Capítulo 30

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Alex estaba cerca de ella, podía sentirlo, pero aún no lograba encontrarla. Había estado corriendo por lo que parecían horas y le había preguntado a cada elfo que había visto en el camino que si sabían dónde estaba la descendiente del diamante. Al final terminó yendo a la casa de Valï con esperanzas de que Lisa estuviera cerca o de que su amiga supiera dónde estaba.

"Vamos Lisa, ¿Dónde te habrás metido?"

Tocó la puerta suavemente esperando ver la alegre mirada esmeralda de Val, pero quien abrió no fue su amiga, sino más bien el engreído elfo a quien Lisa llamaba Thango. Estaba cubierto por tan solo una bata y su cabello estaba desordenado.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó serio, borrando todas las situaciones posibles de por qué Tango estaba ahí, que había imaginado en su cabeza.

—Divertirme. —Sonrió el elfo inclinándose sobre la puerta. —¿Y tú?

—Mira la verdad no me importa, haz lo que quieras, pero necesito hablar con Val. —exigió algo alterado, desesperado por encontrar a Lisa.

—No puede en este momento, está ocupada. —Thango cambió a una expresión más seria. —¿Es sobre Lisa, verdad? —Alexander solo asintió tratando de mantener la calma, debatiendo si derribar al engreído elfo sería lo correcto. —Es mejor que la dejes en paz Alexander... Está pasando por momentos difíciles.

—¡Tú que sabes! No la conoces, y no me dices que hacer. —Sus ojos azules vibraban de furia. —Ahora dime dónde está, o te arrepentirás. —Le habló agarrándolo del cuello de la bata.

—¡Cálmate Adasser! Lisa no está aquí. —Alexander lo soltó. —Hace casi una hora salió corriendo en esa dirección. Val le había prohibido irse de aquí hasta que sanara, pero para cuando notamos que ya no estaba, pensamos que había ido muy lejos como para alcanzarla.

—¿La dejaron ir así no más? ¿Y qué si está en peligro? —exclamó esperando la respuesta del elfo, para ir en busca de la descendiente.

—Yo quise ir a buscarla, pero Val me dijo que la dejara ir. Que ella lo necesitaba... Así que Alexander, mejor no la busques. —Thango lo miro con compasión y apoyo una mano sobre su hombro. —Tal vez es lo mejor para ambos.

Alex molesto apartó la mano del elfo y salió corriendo en la dirección que había mencionado anteriormente. Él no iba a dejar las cosas como estaban, no... Necesitaba encontrarla, necesitaba hacerle saber que el estaría ahí para ella y que no la había abandonado. "Espero que estés bien Lisa"

**

Lisa... —murmuró suavemente, pero lo suficientemente audible para que ella escuchara.

—¿Qué haces aquí Alexander? —se volteó molesta. Alex abrió los ojos como platos cuando notó sus brazos y vestiduras cubiertas de sangre dorada. 

—¿Qué te pasó? —se acercó a ella preocupado, pero cuando Lisa lo vio acercarse, se volteó nuevamente para darle la espalda. —Por favor háblame. —Alexander se posicionó frente a ella, solo para toparse con un espíritu quebrantando. Los ojos de Lisa estaban rojos, como si antes hubieran estado derramando lágrimas y sus puños estaban sangrando como si hubiera golpeado algo muchas veces hasta lastimarse.

La descendiente lo fulminó con la mirada, sus ojos grises se veían cargados de furia y Alex temía que estuviera a punto de golpearlo, pero en vez de eso hizo algo que lo sorprendió.

El Secreto de los DragonesWhere stories live. Discover now