Capítulo XXXVII

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"Bajo la piel se ocultan deseos nunca formulados, aflicciones recónditas, marcas invisibles"

Isabel Allende

El camino de regreso a Burghley estuvo repleto de comentarios superficiales de Anne sobre lazos, vestidos, colores y caballeros, por supuesto. Marianne en cambio, tenía su mente dividida en la imagen de su hermana con desconocidos en vaya saber Dios que sitio, y su sonrisa. Tuvo que soportar con entereza los comentarios de su prima respecto a lo guapo que era Henry y en sus planes para verlo en Almack's cuando estuviera instalada en Londres, donde finalmente Marianne no acudiría ya que estaría con los preparativos para su boda. Aunque para ese momento, Almack's y Londres no ocupaban ningún espacio en sus ilusiones.

—Anne, ¿puedo preguntarte algo que en realidad no tiene nada que ver con lo que me estas comentando? —su prima la miró sorprendida y asintió. —¿Por qué la abuela no vive en Marble?

—Exactamente no lo sé, pero creo que luego de que enviudó, quedaron algunas deudas que mi padre se ofreció a saldar, pero que la dejaron sin posibilidades de mantener aquella casa sola.

—¿Y quiénes viven allí?

—Sólo quedan algunos antiguos empleados que no tenían donde ir y que se encargan de cuidar la casa de los saqueadores y ladrones. —Marianne asintió pensativa.

—¿Recuerdas cómo se llamaban?, tal vez los recuerdo de mi madre...

—No lo sé, creo que el señor Blumer, el señor Aldrich y su esposa, y algunos más...

—Me gustaría visitar Marble alguna vez. ¿Sabes cómo llegar?

—Por el viejo camino real, está un tanto alejado de Burghley y los caminos son espantosos y poco transitados.

—Podrías acompañarme...

—Ah, no... olvídalo... no cuentes conmigo Marie. No imagino algo más aburrido que recorrer una casa vacía y habitada por ancianos.

Marianne no dijo nada más, pero dentro de sí, aquella pequeña luz volvía a encenderse.

****

Se sentó en el jardín trasero mirando los árboles y sus ramas tortuosas que se cruzaban unas a otras en un recorrido irregular, tal cual sentía su vida en ese instante. Apretó sus manos que antes habían sentido las suyas, y pensó en que la posibilidad de estar juntos se había borrado como las huellas cuando la marea las alcanza, pero tampoco podía casarse con Fairfax. La mera idea de vivir al lado de él, de soportar sus maneras y que se atreviera a ponerle un dedo encima le sería insoportable. Sólo quedaba una alternativa, lanzarse a la única posibilidad de tenía, aunque con ella perdiera su reputación, de igual manera, la vida que había imaginado y soñado se había convertido en una pesadilla. Volvería a su rancho, con su padre y esperaba poder hacerlo con Emma también.

—Milady, la cena está servida.

—Betsy...

—Sí señorita...

—¿Puedo contar contigo?

—Claro que sí, ya lo sabe.

—Mañana llega el capitán Fairfax, pero antes de aventurarme a esa tortura de casarme con él, prefiero arriesgarme... de todas maneras sé que Lady Georgiana me necesita, y nunca revelaría que hui.

—¡¿Qué?! —se exaltó su doncella.

—Lo que oíste... esta noche, antes que el sol vuelva asomar en el horizonte,  voy a buscar a mi hermana.

Nunca Por AmorWhere stories live. Discover now