Capítulo 36 (parte2)

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El área blanca de los ojos de Angela se había vuelto negra, mientras que sus pupilas brillaban de un color celeste ártico. Pequeñas escamas afiladas se habían formado en el espacio entre sus mejillas y sus cejas, al igual que en sus brazos, hombros y espalda.

—Ese poder... —Ashley tartamudeó, aterrada por el monstruo que ahora estaba frente a ella. Todas las lesiones que le había infligido anteriormente habían desparecido, cubiertas ahora por una gruesa capa de hielo.

—Vas a pagar. —Angela miró sus manos que ahora eran garras con uñas afiladas, capaces de cortar hueso, y sonrió. El poder corriendo por sus venas era inmenso, podría congelar a Ashley y partirla en pedacitos con un chasquido de sus dedos, pero primero la iba a hacer sufrir.

Sin aviso se lanzó hacia la descendiente de fuego, usando nada más que sus manos como arma. La pelirroja invocó sus espadas de fuego nuevamente, pero ya no tenían efecto, se congelaban y rompían al entrar en contacto con la piel de la descendiente del dragón de hielo. Era imposible quemarla.

Aún así, Ashley seguía siendo muy veloz, lograba esquivar los ataques de Angela y devolverlos casi igual de rápido. Cada vez que sus espadas eran congeladas, creaba unas nuevas en el aire, justo a tiempo para bloquear otro ataque que pudo haber acabado con su vida.

Soltó un grito de dolor cuando las uñas de Angela lograron perforar la piel de su cara, habiendo logrado atravesar sus defensas. La descendiente de hielo estalló a carcajadas, su voz que antes era suave y dulce, se había convertido en oscura y macabra.

—¡Angela! —gritó Ashley, colocando una mano sobre su herida, pero Angela solo la ignoró y siguió luchando. Desesperada, la pelirroja empezó a lanzar bolas de fuego y múltiples llamaradas, pero no tenían ningún efecto. Angela ni siquiera las esquivaba, solo seguía avanzando hasta que se acercó lo suficiente para agarrarla del cuello. La gélidez de su tacto empezó a quemar la piel de Ashley y con fuerza inhumana fue lanzada al suelo. Algo crujió dentro de ella y después de gritar notó que sus piernas estaban cubiertas de sangre. —Detente... —murmuró, pero nadie podía escucharla.

La descendiente de hielo, cegada por su poder, no tenía nada más en mente que destruir a la chica de fuego.
Ashley estaba escupiendo sangre, arrastrándose sobre el suelo como un insecto a punto de enfrentar su muerte; molesta Angela la agarró del cabello y volvió a arrojarla , esta vez, contra una de las paredes de la cueva. —Esto es lo que te mereces. —Al decir esas palabras miró a la descendiente de fuego, incapaz de pelear o levantarse, pero ella no había terminado.

Angela cerró los ojos y concentró su poder en sus manos, cuando los abrió dejó que fluyera, creando una tormenta de nieve que empezó a cubrir cada rincón de la cueva. Miró triunfante el infierno de hielo a su alrededor, y se acercó a Ashley lentamente.

—Esto es por decir mentiras. —generó una estaca de hielo en su mano y la introdujo en la mano de Ashley, clavándola al suelo. El grito de la descendiente fue ensordecedor, pero era como música para los oídos de Angela. —Esto es por cortar mi cabello —generó otra estaca e hizo lo mismo en la otra mano. —Y esto... —esta vez creó una espada de hielo larga y muy, muy afilada.

—¡Eso es, mátame! —gritó la pelirroja desquiciadamente. Tenía lágrimas en los ojos y sangre por todos lados —¡Demuéstrame lo fuerte que eres! ¿Vamos qué esperas?

La espada tembló en las manos de Angela, su poder le decía que deslizara su espada por el cuello de la traidora,
acabando con su vida de una vez por todas, pero su corazón le decía otra cosa. No podía matarla...

El Secreto de los DragonesWhere stories live. Discover now