Libro Riquelme

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Capítulo 10: Libro Riquelme

Dulces

Espero temerosa con los ojos cerrados que los dientes del chico se claven en mi piel, a la espera de la muerte cuando escucho como algo se estrella contra la pared. Abro los ojos de golpe y nadie está encima de mí, lo que me hace recuperar el aliento. El chico que me ataco se levanta con dificultad del suelo mientras que un enorme lobo se encuentra en medio, protegiéndome. El rugir hace que me tape los oídos, sus colmillos totalmente visibles. Con el corazón en la garganta ruedo hasta conseguir pegar mi espalda contra la pared. Siendo testigo de una batalla sangrienta.

El lobo se lanza sobre el chico, quien batalla con furia intentando apartar al lobo de encima de él y lanzándolo contra la pared. El aullido del lobo me ensordece, pero son solo unos segundos de debilidad y vuelve contra el chico, encajando sus colmillos en una de sus piernas. Fuertes pisadas se acercan, en menos de un segundo tres lobos aparecen y se unen a la diversión, cuatro lobos enfurecidos destrozan al chico, dejando parte de su cuerpo esparcido, la sangre oscura casi negra corre por el suelo como si tuviera vida propia.

Los lobos vuelven a su forma humana, y dos de ellos son los padres de Julieta, uno de ellos me es desconocido y quien impidió que me lastimaran es ese mismo joven de hace un par de horas, Sergio.

La señora Julia se acerca a mí y me abraza con fuerza. El resto va hasta donde se encuentra el cuerpo de joven lobo muerto.

—¿Estas bien? —pregunta con preocupación.

—Si —mi voz sale temblorosa.

—¿Que paso Dulces? —pregunta Gustavo, tratando de comprender lo que ha ocurrido.

—Iba a de regreso a la tienda, tome este callejón y sin darme cuenta me encontré con esa cosa alimentándose del lobo —señalo al chico tirado en el piso.

—La escuche gritar, por eso vine —dice Sergio— cuando llegue casi la mata.

—No entiendo como paso esto —dice el otro hombre lobo —la vigilancia se ha incrementado y no había ningún Carnivus en la zona.

—Llevare a Dulces a casa —anuncia la señora Julia.

Lo que agradezco, solo quiero alejarme, estos últimos acontecimientos me tienen absorta además de lo que me ha dicho Sergio. Es demasiado para un solo día.

—Nosotros nos encargaremos de los demás —se despide Gustavo.

De camino a la casa, las calles siguen igual que hace unos instantes. Nadie parece percatarse de lo sucedido. ¿Qué extraño?

Ya en la casa señora Julia insistió en acompañarme hasta la habitación, no se quedó tranquila has que me recosté en la cama y tome un té amargo, que supuestamente era para calmarme. Pero los recuerdos me lo impiden, presenciar lo del callejón ha traído una imagen escabrosa de mi hermano. Los carnivus son una maldición de los oscuros.

Todo es muy extraño, nadie pareció darse cuenta de lo que ocurrió. Los guardianes estaban demasiados sorprendidos, la verdad es que las últimas semanas la seguridad se ha intensificado y aun así ni ellos detectaron al carnivus, y ahora hay un joven lobo muerto. Además está ese chico; era diferente a los que vi en San Lorenzo. Aquellos eran más lentos y no parecían tener voluntad propia; más bien eran como títeres, en cambio este chico parecía ser más humano. Seguramente si lo hubiera visto caminar por las calles unos minutos antes jamás me hubiera imaginado que fuera un carnivus.

¿Qué demonios está pasando?

Tendrá algo que ver con lo que me ha pedido Sergio. A lo mejor ya los oscuras saben que ese libro estará en la tienda de antigüedades, y esto solo ha sido una advertencia.

***

Un nuevo amanecer ha traído a la tienda de antigüedades nuevos libros, entre ellos uno cargado de maleficios. Ni siquiera me permitieron tocarlo, la señora Julia lo ha dejado oculto entre uno libros antiguos al final de la tienda.

El libro de la familia Riquelme ahora está aquí, y debo impedir que llegue a mano de los oscuros. Me tiene un poco nerviosa la tranquilidad que se refleja del otro lado de la calle. Lo que ocurrió el día de ayer no ha transcendido como lo hizo la noticia de la muerte de aquel guardián. Pero si he visto a uno que otro guardián pasearse por las calles.

En lo que va de mañana solo tres personas han visitado la tienda, y solo una se ha llevado un libro sobre unas extrañas plantas y sus beneficios en la magia.

Pero fuera de eso no esperaba ver a Sergio. Atraviesa las puertas de la tienda con una mujer de piel oscura y ojos naranja.

—Buenos días, Dulce —dice acercándose al mostrador—. Ella es Marta.

—Hola Dulces —dice la señora.

—Hola —murmuro un poco desconcertada por la presencia de esa bruja. No es que me de mala espina, son sus ojos tan vivos en un tono naranja. Enigmáticos y extraños.

—He traído a Marta para que coloque un hechizo en el libro, en caso de los oscuros den con su paradero —explica Sergio.

—¿La señora Julia y su esposo saben de estos?

—Por supuesto querida, nadie quiere que ese libro caiga en las manos equivocadas —dice Marta.

Tiene razón, ese libro es un peligro. Le paso seguro a la tienda y los guio al final de la tienda, donde un estante se alza hasta el techo lleno de libros. me subo a una escalera y alcanzo la negra caratula entre otras muy parecidas. Es la primera vez que lo toco e inmediatamente lo dejo caer. La energía que emerge de ese pesado libro me ha dejado Dormida la mano. La señora Marta lo recoge pero no con sus manos, lo hace levitar frente a ella. Sergio me ayuda a bajar de la escalera.

—Este libro no llegara a manos de Nariel ni de Tanils —asegura la señora. Lo que hace es impresionante, unos destellos naranjas emergen de sus manos alcanzando el libro, al principio es como si l caratula negra se resistiera ante la magia de esa mujer pero después de unos minutos los destellos naranja son absorbidos por el libro.

—¿Y eso es todo? —pregunto al ver que lo eleva hasta colocarlo en el mismo lugar del que lo retire.

—Es todo lo que puedo hacer —expresa Marta agotada, como si el libro hubiera mermado sus fuerzas.

—¿Sera suficiente? —pregunta Sergio.

—Eso espero —dice la mujer. Voy por un poco de agua, ella se ha puesto pálida de repente. Cuando estoy de regreso con el vaso de agua Sergio la sentado en el mueble que está en la entra de la tienda.

—Hay algo que no entiendo —digo mientras le entrego el vaso—. Es el libro de las Riquelme, ella son malvadas pero Selt es buena. Entonces, ¿porque no se lo entregamos a ella para que lo esconda o lo destruya?

Marta se toma el agua con una mirada agudizada en el joven lobo que parece un poco inquieto ante mi pregunta. Para mí eso sería lo más indicado.

—Yo también me he hecho esa misma pregunta —argumenta Marta.

—No se lo vamos a llevar a Selt, ella está teniendo muchos problemas con las gemelas, Cat en la ciudad de las sombras y con sus propias hermanas —siento que lo que dice son solo excusas— además, si lo llevamos a Cirvius corremos el riesgo de perderlo antes de llegar allá. Lo mejor es que permanezca aquí.

Minutos después me dejan a solas con el peso de un libro maldito a mis espaldas.

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Capítulo actualizado, saludos.

Secreto de la Rosa. Guardianes 5. Gato MágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora