Capítulo 33 (parte 1)

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Ingrid miró las infinitas filas de enemigos alrededor suyo. Era como ver un océano de armaduras negras y espadas listas para extinguir almas.
Definitivamente estaban muertos, no había forma de abrirse paso entre tantos nekroi, y eso sin tomar en cuenta el hecho de que habían gastado prácticamente toda la energía en sus cuerpos contra un maldito dragon de fuego zombie. Un dragón que se supone que había muerto y volvió a la vida.

Analizó las heridas cubriendo todo su cuerpo, tratando de calcular cuantos nekroi lograría derrotar antes de caer muerta. Tenía un pequeño corte en el cuello, uno largo alrededor de su torso donde había sido lastimada por una roca afilada, pero lo peor era su espalda que estaba cubierta de moretes y quemaduras. La memoria del dragón lanzándola contra una pared con su cola cubierta de espinas ardientes, seguía presente, recordándole cómo se hizo la mayoría de sus heridas.

Al parecer no iba a aguantar mucho, lo más probable es que matara a tres y luego se desmayara. Qué forma más digna de luchar, caer inconsciente frente al enemigo.

Enemigo... Eso le hizo recordar a Jake.
Esa mentirosa rata casi hace que los maten, probablemente era lo que estaba planeando, pero ya que estaba enamoradísmo de Angela, les salvó la vida. Ingrid sabía que debía advertirles sobre él, debía decirles a sus amigos que no podían confiar en esa rata. Aunque justo ahora no era el mejor momento, después de que consiguieran la llave se los diría. Miró a la descendiente que estaba inconsciente en los brazos de "el señor oscuro", le preocupaba que no despertara, pero si quería darle una oportunidad de sobrevivir, no podía dejar que abriera los ojos en un lugar rodeado de nekroi.

La punta de una lanza que pasó volando sobre su cabeza, hizo que concentrara su atención de vuelta en el ejército frente a ella y en la incontridecible predicción de que iban a morir. Miró a la figura que le lanzó el arma y le arrojó la única daga que tenía atada al cinturón, pegándole en la cabeza y matándolo al instante. Una segunda lanza iba en dirección a sus ojos, intentó crear un escudo mágico, pero al parecer había hecho mal sus cálculos ya que sus reservas mágicas se habían agotado. Era muy tarde para esquivar el golpe, por lo que cerró los ojos y fue consumida por la oscuridad.

***

Angela abrió los ojos. ¿Dónde diablos estaba? Parpadeó un par de veces antes de notar que estaba acostada sobre unas mantas y que no había un dragón o una cueva frente a ella.

"¿Qué pasó aquí? ¿Cómo es que no morí?"

Recordó haber pronunciado el hechizo correctamente, se supone que debió haber funcionando. Meditó unos segundos tratando de averiguar cómo es que terminó allí y cómo fue que sus amigos lograron deshacerse del dragón.

Después de no llegar a nada, se levantó decidida a buscar respuestas.

Estaba en el campamento que habían armado todos al llegar a la isla, donde habían dejado todos sus recursos. Gritó el nombre de sus amigos, pero se dio cuenta que no era muy prudente y prefirió crear dos pájaros de hielo para que fueran a buscarlos por ella.
Al hacerlo un rugido provino de su estómago y se dio cuenta del hambre y las pocas fuerzas que tenía. La descendiente sentía que era capaz de comerse un Gülznack, pero dudaba poder encontrar uno en esta isla.

Aún así, Ángela sabia que llevaba muchísimo tiempo sin comer, no tenía la menor idea de cuánto tiempo había pasado inconsciente, pero esperaba que no hubieran sido muchos días, fue a buscar algo en una de las mochilas que habían dejado ocultas en el campamento. Feliz de encontrar una manzana y un confite de hada, se sentó para recuperar algo de energía. Amaba los confites de hada, eran mágicos y podían recargar la energía de un descendiente increíblemente rápido. Tenían sabor a limón agrio a diferencia de lo que muchos creían debido a su aspecto "puffy" y rosa, pero aún así a Angela le encantaba comerlos. Amaba lo ácido.

Cuando llevaba media manzana, y muchos minutos de esperar, uno de sus dos pájaros helados volvió volando hacia ella y se posó sobre su mano. Angela lo observó, su delicada figura hecha de hielo estaba en perfecto estado y sus ojos brillaban de colores dando un mensaje, lo cual solo podía significar una cosa.

