CAPITULO 22

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Celeste fue caminando con Nico al colegio, como todas las mañanas. Mientras caminaban le contaba todo lo que su padre le había dicho la noche anterior. Nicolás se quedaba con la boca abierta mientras escuchaba.

-Para mi tendrías que haberlo dejado terminar, mi amor. Porque te dijo que quería saber como te caía la mujer a vos, y por eso te inscribió en la Dante... ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Para mi, tenes que averiguar eso.

Habían llegado justo a la puerta. Celeste lo besó.

-No me interesa. Enserio. Esa mujer no existe para mi.

-Pero vas a tener que vivir con ella. – Dijo Nico.

-No si antes puedo contactar a mi vieja. Algo para separarlos tengo que hacer. Ya se me va a ocurrir.- Le dijo acariciándole el pelo.

Nico la miró preocupado.

-Amor, no te metas en cosas raras.

Celes lo besó denuevo.

-No te preocupes por mi, amor. Todo va a estar bien. Ahora anda. Que vas a llegar siempre tarde por mi culpa.

Y dicho esto entró a la escuela para no tentarse de estar con él.

Luego del izamiento de la bandera entraron todos al aula.

-Te ves muy pálida. – Comentó Santi.

-Tuve un mal día ayer. –Contestó Celes.

-Chao chicos.

-Chao.- Contestaron todos a coro.

Era la maestra de italiano. Celeste se tiró sobre su banco entregada. No tenía la más mínima gana de estar en esa clase, ni en ninguna otra. Quería salir corriendo de esa escuela. Quería ir y abrazar a su madre.

La clase estuvo por demás aburrida. Celeste no tocó los ejercicios, y no entendió nada por supuesto. Santi le pasaba las respuestas de vez en cuando. Pero lo cierto era que Celes ni siquiera ponía voluntad para copiarlas.

Sonó el timbre. Todos volaron al patio. Celeste desganada cerró la carpeta y se levanto para salir, también.

-Celeste.- La llamó la maestra.

Ella se dio vuelta. ¿Se habría dado cuenta que no hizo nada en toda la clase? Se venía una reprimenda, ya se lo imaginaba.

-¿Si?- Le dijo. Tratando de parecer lo más calmada posible.

La maestra le indicó que se sentara detrás de su escritorio. Celeste obediente se sentó.

-Tu papá me contó que te dijo lo de nuestro casamiento.- Le dijo sin preámbulos y directamente.

Celeste abrió los ojos. ¡¿Qué?! ¿Esa era su futura madrastra? ¿Su profesora de italiano? La que tan bien le caía. Estaba conmovida y a la vez enojada. Frustración era la palabra.

-Y me dijo, también, que te cayó muy mal.- Siguió ella.

Celeste sin mentir, asintió con la cabeza.

-Yo se que es difícil. Pero te prometo que voy a hacer lo posible para caerte bien, y para que podamos llevarnos lo mejor posible. Es lo que más deseo en este momento.

Ella no sabía que decir. ¿Qué se supone que debía hacer?

-El tiempo lo dirá, supongo.- Dijo por fin.

La maestra pareció estar un poco más tranquila con esa contestación.

-Y si tenes problemas en italiano, te puedo ayudar. No dudes en pedírmelo.- Le dijo Guillermina.

Celeste asintió con la cabeza y suspiró. Iba a tener que acostumbrarse. Su padre estaba enamorado de una mujer.

Más tarde Sebas iba camino a la academia. No sabía como lo iba a recibir Sol. Él lo único que quería hacer era aclarar las cosas.

Cuando llegó vio a Tere que estaba estirando en la barra. Al parecer ella ni se dio cuenta de su presencia. Porque comenzó a hacer miles de pasos a lo largo del salón. ¡Pero que bien bailaba! Ahora entendía a quien había salido Sol.

La aplaudió. No podía hacer menos. Era excelente.

Tere reparó en su presencia y sonrío. Le hizo una reverencia de agradecimiento.

Entonces Sebas sin dudarlo, comenzó a bailar. Libremente. Tere lo seguía.

-Te gusta mucho.- Dijo ella.

-Si. Soy feliz haciendo esto. Me olvido de todos los problemas.- Le contesto él.

-Se nota en tu cara que disfrutas mucho bailando. Y cuando estas con mi hija haciendo esa variación. A los dos les brillan los ojitos. Es tan lindo verlos.

-Gracias.-Dijo.- Pero su hija ya no me habla.- Se lamentó.

Tere se extrañó.

-Por eso estaba llorando ayer entonces.-Comentó.

Sebas asintió.

-Fue un mal entendido.- Se defendió.

-Mira, Sebas. Yo te voy a pedir que si vas a bailar con ella en este concurso, por favor, no se peleen, ni se lastimen.

-Es que no fue una pelea, fue un malentendido. Realmente yo no quería lastimarla.

-Lo se. Pero tal vez ella se ilusionó... ¿Sabes que va a ser lo mejor? Que no intentes nada con ella hasta después del concurso. Por el bien de los dos. Así tienen la cabeza solo puesta en eso.¿Es mucho pedir?

Sebas dudó. Pero tal vez Tere tenía razón.

-Si, tenes razón.

En ese momento entró Sol, quien no lo saludó y se acomodó en su lugar esperando que su madre dispare la pista. Sebas corrió detrás de ella y se acomodó también,

Era increíble. Bailando juntos, sentía como que había una conexión entre ellos. Pero cuando terminaban de bailar, ella lo evadía.

Estuvieron tres horas ensayando. Era agotador. Y en las tres horas Sol no le dirigió la palabra más que para hablar de cosas de la coreografía. Lo único fuera de tema que le dijo fue que le pase la botella de agua, que tenía él más cerca que ella. Y eso era todo.

Sebas sentía que ya no era divertido como antes. Pero no podía hacer nada. Si ella no quería hablarle. No la iba a obligar... ¿O si?

Cuando terminó el ensayo. Sebas se quedó haciendo barra. No tenía ganas de salir junto a Sol. Tere le dejó la llave, así que podía irse de ahí cuando quería.

Estaba en eso cuando sintió que lo observaban. Se dio vuelta y la vio a Sol parada en la puerta mirándolo.

-¿Necesitas algo?- Le preguntó. Ya ni intentaba hacerse el simpático. Después de todo ella era la ofendida. Solo había sido un beso, y él ni siquiera era su novio.

-Si.- Le respondió ella.

Él se acercó.

-Bueno te escucho.- Le dijo.

-Mientras seamos pareja competidora, nuestra relación va a ser profesional. Solo te quería decir eso. No me interesa saber nada de tu vida privada.- Dijo ella.

-Me parece perfecto. Porque es así. Nuestra relación es pura y exclusivamente profesional.

Yo tampoco quiero saber de tu vida. Así que estamos a mano.

Sol asintió y se fue. Dejándolo ahí plantado.

Sebas pensó que las minas estaban todas locas. Sol pensó que los hombres estaban todos locos. En fin. Ninguno de los dos quería ya saber nada con el otro... O si. Pero no lo admitían. Ambos eran muy orgullosos.

Nosotras (En correción)Where stories live. Discover now