Wolves. [TERMINADA]

32.

"¿Harry? ¿Alfa, estás bien?"

Harry no pudo responder, por mucho que lo intentara, por mucho que luchara para que las palabras atravesaran el nudo formado en su garganta y escaparan de sus labios, su cuerpo, su alma, todo dentro de él parecía perdido en un espacio muy lejano.

Su mente siendo atacada por fugaces torbellinos de dolorosos recuerdos; memorias con las que ningún cachorro debería crecer jamás, rememorando una y otra vez en su cabeza aquel momento, los gritos, el llanto, la sangre.

El frenético bombeo de su corazón retumbó dentro de su anatomía entera, un escalofrío se apoderó de su espina dorsal y le temblaron las extremidades. Louis se separó por completo tras el cuarto estallido resonando en las paredes, caminando con un gesto de seriedad hacia el pasillo que conducía a la entrada, dispuesto a salir de la cabaña de Edward y averiguar por cuenta propia qué era lo que ocurría allá afuera.

Harry gruñó ante sus actos y llegó a su lado con una repentina velocidad, saliendo de su trance únicamente para sujetarlo por la muñeca con algo de fuerza, en un desesperado intento por detener sus acciones.

"Lou..." fue todo lo que logró formular en su estado de ofuscación, negando errático y atrayendo a su pareja hacia la cercanía de su cuerpo, sus instintos acrecentándose con una preocupante velocidad.

Su Omega lo encaró, seguramente detectando el pánico en su mirada apenas sus orbes conectaron, percatándose al instante del terror que comenzaba a apoderarse de su alma con prontitud. Louis comenzó a verse afectado por las emociones del Alfa y su propio sentir, con su mano libre tomó la mano de Harry mientras lo animó a disminuir la fiereza de su agarre y dejó tranquilizadoras caricias sobre la pálida piel.

"No podemos quedarnos aquí, Alfa" murmuró, sin detener el conciliador gesto, a pesar de que en su voz se hacía notar la preocupación que él también sentía. "Tenemos que ver qué está pasando allá afuera."

Harry tardó en acceder, negándose una y otra vez, intentando expresar con palabras aquello que corría por su mente sin lograrlo con precisión, al final, en contra de sus deseos, terminó aceptando.

Detuvo el cariñoso roce del Omega sobre su mano y aflojó el feroz agarre sobre la piel caramelo, deslizándolo hasta que sus dedos terminaron entrelazados con los de la criatura, aferrándose a las delgadas extremidades como si su vida dependiera de ello, manteniéndolo protectoramente a su lado mientras juntos abandonaban la casa en la que el lobo creció, donde pasó más de la mitad de su existencia y vivió sus más dolorosos y alegres momentos.

Aquella cabaña en donde los recuerdos de sus travesuras junto a Liam y las noches llenas de llanto siendo consolado por su padre quedarían grabadas de por vida, convirtiéndolo en el Alfa que era hoy en día.

Salió de la cabaña en un lento y rígido andar, sus ojos viajaron por la aldea entera apenas puso un pie fuera de la protección que le brindaba el paternal aroma de Edward en aquel hogar. Criaturas corrían descontroladas frente a él en cualquier dirección, la mayoría dirigiéndose a la parte más cercana del bosque, tropezándose sobre sus propios pies y mirando por encima de sus hombros casi con pánico; en el ambiente reinaba el atemorizado aroma de sus hermanas y hermanos mezclándose con el vehemente olor a las nacientes brasas del fuego, la luz de los últimos rayos de Sol se veía opacada por crecientes capas de humo y polvo levantándose en los alrededores. No había tranquilidad, no había cachorros jugueteando entre los robles, o lobos regresando felizmente a casa después de un día de cacería, todo era caos, miedo, desesperación.

"Pero qué..." las palabras de Louis se vieron interrumpidas por un sonido diferente a los que habían escuchado. Esta vez no se trató de un estallido en alguna parte de la aldea, sino más bien de un ruido constante y ensordecedor; Harry identificó de inmediato de qué se trataba y supo, por la expresión llena de horror en el rostro de su Omega, que él lo hizo también.