Capítulo 8

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Matías tiró su vaso contra la pared más cercana. El ruido que provocó al romperse nos hizo estremecer a todos, inclusive escuchamos a una chica gritar al empaparse de cerveza. Alguien tuvo la mala idea de bajar el volumen de la música y eso intensificó la situación.

–¿Qué hacés, Matías? –gritó Jimena.

El alcohol en la sangre nos hizo dudar de lo que sucedió. Yo apenas tenía el efecto de un tequila, pero soy consciente de que eso es suficiente para estimularme a exagerar los contextos. Matías estaba enfurecido, aunque percibí que no era conmigo.

–Yo te hago esa pregunta –le respondió a Jimena–. ¿Qué hacés? ¿Sos mi novia o qué mierda?

No hubo forma de eludir nuestra atención hacia ellos. A pesar de las ganas de seguir disfrutando la previa, todos quisimos saber hacia dónde iba a llegar la situación.

–No seas ridículo –contestó Jimena.

–¿Querés darme celos? – siguió Matías – Lo lograste. No sabés cuánto me molesta que me trates con desprecio.

–Yo te trato como se me canta la gana. Por favor, que siga la música, porque este payaso no merece más escenario.

Matías se aproximó a la pared donde tiró el vaso y comenzó a golpearla con el puño derecho. Jimena se rio con gestos de desdén e imploró que siguiéramos con la diversión. Le hicieron caso, de pronto una cumbia borró la tensión generada, y todos bailaron y bebieron como si nada hubiera pasado.

Me acerqué a Matías y le pedí que se tranquilizara. Por increíble que parezca, el loco se llegó a sangrar el puño. Siempre supe que él tenía una personalidad inestable, pero verlo en ese estado fue inquietante.

–Tomaste demasiado –le dije.

–Estoy bien, Santi. Dejame.

–No estás bien.

Le di un vaso de agua y lo llevé al lavabo. Él se mojó el rostro. De inmediato, el puño lastimado empezó a dolerle. Le envolví una toalla para que se aliviara.

–Jimena me hace perder la razón –dijo después.

–Hay muchas mujeres. No vale la pena perder la razón por una –dije.

Matías no contestó. No precisaba hacerlo, yo ya sabía la respuesta.

–Sé que te gusta demasiado –seguí–, pero no es digna de tu sentimiento.

–Le voy a pedir disculpas.

Casi lo agarro a trompadas.

–No te humilles, Mati.

–Tomé demasiado –concluyó, desandando mis expectativas–. Fui injusto con Jimena. Ella pasó un mal momento por mi culpa. 

Después de míWhere stories live. Discover now