Capítulo XI: Invitación Inesperada

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     Ladybug corría a lo largo de un oscuro callejón sin salida, topándose con la desagradable sorpresa de que Coeur Brisé la esperaba justo frente a ese muro cubierto de musgo y humedad. La chica del traje rojo salió disparada hacia atrás cuando Coeur Brisé extendió una mano hacia ella, esbozando una sádica sonrisa. Desplomándose en el suelo, Ladybug echó mano de su yoyo y comenzó a girarlo en un vano intento de parecer un poco más intimidante que su rival.

—Se terminó, Coeur Brisé —sentenció Ladybug—. Debes tener alguna debilidad, y voy a descubrirla.

— ¡Ella no tiene debilidades!

Ladybug apenas pudo reaccionar cuando aquel trozo de escombro cayó por poco encima de ella. La voltereta que dio hacia atrás no tuvo un buen aterrizaje, desestabilizándola ligeramente y haciéndole buscar el soporte de la escalera de incendios de uno de los edificios que la rodeaban. Contuvo la respiración al escuchar la risa de Volpina, y su ira fue en aumento cuando vio a su némesis posarse a un lado de Coeur Brisé. Ambas villanas intercambiaron miradas de complicidad y adoptaron posiciones de pelea. Ladybug hizo otro tanto.

—Volpina... —dijo la chica entre dientes—. Sabía que estas ilusiones tenían una explicación.

Volpina rió de nuevo, disparando la ráfaga de plumas de cuervo que acribillaron a Ladybug. La chica cayó de bruces en el suelo, percatándose de que tres plumas se habían incrustado en su estómago. Intentó sacarlas de las heridas, pero sus manos pronto fueron apresadas por más plumas que se incrustaron en sus nudillos para mantenerla sujeta al suelo.

Miró hacia arriba con impotencia, descubriendo la presencia de su verdadera rival.

Plume Mortelle.

La risa de aquellas tres enemigas originó un escalofrío que recorrió a Ladybug de pies a cabeza, aumentando al escuchar la voz de la mujer que poseía las alas de cuervo.

—Es hora de terminar con esto, inmundo insecto —dijo Plume Mortelle—. Di tus últimas palabras.

Aquellos pasos se escucharon justo detrás de Ladybug. Ella no pudo girarse. Tan sólo sintió que aquella mano enfundada en un guante blanco se colocaba sobre su cuello. El Cataclismo comenzó a corroer su piel, causando que la sangre se encharcara debajo de ella. Sus ojos comenzaron a cerrarse. Su mundo se oscureció. Y la voz de Plume Mortelle fue lo último que ella pudo escuchar.

—Bien hecho, Chat Blanc... Lindo gatito.

Marinette despertó de golpe, sintiéndose un tanto sobresaltada. Se incorporó velozmente, despertando el sentido de alerta de Tikki al apartar las sábanas con semejante violencia. Con la respiración agitada, la chica bajó los pies de la cama para pisar el suelo frío que pronto le dio un poco de calma. Cubrió su rostro con ambas manos por un instante, percatándose del sudor frío que cubría su piel, y pasó sus dedos por encima de su cuello para asegurarse de que todo realmente había sido un mal sueño.

—Qué pesadilla... —musitó.

Tikki, expresando una mueca de angustia, revoloteó para situarse frente al rostro de su amiga.

— ¿Te encuentras bien, Marinette?

La chica asintió.

—S-sólo fue una pesadilla... Descuida, Tikki.

Intentó esbozar una sonrisa que sólo pudo ser sincera cuando pasó su mano por su cuello por última vez. Miró entonces hacia la ventana, sorprendiéndose al descubrir que el sol se mantenía oculto tras las nubes grises a pesar de que el reloj en su móvil marcaba que faltaban poco menos de treinta minutos para que iniciara un nuevo día escolar.

Miraculous: El Akuma IrreversibleWhere stories live. Discover now