Estar frente a la puerta de mi casa analizando si es buena idea ir en un día como este a la escuela, o simplemente quedarme durmiendo plácidamente en mi cama que sigue caliente. Miroku se fue hace cinco minutos sin siquiera darme una mirada, desde la carrera está distante y algo pensativo. Supongo que la chica si hizo que analizara su vida con ponerle una pistola en la frente.

Me decido por no faltar a la escuela por lo que abro mi paraguas y me cubro con el saliendo de casa. Las calles están desiertas ya que nadie quiere caminar hoy, todos quieren estar resguardados bajo la calefacción de un auto, pero míreme aquí, caminando como todo un héroe, o como todo un masoquista.

Yo no tengo problemas en ir a la escuela caminando, ya que, mi casa solo queda a veinticinco minutos caminando, y eso, que suelo caminar rápido. De hecho, queda un tanto lejos si lo ponemos así.

Aprieto mis labios sujetando mi paraguas al mirar un auto que se me hace vagamente conocido. Claro, como olvidar ese auto.

El auto de Kagome Higurashi.

Veo que va en dirección al instituto y mi caminar se hace más rápido, lo último que quiero es ver a Miroku muerto por alguna chica peligrosa que le voló las pocas neuronas buenas que le quedaban.

Muero mis labios en un acto de nervios. Bien, Kagome Higurashi es la primera mujer en hacerme sentir pánico. Por lo general solo soy tímido, un tanto idiota al no saber cómo tratarlas, pero ella está a otro nivel, una liga totalmente diferente. Y es raro, a pesar de sentir tanto ¿Miedo? Por ella, me siento intrigado sobre todo lo referente a Kagome Higurashi.

Cuando llego fuera del instituto está abarrotado de personas que al parecer miran algo con mucho interés. Corro rápidamente. Que no sea Miroku. Que no sea Miroku. Que escuchen mis súplicas y no hayan dejado su trasero pálido.

Me abro entre el mar de estudiantes que miran una escena con mucho interés. Cuando llego respiro, pero luego mi respiración desaparece. Jodido idiota me naciste Miroku.

Al parecer la cosa no va con él, pero si con su mejor amigo quién está en el suelo y el pie de Kagome pisa su entrepierna. Eso debe doler como el demonio.

—Veamos—dice ella con esa sonrisa que carece de felicidad, pero que está llena de malicia—¿Eres Renkotsu?—pregunta ella con total tranquilidad en su tono de voz. Unas cuatro chicas están dándole el espacio que necesita Kagome para al parecer torturar al mejor amigo de mi primo.

Entre las cuatro chicas que mantienen una pistola en mano encuentro a la tímida pelirroja del otro día, pero que ahora con esa arma en mano me parece de todo, menos tímida. ¿Acaso ellas se olvidan que están en un área de estudio?

—Yo...

La voz de Renkotsu se pierde haciéndole ver como un pendejo. ¿No que eras muy valiente amigo? Al parecer solo hace la presencia de esta señorita para saber que delante de ella, hasta el más valiente cae rendido del miedo.

—Eres un cobarde, entonces eres Renkosu—ella mira a un chico y este tiembla—necesito una silla, estás botas son nuevas y no las quiero arruinar—en menos de un parpadeo aparece una silla frente a ella. Ella le da la vuelta hasta sentarse ahorcadas de la silla y su mano reposando de manera despreocupada en el espaldar.

—No sé nada, lo juro—otra vez esa maldita sonrisa.

—Oh, él sabe algo, Kagome—dice una chica muy parecida a ella.

—Hazlo hablar rápido, tengo una cita pronto—anuncia una castaña.

—Calma fiera—ella le da una mirada a Renkotsu que lo hace sentarse—¿me dirás lo que quiero saber o tengo que sacarlo a la fuerza?—pregunta con tranquilidad.

¿Piensa hacer igual que a Miroku? Esta chica está loca, lo más probable es que algún amigo de Miroku haya llamado a la policía, ellas portan armas de fuego, no es para jugar lo que están haciendo. ¿Estás chicas tendrán algún concepto de hacer las cosas sin llamar la atención y usar la violencia? Me temo que al parecer no.

