Capítulo XIII

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"Ha de ser inolvidable verla sonreír, dormir, despertar. Ha de ser divino recostarse suavemente en su pecho, guardar silencio para escuchar sus latidos..."

Marco Valerio Marcial

Se encaminó hacia Silky House, sabía que Hudson volvería allí luego de notar su ausencia en el bosque y encontrar aquellos bandidos atados en la carreta. Repasó cada acción, cada momento, y cada locura que había cometido. Nunca había actuado así, sin pensar ni repasar infinidad de veces cada movimiento y cada plan. Había sido definitivamente un loco y todo luego de ver a Marianne Kellet en peligro. Se había prometido a sí mismo alejarse de ella, sin considerar si quiera la posibilidad de hablarle nuevamente, apartando su pensamiento cada momento y luchando incansablemente por no cavilar en ella, para finalmente darse cuenta que todo había sido en vano pues había bastado verla allí indefensa para lanzarse a la lucha, él solo contra dos hombres que podrían haberlo matado, o incluso hacerle algo a ella, algo que no se hubiera perdonado nunca. Pero ¿de qué servía torturarse? Más indefenso estaba su corazón al sentir su respiración en su cuello, la suavidad de su cabello en su rostro, su abrazo, todo había valido la pena.... O en realidad no había valido nada... pues volvía al mismo punto... debía alejarse y con premura.

Pensó en los bandidos de Fairfax, en sus intenciones, y en que uno había visto su rostro

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Pensó en los bandidos de Fairfax, en sus intenciones, y en que uno había visto su rostro... Ahora todo se complicaría, de eso estaba seguro.

Marianne se detuvo en el último árbol antes de la casa, miró hacia el bosque donde había dejado a Henry y sintió unas ganas increíbles de no entrar por aquella puerta, sino correr y volver a encontrar su cuello,  de sentirse libre, como no se había sentido desde que pisó la mansión de los Campbell para instalarse allí. Tragó saliva temblorosa, aquellos pensamientos no eran buenos ni productivos. Corrió hasta la casa y apoyó su mano en la puerta para ingresar, apenas lo hizo Anne apareció frente a ella.

—¡Marianne! Por Dios prima... ¿Qué te ha sucedido?

Marianne se miró de pies a cabeza y estaba hecha un desastre.

—Me perdí en el bosque...

Lady Georgiana y Lord Campbell se acercaron y ella divisó en los ojos de su abuela ese brillo afilado que sólo su mirada le daba cuando reprobaba por completo algo que hubiera hecho.

—Marianne, estábamos preocupados por ti —pronunció lord Campbell.

—Milord... —hizo una reverencia. —Disculpe usted si los he asustado, no fue mi intención en ningún momento.

—¡¿Pero qué ha sucedido?! —Lady Georgiana la interrumpió.

—Estábamos montando y de repente perdí de vista a Anne, milady. Traté de orientarme, pero fue peor, pues terminé perdida por completo en el bosque. —Lady Georgiana la miró inquisitiva.

Nunca Por AmorOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz