Capítulo 31

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Angela miró los ojos del dragón, llenos de odio y muerte, y supo que no era ningún tipo de ilusión. Supo que el monstruo frente a ella era el mismo que había visto cientos de años atrás.
"Pero debería estar muerto..."
Angela empezó a sentir como un terrible pánico invadía su cuerpo, se movía por su sangre y llegaba a su corazón, porque eso significaba solo una cosa.
Habían llegado demasiado tarde.

El dragón de fuego rugió, obligándola a reaccionar inmediatamente y crear un pared de hielo separándolos de la bestia. Los tonos celestes alumbraron su rostro y la descendiente no tuvo que dar la orden para que sus compañeros entendieran que si no salían de allí, serían incinerados cuanto antes.

Su pared no duraría más de treinta segundos, no contra un dragón. Angela podía sentir el miedo de todos, podía respirar la ansiedad y el pánico que los acorralaba en ese momento. En la vida ninguno de ellos había visto un dragón vivo, un dragón real, del tamaño de un edificio y con la fuerza de mil bueyes. Eso sin contar el gacho de que puede escupir fuego.
Pero Angela maldijo a todos Los dioses, porque de todos los Dragones que pudieron haber encontrado, tenía que ser ese. El mismo que había matado a sus padres.

Los recuerdos de lo sucedido trataban de salir disparados de la caja fuerte en al que los había encerrado hace muchos años, pero no podía permitirles salir, no cuando su vida y la de sus amigos dependía de ello. Miró hacia atrás, solo para notar como su pared de hielo empezaba a quebrantarse, sentía como magia fluía de su cuerpo tratando de mantenerla, pero a ese ritmo ella sería quien se quedaría sin energía. Luego observó a sus compañeros; Adam, con su cabello rubio revuelto y sus ojos verdes agotados, agarraba con fuerza la mano de Kate.

Angela notó como una fuerte corriente de viento, proveniente de la magia de Adam, se envolvía a su alrededor dándole energía. Miro a su amigo indicándole con la mirada que se detuviera, así solo terminaría matándose y gastando toda su fuerza, pero él simplemente la ignoró conforme seguía envolviendo al resto del equipo en sus corrientes de aire.

Había perdido de vista a Jake, ya que se movía tan rápido que parecía viajar en las sombras, por lo que buscó a Ingrid, pero descubrió que ella estaba bien por su cuenta, utilizando sus propios poderes para aumentar su velocidad. Angela sonrío al ver como un poco de esa aura roja que envolvía a la descendiente, también rodeaba a Gusingrim, ayudándole a no quedarse atrás.

Un nuevo rugido hizo que todos acelerarán aún más el paso, pero lo que más asustó a Angela fue la bola de fuego que pasó volando sobre su cabeza hasta impactar con una pared frente a ella. El dragón estaba muy cerca, lo sabía por como había aumentado la temperatura, así que a pesar del cansancio, creó un nuevo muro de hielo, esperando que aguantara más que el anterior.

Giraron a la izquierda, sabiendo que necesitaban encontrar una salida, necesitaban pensar en una forma de escapar ya. Cada vez le costaba más pensar, con las memorias tratando de tomar control de su mente, pero aún no podía rendirse. No hasta que todos estuvieran a salvo.

-¡Angela! -gritó el enano quién tenía la respiración entrecortada. —Jamás vamos a encontrar una salida así, por lo que voy a necesitar que hagas algo.

-Déjate de tonterías Gusfeo, hay que seguir corriendo hasta lograr salir de aquí. -rugió Ingrid molesta, sin revelar una gota de miedo, pero Angela sabía que estaba aterrorizada por dentro, al igual que ella misma.

-Si alguien conoce los túneles aquí soy yo. ¡Así que si te importa tu miserable vida, vas a escucharme! -Un nuevo rugido de parte del dragón hizo que se callaran y se pusieran en acción. Rápidamente sin parar de avanzar, idearon un plan, esperando que no les costará la vida a todos.

El Secreto de los DragonesWhere stories live. Discover now