Había encontrado a sus amigos.

***

Siguió a su pequeña criatura por el bosque y cuando encontró a los demás, no podía creer lo que sus ojos le mostraban.

Debajo de la sombra de un árbol oscuro, Ingrid y Jake estaba agarrándose a golpes, luchando como siempre lo hacían y gritándose cosas como:  "¡Yo lo tenía bajo control, idiota!" "No necesitaba tu ayuda" "¡Tú eres más idiota!", pero no parecían tener ninguna otra herida más que los moretes que recién se habían hecho en sus rostros.

La verdad es que si podía creerlo, pero por el otro lado, Adam estaba apoyado contra el tronco de otro árbol, con su mirada perdida en la distancia, no estaba usando camisa por lo que su tatuaje, que cubría la mayor parte de su torso, era visible y Angela recordó como siempre había querido saber qué significaba. Moviendo su mirada, notó a Kate, quién estaba dormida cómodamente sobre las piernas de su novio.

Y por último, el enano Gusingrim estaba sentado sobre una piedra enorme, enrollando sus fuertes piernas y gruesas manos cubiertas de cicatrices, en vendas, con una expresión gruñona en su rostro. Todos lucían como si no hubieran estado a punto de morir hace unos momentos y eso solo incrementó la confusión de Angela.

—¿Qué fue lo que pasó? —Al hablar, Kate despertó de su siesta y todos detuvieron lo que estaban haciendo para voltearse y observar a la descendiente de cabello blanco.

La primera en reaccionar fue su amiga de ojos azules, quien levantándose corrió hacia ella y la abrazó. —¡Angela, me alegra tanto que estés bien! —exclamó a la vez que Angela le devolvía el abrazo, aún muy confundida.

—Me alegra estarlo, pero ¿qué fue lo que pasó? —se separó de Kate esperando una respuesta, pero ella no fue quien habló.

—Yo los he traído aquí. —Miró a Jake, sorprendida por sus palabras. El descendiente se veía cansado debido a las bolsas bajo sus ojos, los cuáles a pesar de verse serios, brillaban con intensidad. Lo que hizo imposible descifrar lo que estaba pensando. —Usé mi magia para transportarlos a través de las sombras a un lugar seguro.

—No te imaginas la cantidad de confites de hada que se comió, creo que ya nos hemos quedado sin reservas. —rió Kate, pero Angela simplemente la ignoró y concentró su atención en el descendiente.

—Nos salvaste... —sonrió —Te lo agradezco. —Corrió hacia él y lo abrazó. Aún así a ella le quedaban muchas dudas: ¿Por qué no estaba muerta después de haber usado ese hechizo? Lo había pronunciado a la perfección, igual que su madre... —Pero... — Ahora que lo pensaba, ¿por qué Jake había desaparecido toda la batalla y de la nada se mostraba para salvarlos? ¿Y desde cuando tiene tanto poder?

—Uy sí, que felicidad, que alegría, bla bla bla. Eso no importa. Lo que importa ahora, es hacer un plan de contraataque. —Los ojos ámbar de Ingrid estaban cargados de furia, ya no lucía débil y derrotada como lo había hecho cuando fue herida por el dragón. Se había colocado una armadura negra con detalles dorados en los costados, definitivamente se veía capaz de enfrentar un ejército por su cuenta. —Debemos encontrar la llave antes que esos malditos y si no nos movemos ya, no llegaremos a tiempo.

—Lo que debes hacer es calmarte, Ingrid. —quien habló esta vez fue Adam, se había puesto una camisa y estaba de pie al lado de Kate. —Sí, nos comimos los confites para recuperar nuestra magia y he usado mis poderes para curar nuestras heridas, pero eso no significa que no necesitemos descansar. Moriremos si vamos a enfrentarnos a ese ejército sin comer o dormir. Yo digo que actuemos mañana.

Tuvieron un concurso de miradas, pero la descendiente del dragón de la guerra, no se atrevió a llevarle la contraria.
Midiendo lo tensa que estaba la situación, Angela se colocó frente a todos y habló con voz firme. —Ambos tienen razón. Sí, debemos actuar lo más pronto posible para evitar que consigan la llave de la necromancia, pero no lograremos nada si el dragón sigue vivo, protegiéndola. No podemos ir como gallinas sin cabeza al ataque, por lo que tengo un plan.

El Secreto de los DragonesWhere stories live. Discover now