Reichel. Toda esa energía, esa magia que rodea al primer gato mágico parece ser tóxica para mi prima. Gateo al interior y me ubico detrás de un montón de sillas y mesas, mejor dicho lo que queda de los
muebles del comedor.
     —La mataron —se lamenta Reichel cayendo de rodillas, sus manos contra el suelo y se inclina como una reverencia postrada en el suelo.
     —La traeremos devuelta —la consuela Sasha desde la distancia.
     Encuentro un buen trozo de madera. Perfecto para ser lanzado, solo necesito un poco de impulso y que mi objetivo decida ponerse en pie.
     — ¿Estas segura de que Arcángel vendrá? —pregunta Reichel levantándose con lentitud.
     —Lo hará.
     Su palabra es un atrayente imán, las voces de Frank, Eloy y Arcángel son una mezcla exasperante que está por llegar. Vienen en busca de una damisela en peligro, percibo sus pasos apresurados. En uno, dos, tres, cuatro… han llegado y salgo de detrás de los escombros de madrea y metal, lanzo la tabla. Reichel sale dando
vueltas fuera del círculo. Sasha intenta correr hacia mí pero el orificio negro que es el círculo de cuerpo se encuentra en medio de nosotras.
     — ¿Por qué la has golpeado? —me reclama Frank yendo a donde se encuentra su novia inconsciente y sangrando. Ni siquiera me molesto en darle una respuesta. Me es más importante observar como el
círculo se traga los cuerpos de los muertos que lo ha conformado, como una boca oscura con filosos dientes que emergen del piso para tragárselo todo. Los huesos y la carne está siendo triturados por el suelo, el sonido hace que se me descalabre el cuerpo. Uno a uno los cuerpos van desapareciendo en un charco de sangre. Hasta tengo nauseas. ¡Uy que desagradable!
     — ¿Cómo detenemos eso? —pregunta Eloy detrás de mí.
     —Necesita alimentarse de un ser vivo —responde Sasha al tiempo que lanza un látigo de magia que se enrosca en el pie de Arcángel haciéndolo caer al suelo y arrástralo hacia el orificio de negrura. Las garras del tigre emergen y se clavan contra el piso pero sin éxito alguno para sostenerse.
     —Eloy sostenlo —ordeno. Imito el látigo de mi prima y para sorpresa de ambas la magia responde ante mí. Mientras ella sostiene a Arcángel con el suyo y se
impulsa hacia atrás para llevarlo a una muerte segura, mi látigo ata sus dos pies y la hace caer. La jalo hacia el orificio pero arcángel esta más cerca y una negra garra
emerge y se clava contra su pierna reclamando su sangre y su carne. El gruñido del tigre hace temblar las paredes.
     —Frank ayuda a Eloy —le grito.
     Retrocedo con el peso de mi prima atado a una delgada cuerda de magia violeta que emerge de mis manos. La escucho gritar que no en repetidas ocasiones pero mi concentración esta en cerrar ese círculo con su vida.
     La arrastro hasta que ya no puede sostener más a Arcángel con su látigo y su cuerpo está prácticamente mitad dentro de la negrura del círculo y mitad fuera. Aflojo mi agarre y ella intenta retroceder con
desesperación pero los chico consiguen alejar al tigre con alarmantes heridas en las piernas y lo que sea que es esa negrura comienza a alimentarse de ella. Devora
sus piernas en segundos en medio de sus gritos agonizantes. De todas las muertes posibles nunca imagine tener que ver a Sasha siendo devorada por una negrura. Sus últimos gritos despiertan a Reichel, pero para cuando ella se levanta por completo del suelo no queda nada. Ni rastros de quienes fueron sacrificados
para ese círculo, ni rastros de Sasha. Como si nunca hubieran existido.

Secreto de la Rosa. Guardianes 5. Gato MágicoWhere stories live. Discover now