Wolves. [TERMINADA]

Epílogo II.

A lo largo de las décadas, Edward Styles fue conocido por su inquebrantable determinación y el valor que mostró en el campo de batalla al luchar durante los tiempos más oscuros de guerra.

Como líder, continuamente se esforzó para mantener la unión y confianza entre los miembros de su manada, ganándose no sólo el reconocimiento de aquellas criaturas, sino también su admiración genuina.

Edward Styles era una leyenda entre los de su especie, un lobo que se enfrentó al mismo infierno y pudo salir de ahí con vida. Que, en su piel, llevaba el eterno recuerdo del martirio que esos viles seres podrían causar a los suyos.

Para Alex, Edward Styles no era otra cosa más que su bonito abuelo.

"¿Los abuelos tardarán demasiado en llegar?" Preguntó apenas puso un pie dentro de la cocina, en donde sus padres y sus hermanos se deleitaban tranquilamente con el almuerzo que Harry había preparado para ellos aquella mañana.

La noche anterior, justo después de despedirse de Ezra y correr a su habitación murmurándole al Alfa líder lo mucho que lo amaba, Alex decidió pasar casi toda la madrugada ocupándose en terminar los últimos detalles de aquel cuadro que pensaba obsequiarle a su madre como regalo de cumpleaños sorpresa.

Con su interior haciéndolo sentir repentinamente feliz e inspirado, y el aroma de Ezra todavía impregnado en su piel mientras la luz de la Luna iluminaba a través de su ventana, el Omega ojiazul había permanecido despierto hasta poco antes de que el Sol comenzara a salir por el horizonte; pintando y perfeccionando la obra que con tanta dedicación creó. Razón por la cual no podía dejar de bostezar y tallar sus ojos adormilados para intentar aclarar los rastros de visión borrosa.

Sin pensarlo, aceptaría la propuesta de su padre sobre quedarse en casa a descansar un día más antes de volver a los Centros de aprendizaje. Tomando ventaja en ser el único de sus hermanos que estuviese dentro de la cabaña para cuando sus abuelos finalmente se decidieran a llegar y así poder tener su momento de cachorro mimado con ambos antes de que el resto de los revoltosos pequeños intentaran robar la atención del par de Alfas.

Al escuchar su voz ronca, Louis, quien se encontraba sentado en el extremo más apartado del comedor, le regaló una sonrisa cargada de diversión y con un dedo dio un par de golpecitos a su mejilla derecha.

"¿Qué tal si me das un beso de buenos días antes de empezar a ser un cachorro consentido, amor?" Su madre se burló.

De inmediato, Alex se apresuró a rodear la mesa que toda su familia compartía y no demoró en llegar hacia el costado del Omega mayor. Con su rostro adornado por una sonrisa propia, tomó las mejillas de Louis de la manera más delicada y amorosa que conocía y, apenas inclinándose un poco sobre su altura, se aseguró de depositar un sonoro beso en el sobresaliente pómulo de la criatura.

"Buenos días, mamá. Hoy luces tan hermoso como de costumbre," Alex musitó alegre mientras le otorgaba otro exagerado roce en el lado contrario. "¿Cómo durmió el Omega líder más maravilloso de todo el planeta?" Continuó, alargando feliz las últimas palabras, tal y como hacía cuando era más pequeño. Al cubrirse con las feromonas de melocotones, besó con ternura la frente expuesta de su madre y tarareó gustoso. "¿Te he dicho ya cuánto te amo? Porque te amo muchísimo."

Aún cuando Louis no dejaba de reír ante cada toque en su piel, recibió entre ronroneos y protectores rastros de su esencia los besitos repartidos por el mayor de sus hijos, haciendo lo propio cuando llevó la palma de su mano al rostro de Alex y comenzó a regalarle maternales caricias que el ojiazul atesoraba en las profundidades de su alma.

"Dioses," su madre fingió rodar los ojos. "A veces olvido que puedes ser tan exagerado como tu padre." Louis volvió a reír mientras el menor arrugaba la nariz de manera inconsciente. "Y tan expresivo, mira esos gestos de cachorro sinvergüenza que haces, son idénticos." Continuó bromeando a la par que dejaba un inofensivo golpecito por encima de la abotonada punta.