Capítulo 35 (parte 1)

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La cálida mano de Alex se posicionó sobre el mentón de Lisa, a la vez que ella sonrió, feliz de saber que sin importar lo que pasara, lidiarían con ello juntos. Ni la reina de los elfos, ni Dauntan iban a lograr separarlos.
Un fuerte sentimiento apareció en el interior de la hija de la reina de diamante, llenándola de ansias de besar al principle, con la esperanza de no volver a ser interrumpida.

Alex, al igual, estaba decidido, quería probar los labios de la chica, demostrarle cuánto la quería, cuánto necesitaba estar a su lado. —Te amo Lisa. —Entonces, sin titubear, recortó los escasos centímetros que quedaban entre ellos, sellando sus labios en un apasionado beso.

***

Habían salido del bosque encaminándose a la casa de Valiswen, con la esperanza de encontrar respuestas. Lisa entrelazo sus dedos con los de Alex, a la vez que discutían soluciones para disolver el hechizo.

—Debe haber una poción u otro hechizo con qué contrarrestarlo. —exclamó el principe, frunciendo el ceño al concentrarse al máximo para pensar en algo inteligente.

—No lo creo, tiene que ser algo más fuerte. —la descendiente estaba sumergida en sus pensamientos cuando una idea oscura cruzó su mente. —¿Y si matamos a la reina? —la reacción de Alex ante su comentario, le demostró a Lisa que fue un error decirlo en vos alta.

—¿Hablas en serio? —miró los ojos tormentosos del descendiente y supo que tenía que mentir.

—Claro que no. —rió —Será mejor que le preguntemos a Valï, estoy segura que ella sabrá que hacer. —dijo jalando de la mano de Alex, guiándolo hacia la entrada de la casa de su amiga.

La vista era espectacular, Lisa siempre quedaba sorprendida al ver la casa de Valï, por la inigualable arquitectura de los elfos. La casa tenía forma de árbol, con muchas ramas expandiéndose en diferentes direcciones y estaba rodeada de miles de luciérnagas para iluminar el exterior. Definitivamente la capacidad de los elfos, de usar la naturaleza para crear obras de arte era lo que más la impactaba.

Lisa tocó la puerta de madera dorada y se sorprendió al ver que quién la recibió tenía su cabello blanco desordenado y una sonrisa enorme en su rostro. Quien estaba frente a ella no era su querida amiga, sino el mismísimo señor Colgate. Tångo.

—¿Tú qué haces aquí? —preguntó analizando al elfo. Cabello desordenado, sonrisa brillante, ropa mal puesta, eso solo podía significar una cosa... Lisa casi vomita con solo pensarlo.

—Lo mismo les iba a preguntar yo. —respondió Tån —Pensé que ya iban de vuelta a su otro hogar.

—Necesitamos ayuda con un problema que surgió, y no sabemos a quién más acudir. —La voz de Alex sonaba firme y decidida, dándole a Lisa la esperanza de que iban a lograrlo.

—Pasen adelante.

El interior del hogar era inmenso, justo como Lisa lo recordaba. Valiswen se levantó de la mesa de cristal ubicada en el centro del salón, apenas entraron por la puerta. Llevaba puesto una camiseta de tirantes y unos shorts, lo que sorprendió a la descendiente ya que estaba acostumbrada a verla usando vestidos finos y trajes elegantes. El cabello dorado de la elfa estaba atado en un moño y sus ojos verdes se veían llenos de vida, al igual que los de Tango, lo que confirmaba las sospechas de Lisa.

Después de que todos se saludaran y que la pareja de elfos los invitara a sentarse, Alex y Lisa empezaron a dar la explicación de por qué estaban allí.
Todo el tiempo el principe sostuvo su mano, dándole la seguridad que necesitan para seguir hablando.

El Secreto de los DragonesWhere stories live. Discover now