Capítulo 8

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"Dånghe"

Lisa siguió a la reina hasta su castillo, el mismo en el que ella se había metido hace unas horas por lo que hizo su mayor esfuerzo para ocultar lo que había robado (que hasta ahora no sabía qué era porque estaba adentro de una caja) y esperó que la reina no se diera cuenta.

"Bueno si se da cuenta ni creo que sea tan malo. Después de todo, ¡Voy en camino a que me mate!"

Llegaron a un salón gigantesco, que Lisa no había visto cuando se infiltró por lo que estaba impresionada. Todo era prácticamente de cristal, a excepción de dos esculturas que llamaron su atención. Estas estaban situadas a ambos lados de la puerta, una estaba hecha de agua y la otra de fuego y al verlas más detalladamente, sintió que tenían un parentesco con alguien que había visto antes.

—Siéntante—La reina le señaló un asiento con gemas incrustadas, que estaba situado al frente de otro más grande.

"¿Quién se cree para darme órdenes?... Ah si, es cierto, es la reina."

Se dirigió al asiento y se sentó de mala gana, luego miró a la reina exigiendo respuestas, si esta intentaba matarla las cosas no iban a salir bien.—¿Qué quieres?

—Dímelo tú, eres quien invadió mi castillo y entró a mi mundo sin permiso.—Lisa miró hacia abajo y se dio cuenta de que la reina (de la que aún no sabía el nombre) tenía razón. Hizo un esfuerzo por ocultar mejor la caja y decidió que iba a dejar la mala actitud para cumplir su misión y ganarse el apoyo de los elfos.

—Lo siento.—Trató de ignorar el desprecio que salía de los ojos de la mujer y continuó con su historia. No mencionó a Alex, aún no sabía que había pasado con él, pero no lo iba a meter en más problemas hasta saber qué le sucedió.

Cuando terminó de contarle sobre el ataque en la Academia, siguió con el hecho de que había sido llevada al reino para ser curada y tratada. Notaba que la reina la miraba con ojos fríos llenos de arrogancia y que de vez en cuando rodaba los ojos o hacia muecas como si estuviera burlándose de los humanos.

—En fin, estoy aquí porque necesito contar con el apoyo de los elfos en la guerra.—Apenas las palabras salieron de su boca, la reina estalló a carcajadas, algo que a Lisa no le pareció muy digno de alguien de la realeza.

—¿Enserio crees que los elfos te van a ayudar? ¿Enserio crees que mandaré mi ejército a la guerra, para ayudar a unos incapaces humanos?

—Si no lo hacen, estarían siendo unos cobardes. Está también es su guerra, porque éste también es su mundo.—Lisa miró a la reina con determinación, no iba a rendirse y dejar que la menospreciaran por su "raza". Odiaba a las personas que trataban a otros como sus inferiores, y si era necesario le iba a demostrar a esa elfa lo que un humano podía llegar a hacer.

Miró directo a sus ojos azules, pero la reina parecía estar pensando en algo con la mirada perdida. 

—Bien. Tendrás nuestra ayuda, pero no creas que será tan fácil, tendrás que pasar tres pruebas.

"¿Tres pruebas? ¿Qué tan difícil puede ser?"

Pero algo en la mirada y sonrisa de la reina la hizo dudar si sería tan sencillo como pensaba.

***

"¡UN MALDITO DRAGÓN!"

Caminaba hacia la casa en la que se encontraba Val, eran órdenes de la reina, que al parecer se llamaba Kyërą. Aún no podía creer todo lo que le había dicho; cada una de las pruebas se volvía más difícil y no tenía la menor de las ideas en como las iba a lograr.

El Secreto de los DragonesWhere stories live. Discover now