Capítulo 22

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Por primera vez en días, no me molestó que empezara un nuevo lunes. La diversión del fin de semana compensó todas las frustraciones que tenía. Debe ser cierto eso que dicen, que cuando hacés algo que te gusta te sentís bien con todo el resto. Doble B tiene una esencia alegre y siempre logra contagiarme. Se llevó a serio lo de Tino y las frases para conquistar a las mujeres. Armó la página cuidando cada detalle e inclusive le colocó imágenes llamativas sobre mujeres nota diez que encontramos en internet. Aún no le habíamos subido ningún contenido, apenas mandamos invitación de la página para varios muchachos y escribimos una breve reseña sobre lo que se trataría allí: "Hola, soy Tino, tengo una gran experiencia con las mujeres y quiero contarles todo lo que sé sobre ellas". No me convenció demasiado esa presentación, pero decidimos empezar con algo.

El sector estuvo tranquilo durante los intervalos que Ruelas no nos invadió. Valentina tenía un aspecto nervioso y salió más de una vez. Creí que estaba con dificultad para cumplir una tarea que le pidió el ingeniero. Él se dirigió dos veces hacia ella, explicándole cómo proyectar unos dibujos que no tuve la más mínima idea sobre su significado. La gorda Carla estaba seria, como todos los lunes. A Juanca quise contarle sobre la página de Tino, pero pensé que no teníamos la confianza suficiente para eso.

Volví a leer el mensaje que me envió Luna la noche anterior.

22.30

Santi, ¿cómo estás? ¿Hice algo que no te gustó? Ya que evitaste saludarme en el baile...

Recordé vagamente que la vi desde lejos. Si no la saludé fue por pensar que estuviera con Jimena. Y también, claro, porque no me interesaba que saliéramos otra vez.

08.45

Hola Luna. Quizá no te vi o, si lo hice, no lo recuerdo, estaba borracho. No hay drama.

Inventé esa respuesta, nunca estoy cien por ciento ebrio. Pensé que ella estaba durmiendo a esa hora que le contesté, pero me equivoqué.

08.49

Me alegro :). ¿Cuándo vamos a vernos otra vez?

¡Cuánta cobranza! Eso no me gusta. Además, Luna no valía la pena. Buscando ser delicado, le escribí.

09.01

¿Por qué tendríamos que volver a vernos?

Ella contestó:

09.05

Está bien, ya entendí :(

La carita me derritió, confieso que soy sensible a una mujer triste. Pensé qué podría escribirle para levantarle la autoestima, pero justo en ese momento Ruelas entró al sector. Guardé el celular de inmediato.

–Santino –dijo, entregándome unos papeles–. Quiero que lleve estos documentos para el Sector Jurídico. Pida al jefe del sector que los firme y los vuelve a traer.

Recordé que podría encontrarme con Pilar. Intenté inventar una excusa. No me salió ninguna.

–Está bien –acepté activando el modo "me importa un huevo".

Salí con la mayor tranquilidad del mundo, cuando estaba en el DHIR aprovechaba todas las oportunidades para matar el tiempo. Me parecía un absurdo perder seis horas del día allí, todos los días de la semana, por un mísero sueldo de diecisiete mil pesos. Recuerdo que, en mis primeros días de trabajo, tenía tanto sueño que me dirigía al baño sólo para sentarme en el inodoro y dormir un par de minutos.

Pilar estaba de espalda cuando entré a su sector. Evidentemente fingió estar concentrada en su computadora; mientras estuve allí, en ningún momento se giró. Me sentí aliviado hasta que ella me sorprendió desde atrás, pujándome del brazo, cuando yo volvía para mi oficina.

–¿Por qué no me contestás los mensajes? –preguntó.

Las personas del sector contiguo, el de Tecnologías de la Información, podrían escucharnos.

–Hablá en voz baja –le pedí.

Intenté soltarme. Ella me sujetó el brazo con más fuerza, sentí que sus uñas me estaban lastimando.

–No tengo nada más para decirte –dije.

–A mí nadie me rechaza de esa forma.

–Siempre hay una primera vez –dije, sonriendo, a pesar de haber perdido la paciencia.

Pilar me soltó el brazo y me puso un dedo en la cara.

–Te vas a arrepentir de eso –sus ojos parecieron salirse de las órbitas–. ¡Te voy a arruinar la vida!

Me reí, di media vuelta y volví a mi sector para entregarle los papeles a Ruelas.

Eso confirmó lo que ya sabía: las mujeres nunca querían alejarse de mí. Mi autoestima subió a las nubes, eso me motivó a seguir la locura de los muchachos y apostar mis energías en la página de Tino. No tenía dudas de que había encontrado mi motivación nota diez. Después de mí, los hombres tendrían sabiduría para lidiar con sus damas. Las personas desearían acercarse a mí, buscarían robarse un pedazo de mi ser. No costaba nada soñar. No costaba nada intentar.

Juanca estaba fumando afuera, la gorda Carla comía un pastel y Valentina tenía una cara pésima mientras se dedicaba a sus diseños. Yo no tenía nada para hacer, me apoyé en mi buen humor y me aproximé a su escritorio para hablarle.

–¿Está todo mal? –dije.

–¿Qué? –preguntó, sin sacar la cara de la computadora.

Me agaché a su lado, descansé mis brazos en la mesa y nuestras caras casi se tocaron.

–Tu día –respondí–. Te noto nerviosa.

Valentina se quitó los anteojos. Mi forma de aproximarme pareció molestarla.

–Está todo mal, sí –dijo sin mirarme–. No logro entender qué quiere Ruelas con este dibujo.

Me importó un carajo. Apenas quería fastidiarla para ver si desarmaba su postura estructurada.

–Estás necesitando desestresarte –largué.

Ella me miró con una expresión de sorpresa.

–Soy especialista en sacarle el estrés a las mujeres –dije en voz alta.

Valentina me dio un sopapo en la cara.

–¿Qué pensás? –dijo, parándose–. ¿Te creés irresistible? Te informo que a mí no me movés ni un dedo del pie.

Al decir eso, salió otra vez de la oficina, más nerviosa que antes.

Juro que nunca esperé esa reacción. Me quedó doliendo el cachete. La gorda Carla se aproximó a mí.

–Qué atrevida esa muchacha –dijo.

–Yo estaba bromeando –expliqué.

–Sé que sí –Carla me masajeó la cara–. ¡Qué muchacha idiota! Si te ofrecés para sacarme el estrés a mí, te juro que no te voy a golpear.

Me reí. No podía creer que había escuchado eso.

–Pobrecito –siguió la gorda.

Se aprovechó de lasituación para tocarme la cara y todo lo que pudo.       

Después de míWhere stories live. Discover now