Capítulo 27 (parte 2)

30.5K 3K 637
                                    

Jake miró a las dos descendientes sentadas una al lado de la otra. Cuando cruzó miradas con Ingrid sus ojos se llenaron de furia y un poco de preocupación pensando en lo que ella pudo haberle revelado a Angela.

—Qué agradable sorpresa, Jake —masculló Ingrid con sarcasmo. La descendiente del dragón de la guerra se levantó y camino con sus ojos ámbar amenazándolo con cada paso que daba. —Por suerte ya me iba. —Ella se volteó un segundo para despedirse de Angela y luego se acercó más a Jake.

—Tú... —La miró furioso a la vez que ella se acercaba a su oído.

—Ya no puedes amenazarme imbécil, cuídate porque la próxima vez le diré la verdad a tu amada. —La descendiente sonrío y siguió caminando hasta perderse de la vista de Jake. Solo cuando ya no pudo verla más, se movió para sentarse al lado de Angela. Soltó un suspiro relajándose al saber que había llegado a tiempo para evitar que Ingrid revelara su traición.

—¿Estás bien? —Levantó la vista para toparse con los majestuosos ojos púrpura de su amiga. —¿Qué te dijo Ingrid?

—Ya sabes, solo le gusta molestar. Pensé que me dejaría en paz ahora que está el enano, pero al parecer me equivoqué. —Jake sonrío debatiendo si debería contarle él mismo a Angela la verdad. —¿De qué hablabas con ella?

—Cosas de chicas, historias del pasado. —La descendiente sonrío y Jake maldijo para si mismo. ¿Por qué no podía decirle que la quería? —¿Qué haces aquí afuera Jake?

Yo... —se detuvo tratando de buscar una excusa. —Necesitaba hablar contigo.

—Oh bueno, aprovechemos que ya estamos aquí afuera. ¿Qué quieres decirme? —Jake la miró a los ojos, su cabello como la nieve estaba atado en una trenza sobre su hombro, su mano de hielo estaba cubierta por un guante y puesta sobre la espada que tenía atada al cinturón. Jake no podía decirle sobre la traición, pero había algo que si debía decirle. Algo que tal vez ayudaría a que ella no creyera nada de lo que Ingrid le dijera.

—¿Te parece si caminamos alrededor de la cueva? —respondió con otra pregunta.

—Claro, vamos. —Angela sonrío, se levantó y con una sacudida de su mano apagó la fogata usando sus poderes.

Jake igual se levantó y empezó a caminar junto a ella. Era una noche fría y las estrellas eran lo único que iluminaba su camino. Dauntan le había enviado un mensaje hace unos pocos días, al parecer encontró a la descendiente del diamante que andaba buscando y dijo que muy pronto atacaría.  Jake sabía que ahora mismo el ejército de nekrois estaban en la isla buscando la llave, pero él debía hallarla primero antes que ellos.

—¿Estás bien? —salió de sus pensamientos para toparse con esos hermosos ojos. Tal vez no debía traicionar a sus amigos, tal vez debería ayudarles a conseguir la llave... después de todo Angela valía la pena.

—Sí, solo pensando. ¿Sabes? Siento que fue hace años que hicimos nuestra primera misión al bosque donde estaban los "mebons".  No te imaginas los preocupado que estaba por ti —mencionó recordando todas las veces que se había negado ver a Angela, sabiendo que era su culpa que ella perdiera la mano.

—Tienes razón, fue hace mucho. —Sonrío. —Pero es por eso que no debes preocuparte, mi mano está mucho mejor. —Se quitó el guante para revelar una cristalina mano de hielo indestructible. —Aunque nunca entendí porque el veneno de las lanzas me hizo tanto daño considerando que soy descendiente del dragón de veneno.

—¿Acaso no lo sabes? Los mebons son creados por Malmur y Aryun, los dos descendientes más poderosos del ejército de Dauntan. —un leve brillo llego a los rojizos ojos de Jake.

—Malmur... Fue quien se enfrentó a Kate, ¿Verdad? —Angela lo miraba mientras volvía a colocarse el guante.

—Sí, y Aryun fue quien usó sus poderes en el veneno de la lanza para que destruyera todo con lo que hacía contacto. —murmuró caminando al lado de la descendiente asegurándose de no tropezar con las grandes rocas de color carbón en el camino.

—Oh gracias por decirme, pero... ¿Cómo sabes tanto? —ambos se detuvieron y Jake pudo sentir como su corazón empezaba a acelerarse.

—Lo leí en un libro de la Academia. —sonrío y siguió caminando para disimular mejor sus nervios.

—Ya veo. —Llegaron a un lugar al borde de la cueva donde las estrellas se veían aún más espectaculares y hacían que los ojos de ambos relucieran con un brillo especial. 

—Siento que te vez más hermosa con la mano de hielo. ¿Sabes por qué? Porque te hace lucir más fuerte y desafiante, y eso es algo que me gusta de ti.

—Oh gracias Jake, me alegro que lo pienses así. —Ambos se apoyaron sobre una piedra grande y se sentaron a ver las estrellas.

—Lo digo enserio Angela, sé que es algo que debí haberte dicho desde hace tiempo... pero me gustas. —exclamó volviéndola a ver.

—Debes estar bromeando...—pero antes de que Angela pudiera seguir, Jake la interrumpió.

—No es una broma, es la verdad —dijo con voz firme.

—Eres muy dulce Jake y yo te aprecio mucho, pero creo que no has considerado esto bien. —Ella lo miró fijamente, pero él aún no estaba dispuesto a rendirse.

—Llevo considerándolo por meses. Al principio no era tan enserio, pero conforme ha pasado el tiempo me he dado cuenta que ya no podía ocultar la verdad —mencionó un poco frustrado.

—Lo siento Jake... pero nunca te he considerado algo más que un gran amigo y de los mejores descendientes que conozco. —Angela hizo una mueca como si en serio le doliera decirlo.

—No te preocupes. —se levantó y extendió una mano para ayudarle a su "amiga". —Creo que ya es muy tarde y debería irme. —Empezó a caminar sin esperar respuesta de ella.

—¡Jake espera! —pero el siguió con su camino, ya no tenía razón para mostrar lealtad a sus amigos. Ya no tenía que esperar para buscar la llave para si mismo, porque si Ingrid planeaba decirle a todos sobre su traición, que lo hiciera. Después de todo no estaría mintiendo.

Angela se quedó de pie, mirando como pequeñas gotas de lluvia caían del cielo. Jake ya estaba bastante lejos como para alcanzarlo y un aura oscura parecía envolverlo. —Espero que esté bien... —murmuró antes de ir en otra dirección para meterse en la cueva, lo que no pudo ver fue los ojos rojos del descendiente ardiendo de odio y furia.
Ya no había forma de salvarlo.

El Secreto de los DragonesWhere stories live. Discover now