Capítulo VIII: Plumas de Cuervo

363 37 5
                                    


¡Hey, hola! Les dejo en Multimedia una canción para que escuchen mientras leen. Es The 5th, de David Garrett. ¡Que disfruten el capítulo!


     A pesar de sus heridas, Chat Noir encontró la fuerza dentro de sí para levantarse y colocarse a un lado de su compañera. Ladybug lo miró por el rabillo del ojo, dándose cuenta de algo crucial que no podía pasar por alto si en realidad valoraba la compañía y la existencia del gato negro. Y de la persona que se ocultaba detrás del antifaz.

El muchacho, quizá adivinando los pensamientos de su compañera y luchando contra el dolor que le causaban las heridas por debajo del traje y que ardían de la misma manera que mil cortadas hechas con papel, le devolvió la mirada.

—Será mejor que ni siquiera lo pienses, mi lady —dijo él—. No voy a abandonarte.

Ladybug separó los labios para responder, pero Plume Mortelle le robó las palabras de la boca al decir con cierto toque de malicia:

—Admiro tu valor, Chat Noir, pero te sugiero que no hagas promesas en vano en este momento. Justo ahora, ambos están a mi merced.

Dicho aquello, Plume Mortelle extendió sus alas y se elevó en los aires, girando sobre sí misma a gran velocidad para crear un torbellino de plumas que voló a toda velocidad hacia sus contrincantes. Ladybug tomó a Chat Noir por el brazo para llevarlo consigo al emprender el escape, dejándolo en un rincón seguro para luego impulsarse de nuevo y dirigirse a toda velocidad hacia la mujer de las alas. Concentró toda su fuerza en su puño y se preparó para asestar el golpe, impactándose contra el campo de fuerza que se desprendió del cuerpo de Plume Mortelle. Su mano, aullando de dolor, permaneció incrustada en el campo de fuerza durante un par de segundos. Riendo con malicia, Plume Mortelle realizó un estilizado floreo con la mano izquierda para retirar el escudo. Ladybug cayó en los brazos de Chat Noir, quien tuvo que correr a gran velocidad para atrapar a la chica.

Estando de nuevo en tierra firme, Ladybug cada rincón de su mano. El traje seguía intacto, sin un solo rasguño, a pesar de que sentía que sus nudillos lanzaban fuertes punzadas de dolor agonizante. Con la respiración agitada, miró a su compañero.

Ambos se habían quedado sin palabras.

Y a pesar de ello, Ladybug no podía simplemente quedarse con los brazos cruzados.

Intercambiando una mirada de complicidad con Chat Noir, la chica volvió a la contienda a toda velocidad. Utilizó su yoyo para elevarse de nuevo en los aires, logrando esquivar todas aquellas plumas afiladas que se desprendían de las manos de Plume Mortelle. La suerte acompañó a la chica del traje rojo hasta llegar a una montaña de escombros en la que pudo mantenerse en pie. Lanzó entonces su yoyo hacia un trozo de concreto lo suficientemente grande y pesado como para utilizarlo a manera de proyectil. Hizo girar su improvisada arma a toda velocidad, lanzándola finalmente en contra de su rival. No contaba con que Plume Mortelle cubriría su cuerpo con sus alas, creando una burbuja impenetrable de color púrpura que la mantuvo a salvo hasta que el bloque de concreto se impactó contra ella y se convirtió en un montón de cenizas.

Al desaparecer la burbuja, Plume Mortelle voló a toda velocidad hacia Ladybug para tomarla por el cuello. Sin reparo alguno, se elevó de nuevo en los aires sin dejar de presionar la garganta de su contrincante. Estando a aquella altura, cualquier caída sería letal.

—Y es así como queda demostrado que no eres más que un insecto inútil, Ladybug —sentenció Plume Mortelle—. Ahora tomaré el Miraculous, si no te importa.

Miraculous: El Akuma IrreversibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora