55.

5.5K 362 411
                                    


Durante las siguientes dos semanas, Harry se dedicó a entrenar junto a Alexander a mitad del bosque.

La primera vez que consiguió adoptar su estado puro después de tanto tiempo de permanecer en su forma mortal, había sufrido un repentino ataque de pánico apenas su lobo tomó control de su cuerpo y espíritu.

Todos los recuerdos de sus últimos momentos dentro de la base de los humanos llegaron a su memoria sin que pudiese hacer nada para detenerlos, desde la forma en que tuvo que luchar aún cuando ya no le quedaba energía suficiente para mantenerse de pie, hasta las condiciones tan desgarradoras en que encontró a su padre dentro de aquella jodida jaula.

Louis se quedó a su lado en todo momento, importándole poco las advertencias de los demás y acercándose lo suficiente para pedir a la imponente criatura su autorización para tocarle. Tal y como había ocurrido aquella lejana ocasión en que el ojiazul se encontró cara a cara con su lobo la primera vez, el Omega acabó colocando su mano por encima de la húmeda nariz de Harry; sereno y con una dulce sonrisa en su rostro, regalándole suaves caricias a los mechones entre sus dedos antes de inclinarse lo suficiente para depositar un amoroso besito por encima del níveo pelaje.

Lo intentó por lo menos diez veces más, una más dolorosa que la otra, hasta que finalmente consiguió mantenerse en su estado puro sin acabar sufriendo una crisis repentina. Pese a que aún no se sentía lo suficientemente confiado al hallarse a solas con el viejo guerrero en el exterior, sus temores terminaron siendo suplantados por las punzadas de dolor que su cuerpo recibía cada vez que Alexander lo derrotaba con una nueva paliza.

El Alfa de melena azabache parecía no estar dispuesto a dejarlo ir sin una preparación completamente adecuada, la cuál solamente podría concretarse después de que el rizado lo venciera en uno de sus enfrentamientos cuerpo a cuerpo.

Eso nunca había sucedido antes, por supuesto. Ni siquiera cuando Alexander medía la intensidad de su fuerza para no lastimarlo demasiado.

Con el transcurso del tiempo, el Alfa de fanales grisáceos fue sorprendentemente paciente a la hora de lidiar con las crisis nerviosas que atacaban al rizado de vez en cuando, acompañándolo a sus visitas con los curanderos de la aldea y siendo una constante presencia a su lado siempre que Harry necesitaba un momento para alejar la oscuridad de su mente.

A la par de sus entrenamientos, el lobo había tratado de retomar su comunicación telepática con Louis, pese a que todavía no lograba obtener resultados satisfactorios. Su Omega no dejaba de recordarle que sería sólo cuestión de tiempo, que ambos lo lograrían si continuaban esforzándose; otorgándole silenciosos roces de consuelo cada vez que la frustración se apoderaba de su acongojado semblante.

La intensidad de su aroma era más perceptible para el resto de las criaturas también, no lo necesario para tornarse una poderosa esencia que pudiese brindar serenidad a los demás, pero sí lo suficientemente notorio para que su pequeño cachorro se acurrucara cerca de su cuello cada vez que Harry lo arrullaba en sus brazos.

El paso de los días dentro de aquella desconocida aldea transcurrió entre entrenamientos que lo dejaban totalmente agotado para el final de la tarde, amaneceres junto a Edward monitoreando su propio progreso, noches en vela cuidando de su cachorro, sesiones terapéuticas tanto junto a su pareja como para sí mismo, y sus momentos libres de ocupaciones siendo utilizados para comenzar con la construcción de su nueva cabaña.

Hasta que, finalmente, Harry consiguió vencer a Alexander.

No siendo una victoria completa en absoluto, más bien un intento de ésta, lo suficiente para dejarlo en el suelo por poco menos de un minuto antes de que el lobo volviese a atacarlo, pero bastando para que finalmente brindara su autorización de seguir con el plan.

Wolves. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora