—Ten —me tendió un vaso con agua y una pastilla—, te sentirás mejor cuando la tomes.

Lo tomé, tragué la píldora y tome un sorbo de agua.

—Gracias —susurre sin entender la situación. Realmente pensaba que el se había molestado.

El volteó y observé su cabello revuelto y su tensa espalda sintiendo ganas de pasar mis manos por todo él.

Dejó el vaso sobre una mesita y apagó la luz para luego meterse a la cama a mi lado.

—Ven —ordenó con la voz ronca por causa de que recién se despertaba.

No puede ser que sólo oír su voz me atraiga...

James pasó su mano por mi cintura y me acercó a el delicadamente, nos tapo con una fina sabana y levantó mi remera lentamente. Me encontraba mirando hacia el techo y el de costado con sus ojos fijos en mi.

—James...

—No haré nada, niña —gruño.

Sentí su mano colarse apenas en los calzoncillos que llevaba él y comenzó a masajear suavemente mi zona pelvica, dándole calor.

—Intenta dormir.

¿Dormir? ¿Después de lo que acaba de hacer? Imposible. Tenía millones de mariposas revoloteando en mi interior, ya ni siquiera podía prestarle atención a los dolores menstruales. Sólo podía pensar en el chico que trazaba y acariciaba con sus dedos la zona para hacerme sentir mejor. Era simplemente adorable.

Me tome el atrevimiento de acurrucarme a su lado volteando, apoyando mi espalda en su pecho y mi mano sobre la suya, él cuerpo de James se tenso al sentir el mío cerca. Intente calmar los latidos de mi corazón temiendo que él pudiera notar lo que me hacía sentir.

No podía evitar preguntarme si él sabría lo que causaba en mi. El... ¿El sentiría algo por mi?

No, sé que no.

Cualquiera podría esperar que con mi edad ya hubiese imaginado millones de escenarios en mi cabeza en los que terminó casandome y formando una familia con James. Pero no. Sé muy bien que lugar ocupo en su vida. Sé muy bien que no tengo el derecho de decepcionarme porque él no me contestó que también me extrañaba.

No debía esperar algo de James que él no podía darme.

Pero... si yo sabía todo eso... ¿Por qué me afectaba tanto?

Sentí una lágrima caer por mi mejilla y agradecí mentalmente que la habitación estaba a oscuras. Tontas hormonas, ¿Tienen que hacerme esto ahora?

—Lo siento —susurre.

James no paraba de mover su mano en mi vientre.

—¿De qué hablas?

—Te he despertado —dije, mi voz se entre corto y James dejó quieta su mano.

—¿Te encuentras bien? —preguntó algo preocupado.

Quise hablar y contestarle que sí, que sólo eran mis tontas hormonas jugandome una mala pasada pero no pude, en su lugar dejé escapar un sollozo traicionero.

Toda esa situación me afectaba y no elegí mejor lugar, hora y momento que este.

Me afectaba que James estuviera casi perdido, me afectaba que Elizabeth extrañara a su hijo, me afectaba mi madre,
mi cumpleaños,
mi padre,
el comienzo de clases,
me afectaba James.

—Jade ¿Qué te ocurre? —insistió.

Me volteó con sus brazos y me tomó de la cara, limpiando mis lágrimas.

El color de la inocenciaWhere stories live. Discover now