Capitulo 5:

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Ahí estaba, recostada en una cama vieja e incomoda, mirando al techo. De mis ojos ya no podían escurrir más lágrimas, había llorado por horas. Ahora sólo me dedicaba a tratar de asimilar lo que había pasado. Habia olvidado casi todo, sólo recordaba lo más relevante,  pero eso era más que suficiente para que la desesperación y el dolor me invadierán. Cerre los ojos, mis heridas ardían, estaba segura que si el chico de ojos lindos no hubiese curado mis heridas, posiblemente ya habría muerto de dolor. Era irónico que la misma persona que me habia lastimado era la que curo cada uno de la raspones y moretones provocados por él.

Después de más o menos  cuatro horas entró un hombre desconocido a la habitación.

-Tragatelo -dijo con desprecio aventando un plato de arroz sobre el colchón,  desató mis manos, pero mis pies seguían amarrados a los tubos de la cama.- Por cierto, no gates tu tiempo gritando,  nadie puede escucharte. Digo, por si planeabas hacerlo -se burlo de mi y por fin salió de la habitación.

Miré el arroz, no quería comerlo pero quizá no probaría ningún alimento en mucho tiempo. Me incliné para tomarlo, pero un dolor se apoderó de mi cabeza, era más fuerte que cualquier otra de mis dolencias,  hacía unas horas ya lo habia sentido,  pero había logrado controlarlo. Empecé a gemir, en serio me dolía,  sentía como si amartillaran mis sienes. Tome mi cabeza entre mis manos, mi llanto cada vez era más audible. Trataba de no hacer mucho ruido, sabía que si me escuchaban me golpearían y ya había tenido suficiente.

Pasé unos minutos más resistiendo,  pero después me fue imposible.

-POR FAVOR -grité entrecortadamente- AYUDENME.

Recordé lo que el tipo anterior había dicho: 《aquí nadie puede escucharte》. Aún así hice el intento.

-CALLATE, PERRA -el mismo sujeto entró por la puerta. Me daba pavor,  pero no sabia que más hacer. 

-Por favor, me duele la cabeza -lloriquié.

El hombre salió del cuarto,  al poco rato entró él,  el chico del clasico, aún no sabía su nombre y dudaba que lo fuera a saber.

-¿Qué te pasa? -me preguntó.

-Mi ... cabeza. -apreté los ojos gracias al dolor. Comencé a sentir náuseas,  todo me daba vueltas. Sin poder controlarlo me incliné sobre la orilla de la cama y vomité. No era vomito normal, sangre salía de mi boca.

Él también salió del lugar. ¿Qué todos planeaban sólo venir y verme sufrir?. La puerta estaba abierta lo que me permitió escuchar voces.

-ESTAS LOCO, JOSÉ -gritó un hombre- NO PODEMOS LLEVARLA AL HOSPITAL.

-PUEDE MORIR -escuché la voz de él, ahora sabía su nombre: José. 

-EL JEFE SE PONDRÁ FURIOSO.

-MUERTA NO LE SIRVE DE NADA. 

Empezaba a debilitarme. La cabeza me pusaba con más fuerza a cada segundo.  José entró en la habitación y se acercó a mi.

-Escucha, _______. Estoy poniendo todo en riesgo por ti. Tienes que prometer no intentaras escapar. Nos costaría la vida a los tres. ¿Entiendes?

No asimilaba lo que estaba diciendo,  sólo asentí con la cabeza. Desató mis pies y me ayudó a levantarme de la cama. Al dirigirnos hacia la puerta mi cuerpo  se desvaneció. Rápidamente me tomó entre sus brazos. Los párpados me pesaban al grado de no poder mantener los ojos abiertos. Sentía lo rápido que caminaba y el calor de su cuerpo. 

-Por favor, no cierres los ojos. 

No sabía porque se empeñaba tanto en eso, pero  de igual forma obedecí e hice mi mejor esfuerzo. 

Me recostó en la parte trasera de un auto mientras el subía en el lugar del copiloto. Al llegar al hospital perdí el conocimiento.

Trust Me| Jos Canela Y Tú|Where stories live. Discover now