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"Hola Liam"

Louis saludó, con una mano puesta sobre su barriga y una sonrisita de labios cerrados, recargando su peso sobre el marco de madera mientras sus zafiros se conectaban con los castaños orbes delante.

Liam continuaba sobre la cama de aquella cabaña que le había sido asignada al llegar, descansando en la misma posición en que lo había visto los días previos antes de que recobrara por completo la consciencia; la parte baja de su cuerpo se hallaba enredada entre la calidez de varias mantas y uno de sus brazos, el que recibió mayor daño, reposaba inerte al costado de su torso desnudo, cubierto únicamente por los usuales vendajes adheridos a las partes lastimadas de su piel.

El brazo contrario, que contaba sólo con algunos rasguños superficiales, era utilizado para rodear el cuerpo de un pequeño Ezra convertido en su forma mortal. El cachorro yacía acurrucado junto a su padre, murmurando incomprensibles palabras en voz baja cerca del oído del Alfa mayor y dejando escapar agudas risitas cada que Liam hacía un divertido gesto ante cualquier cosa que su cría estuviese narrándole con tanta emoción.

El lobo lo escuchaba atento, o al menos eso aparentaba, asintiendo de vez en cuando con una mueca de verdadera concentración y acariciando con sus dedos los crecidos mechones azabache del pequeño.

Ezra se veía feliz, como no hubiese estado en mucho tiempo desde el incidente. Y Louis no pudo evitar que la sonrisa en su rostro se incrementara al escuchar al cachorro reír de aquella dulce manera.

"Hola, Louis" Liam interrumpió lo que fuera que Ezra estuviese diciéndole, dejando un fugaz beso en la frente de su cachorro antes de animar al Omega a entrar por completo al lugar.

El semblante del lobo fácilmente podía reflejar lo agotado que en realidad se sentía, el cansancio acumulado bajo sus orbes y la ligera acidez mezclada en su fragancia haciendo más que notorias sus emociones. Sin embargo, la sonrisa en el rostro de Liam parecía ser absolutamente genuina, débil, pero honesta, y el brillo que se apoderaba de sus ojos al dirigirse a su cría era más que evidente.

Los ojos chocolate del Alfa se achicaron al toparse directo con sus zafiros y una perlada hilera de dientes apareció iluminando sus fatigadas facciones.

"Ezra estaba contándome una historia que escuchó de ti el otro día, dice que le gusta mucho escuchar tus cuentos, ¿no es así, bebé?"

El cachorro asintió con emoción y usó el pecho de su padre como apoyo para poder quitarse de encima todas las mantas que los cubrían a ambos y soltarse del firme abrazo del lobo; una vez que lo consiguió, sus diminutas piernas cubiertas por un pantalón de su medida lo ayudaron a ponerse de pie sobre el colchón y correr con total libertad hasta el extremo contrario.

Louis se apresuró a ingresar por completo a la habitación y velozmente llegó hasta el borde de la cama, extendiendo sus brazos en el momento preciso en que el pequeño lobo prácticamente se lanzó hacia su pecho, con sus bracitos estirados y una angelical risita cuando el Omega lo atrapó en el aire.

"Sé cuidadoso, no queremos lastimar a papá, amor" pidió, rodeando el pequeño cuerpo en un corto pero afectuoso abrazo a modo de saludo y dejándolo de vuelta sobre las sábanas cuando el cachorro pareció tener suficiente de su cercanía.

Usó los dedos para apartar el cabello que bloqueaba la vista de Ezra y acarició una de sus rosadas mejillas, siendo recompensado con una dulce sonrisita y una diminuta nariz arrugada hacia arriba.

"Sabes que siempre puedo contarte todas las historias que desees. Sólo tienes que pedirlo, Ezra" prometió solemne a esa tierna mirada frente a él.

Sintiendo una minúscula pizca de tristeza invadirlo al recordar que, desde que la manada finalmente se instaló por completo, el cachorro y él ya no solían pasar tanto tiempo juntos como hacían en su anterior hogar, o en aquellos  largos días de viaje y de campamento.

Wolves. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora