Capítulo 18:

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Narra la escritora:

Marlene pasó la mano por su vestido color rosa claro el cual estaba colgado de un gancho en el ropero. La graduación había sido semanas atrás, cuanto hubiera deseado haber pasado ese día tan especial con su mejor amiga. Corrió la puerta de madera y se dirigió al escritorio. De uno de los cajones sacó una fotografía donde estaba ________ y ella en la práctica de porrismo. Ambas se veían sonrientes, metidas en el su uniforme azul con blanco el cual iba a juego con listones que ataban su coleta de caballo. Una lágrima recorrió su mejilla, de inmediato la limpió con sus dedos. Tomó un bolígrafo y comenzó a escribir en la parte trasera de la fotografía:

"_______, no te imaginas la falta que me haces. Recuerdo el último día que te vi. Siempre deseo que ese día fuese eterno y que nunca hubiera ocurrido lo que en estos momentos estamos viviendo. Quizá no puedas verlo, pero cada segundo de tu ausencia es como una gota de felicidad que cae en la tierra seca de la melancolía, se va perdiendo. Te extraño tanto y aún no estoy lista para dejar ir la posibilidad de que pronto volverás a nuestro lado"

Marlene escribía con rapidez, todo lo que había guardado en las últimas semanas respecto a la desaparición de su mejor amiga lo estaba liberando en ese momento, continuó.

"Día a días vivo con el recuerdo de nuestros mejores momentos. Eres mi hermana y sé que pronto estaré contigo y en ese instante haré y diré todo lo que nunca hice y dije. Te amo, y prometo que ..."

Se apuro a enjuagarse una lágrima que estaba a punto de derramarse en la foto, pero más fue el tiempo que tardó en aniquilarla en lo que otra más apareció, otra, otra y otra. Su vista se nubló, se levantó del escritorio sin poder seguir escribiendo, se tiró en en la cama y se dejó llevar por su dolor, un llanto profundo se desató en ella.

Narra _______:

Sentí que la piel de uno de mis costados ardía, llevaba toda la noche doliendo, pero aún que quisiera revisar, no podía, las cuerdas casi me cortaban la circulación de las muñecas y tobillos. Todo el tiempo rezaba para que Jos fuera a la habitación, pero en días, incluso semanas no lo hizo. La puerta se abrió y como supuse, Luis se apareció en la entrada. Lo miré un segundo y después desvíe la vista. Traía la comida, la cual aventó sobre la cama. Desató mis manos y salio del cuarto, antes de irse escuché como aseguraba la entrada con llave.

Ignoré por completo el plato de comida y mejor me apure a revisarme el costado derecho, cuando subí la camiseta para observar, me quede anonadada, dos pequeños círculos se abrían en mi piel. Eran de color rojo en el centro y en la orillas tenían tonalidad morada, con cuidado toqué las heridas con las llemas de mis dedos, pero de inmediato retiré el tacto pues el ardor era demasiado. Al sentir el dolor sostuve el aire e hice una mueca. Dejé caer mi cabeza sobre el colchón y suspire. Dolía demasiado.

En ese instante Luis estaba de regreso, cruzamos miradas, como pude me acomodé la blusa, le tenía de demasiado miedo. Al verme su expresión se tenso.

-¿Qué tienes ahí? -soltó acercándose a mi.

-Nada. -respondí de inmediato.

-Déjame ver.- exigió, arrodilladose al lado mio. Trato de levantar mi blusa, pero le quite la mano. -QUE ME DEJES VER- su tono era más agresivo, aún. Aventó mi mano y subió la tela que protegía mi piel. Su rostro reflejaba repugnancia al ver la carne viva.

-Llagas -susurró. Apretó dos de sus dedos contra una de las heridas, un grito de dolor salió de mi, sin poder controlarlo. La respiración y el pulso se me aceleraron.

-Ay, ya, no llores, niña- espetó. Pero una lágrima ya se había escurrido hasta mi cuello, me mordí los labios para tratar de controlar el dolor.

Cuando Luis se dirigía a la puerta, Jos entró por la misma. Mi respitacion se alteró más. Lo miré con anhelo, pero él no hizo lo mismo. Me miro un segundo, el cual fue el más indiferente.

-¿Qué pasa?. -preguntó, tenía el ceño fruncido.

-Nada, esta -Luis me señaló- se está pudriendo.

-¿Qu...qué? -Jos preguntó sin entender, hasta que vio mi estomago al descubierto y las llagas que se hacían notar. -Vete.-ordenó a Luis, este se fue gruñiendo.

Jos se acercó a mi y se agachó a un costado de la cama, acercó sus dedos con cuidado y tocó las heridas, mi cuerpo se sobre saltó al sentir su tacto, reprimi las ganas de gritar. Retiró sus dedos al ver la molestia que me provocaba. Salió del cuarto y en seguida volvió con alcohol y algodón. Mientras remojaba la motita en el líquido transparente, hablé.

-Jos... -Él no respondió, sólo fingió estar muy concentrado en lo que hacía. -Jos...yo...- Sólo quería disculparme con él, en realidad lo necesitaba, pero el siguió ignorandome.-Jos... -estaba dispuesta a seguir hablando cuando mi voz se convirtió en un grito al sentir el líquido y caer en las llagas. Ardía, quemaba. Las mejillas se me calentaron y las lágrimas se acumulaban, queriendo salir como una manada salvaje. Jos frotó el algodón sobre mi carne por unos segundos, para luego cubrirla con una gasa. Mi cuerpo temblaba por el dolor, tomé todo el aire que pude, para poder hablar. No estaba dispuesta a dejar que se fuera sin que me escuchara.

-Jos, escucha. ..

-¿Quieres callarte? -espetó con desprecio, terminó de recoger todo lo que había utilizado, me ató de manos y se fue sin decir nada más.

El corazón se me salia por la boca. No sé que dolía más, la carne a flor de piel o que Jos no quisiera ni siquiera hablarme. Realmente no sé que esperaba, si en semanas no había sido ni para ver como estaba. 《Eres tan tonta. Él es tu secuestrador, no una amor adolescente》 me dije. No era que debía importarle, pero a mi si me importaba que el lo hiciera.

Trust Me| Jos Canela Y Tú|Where stories live. Discover now