Capítulo XXVIII: Escena del Crimen

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     Dos largas semanas pasaron sin novedades. Sin ataques. Sin personas akumatizadas. Sin que Revenge Bug apareciera para causar disturbios, y sin que Adrien pudiera justificar ante su padre ese deseo imperioso de escapar de su prisión.

Gabriel Agreste se negó rotundamente a permitir que su hijo asomara siquiera la nariz por los ventanales de su habitación. Luego del caos de Revenge Bug, del ataque de Plume Mortelle a la escuela y del diagnóstico desesperanzador del doctor que atendía a Chloé Bourgeois, Gabriel decidió que sólo Nathalie podría hablar con Adrien, desde el otro lado de la puerta.

El único consuelo que Adrien pudo haber tenido, fue conservar el móvil. Eso, si no hubiera estado demasiado preocupado por la situación en general. Sus pensamientos no podían inclinarse en la dirección positiva que Marinette sugería en cada mensaje de texto, en cada nota de voz, en cada videollamada. Era imposible. Adrien sólo mantenía la mirada fija en cada pantalla que tenía en su alcance, como si eso hubiera cambiado en algo. Tal vez, en el fondo, deseaba que alguna arrojada una buena respuesta. Una esperanza. Algo distinto a todos los comentarios de apoyo que llegaban al Ladyblog. Alya no había dejado que ninguno escapara sin recibir una respuesta. Tal vez, ella también esperaba lo mismo.

Ningún comentario parecía haber sido hecho por la persona a la que ellos deseaban encontrar. Y, si así había sido, era imposible descubrirla.

El ardor en su cuello comenzó a volverse insoportable al remontar el inicio de la tercera semana. Gabriel no parecía prestar atención a la manía que Adrien tenía de usar cuellos de tortuga con más frecuencia. Después de todo, las manchas enrojecidas no siempre aparecían con tanta intensidad. No siempre se marcaban con ese color púrpura en algunas zonas. No siempre daban la impresión de ser algo cancerígeno.

El encierro fue terrible. Tanto, que aquel lunes se levantó con el mal humor más intenso que cualquiera hubiera podido pensar que podía atacar a Adrien Agreste. Se levantó de la cama y arrastró los pies hasta el baño. Al mirarse en el espejo, descubrió lo que temía. Lo que vio venir desde el momento en que el ardor lo atacó durante la noche. Las manchas se esparcían por su cuello, como las marcas de un estrangulamiento. Ardían al contacto y soltaban pequeñas gotas de sangre. Sus ojeras estaban más marcadas que nunca. Sus ojos, irritados. Su piel, pálida. Su cabello empezaba a perder su brillo. Su mirada enloquecida desapareció sólo cuando se tomó unos segundos para respirar.

—Eso no se ve nada bien...

Recibió de mala gana la voz de Plagg. Sólo se dispuso a desnudarse para entrar a la ducha, deseando que eso no hiciera arder su cuello.

Cuando salió de la ducha, volvió a cubrirse con un cuello de tortuga. Se tomó su tiempo para secar y peinar su cabello, deseando que eso le devolviera un poco de vida. Lo único que consiguió fue sentir las náuseas que se transformaron en un vómito que lo mantuvo al pie del excusado por un buen rato.

Plagg insistió.

—Niño, no estás bien.

—Mi padre no puede saberlo —respondió Adrien—. Se pasará...

—Por supuesto que no puede. No podemos decirle que estás akumatizado, si no quieren que sepan quién eres tú.

—Plagg...

—Eso que tienes en el cuello sólo puede ser un akuma, igual que el que infectó a Marinette. Tengo que llevarte con el Maestro. Tenemos que decírselo a Tikki y Marinette. Si empeoras y el akuma llega a tu Miraculous...

—¡Estaré bien! No te necesito...

—Eso también lo está provocando el akuma. Tienes que salir de este lugar. El encierro te está enloqueciendo porque Le Papillion...

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⏰ Last updated: May 15, 2019 ⏰

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Miraculous: El Akuma IrreversibleWhere stories live. Discover now