—Yo... Soy nuevo, lo juro. Ellos solo me encargaron que divulgara esa información, nada más. Lo siento, no quería hacerlo, pero necesitaba entrar—ella muerde sus labios y hace una pose de estar pensando algo.

—Quiero un nombre—Renkotsu niega y veo al director Totosai salir y mirar la escena.

—¿Qué demonios haces aquí? Se te prohibió la entrada a este lugar ¿O acaso lo olvidaste?—pregunta él mirándola a ella.

—Estoy frente a tu asqueroso instituto, así no que te metas, este asunto es entre este...—mira a Renkotsu con asco—chico y yo—termina por decir.

—¿No te bastó con los incidentes anteriores?—ella solo sonríe—estás muy mal, ¿alguien llamó a la policía?—pregunta él.

—La primera persona que levante un celular, tenga un celular en mano o suene su celular, una de estas bellas chicas le volará la cabeza—ella mira a Bankotsu—solo dame el maldito nombre—él niega.

—Miroku, ayúdame—ruega. Levanto los ojos hacia mi primo quien está parado unos metros atrás de ellos. La mirada de Kagome se posa en él y la mirada de hace días vuelve. Ella sonríe y se levanta de la silla.

—¿Lo vas a ayudar?—pregunta y se agacha detrás de Renkotsu. En un parpadeo hay una navaja contra el cuello de él—¿lo salvarás o te harás encima del miedo?—veo a mi primo palidecer.

—Suéltalo—escucho la voz de Miroku temblorosa.

—¿O qué?—ella lo reta.

—Déjalo ir, por favor—ella sonríe y suelta a Renkotsu quien tose. Camina hasta mi primo y le pone la punta de la navaja contra su garganta.

—¿Habrá alguien que quiera salvarte?—pregunta lentamente.

—Yo—dejo de ser un espectador para entrar en escena—por favor, esto no deberías hacerlo en un lugar así. La policía está por llegar pronto, mejor no tengas problemas y vete ahora, si te cogen ellos, será peor—mi voz suena convincente. Aunque dudo que alguien haya llamado a la policía—Renkotsu dile lo que quiere saber y de esa manera ella te dejará en paz más pronto ¿Cierto?—ella asiente—ahora, me tiene muy nervioso esa navaja en el cuello de mi primo. ¿Podrías bajarla?—pregunto.

—Entonces voy a ponerla en la tuya—niego.

—La policía llegará en diez minutos—comunico.

—Naraku, él me ordenó todo—grita llorando el cobarde este. Ella mira a la chica parecida a ella.

—Bien, por ahora me iré, pero recuerda decirle a ese bastardo que Kagome Higurashi comenzará la caza y hasta no tener su cabeza en mis manos no voy a descansar. Agradece a este niñato que si vuelve a interrumpirme un día más no vivirá para contarlo—bien, ella acaba de amenazarme—¿comprendes?—pregunta mirándome—tú decides si quieres morir, aléjate de mis asuntos que dos veces ya es demasiado—las cuatro chicas caminan hacia el auto.

—Kagome—Totosai la llama—puedes cambiar, aún hay tiempo—ella le muestra el dedo del medio y sube al auto dándome una última mirada.

Su silueta desaparece y yo respiro con alivio. Miro a mi primo y trato de canalizar mis emociones explosivas para no tener que mandarlo a la mierda por idiota. Otra vez en el camino de la chica peligrosa. Pero más que peligrosa, esas chicas son el demonio al parecer.

—No diré nada Miroku, pero para la próxima dejo que te maten—es todo lo que digo alejándome de los murmullos que generan los estudiantes. Mantente lejos de Kagome Higurashi, Inuyasha. Es por tu bien, es por tu seguridad.

Me repetí eso tantas veces que de nada sirvió, si lo siguiente que hice fue buscar información de Kagome Higurashi, sin saber que lo único de su pasado que el intenté, hackear la computadora del director y robar algunos archivos me regalaban solo abarcaba algo doloroso, que al parecer de alguna manera supongo que fue el principio de hacer a esa chica un peligro social. ¿Quién eres en realidad, Kagome Higurashi?

Guerra de pandillasWhere stories live. Discover now