Silencio.

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Prudence no había planeado que las cosas terminaran de aquella manera.

El plan era simple: robarle la daga a Patíbulo y hacer con ella lo que el verdugo no había sido capaz de hacer: matar a Elizabeth Williams.

Había sido relativamente fácil coger la daga. Patíbulo había parecido notar algo, pero al final lo había dejado pasar. También había sido sencillo acercarse a la Reina con la daga escondida entre las faldas. No le había costado gran cosa clavar la daga en la carne y tirar hacia abajo, abriendo la piel y desgarrando las entrañas.

Lo que no esperaba era que Martha tomara el lugar de su hermana.

Por eso, cuando vio cómo Martha se derrumbaba en el suelo con el vientre abierto en canal le costó un minuto procesar lo que había hecho. Fue el grito de Elizabeth, un grito de desesperación, dolor y estupor, lo que la espabiló lo suficiente como para darse cuenta de lo que estaba pasando.

¿Qué había hecho?

Se dejó caer al suelo, junto a Martha. Elizabeth, Victoria y Kaliska también rodeaban el cuerpo ensangrentado de su amiga, pero no le importó. En aquel momento solo le importaba Martha, la dulce y compasiva Martha, que era todo sonrisas sinceras, llovizna suave y margaritas. Ya no quedaba nada de eso. Martha, la dulce y compasiva Martha, se había visto reducida a lágrimas, sangre y dolor.

¿Qué había hecho?

Prue podía escuchar su respiración, rápida y superficial. No le hizo falta mirarla a los ojos, que ya no serían del color de la tierra después de la lluvia sino opacos y carentes de vida, para saber que Martha iba a morir.

¿Qué había hecho?

―¿Martha? ―susurró Elizabeth, con la voz temblorosa. Prue creía que Elizabeth estaba llamando a su hermana en vano pero, para su sorpresa, la mirada de Martha siguió el sonido de la voz de su hermana mayor―. Martha, estoy aquí. No tengas miedo, no pienso irme a ninguna parte. Estoy aquí.

¿Qué había hecho?

Prue notó cómo las lágrimas caían por sus mejillas sin control.

¿Qué había hecho?

De pronto notó un tirón que la hizo ponerse en pie de un salto. Patíbulo la había agarrado de la muñeca para levantarla y obligarla a ponerse en pie. En cuanto se dio cuenta de lo que estaba sucediendo opuso resistencia y trató de zafarse.

―¡¿Qué haces?! ―le pareció que Patíbulo tenía un brillo alarmado en la mirada, pero sacudió la cabeza y cuando volvió a encararlo ese brillo ya no estaba ―¡Martha me necesita!

―¡Vamos! ―ladró Patíbulo.

A su pesar, Prue levantó el pie derecho para seguirlo. Aunque no vio nada apenas de lo que sucedió a continuación, exceptuando el rostro de Patíbulo, sí que lo oyó.

Lo primero que escuchó fue:

―¡Mátala! ―un susurro encolerizado, que sin embargo resonó durante mucho rato en sus oídos.

Después, el alarmante sonido de la tierra resquebrajándose.

El estruendo de su propio pulso golpeándole los oídos.

El "¡no!" desesperado que escapó de labios de Patíbulo, de Alexander, de lo único que le quedaba en el mundo ahora que Martha había muerto por su culpa.

¿Qué había hecho?

Y por último...

Silencio.



Las lágrimas de la bruja. #PNovel #BubbleGum2017 #Wattys2018Where stories live. Discover now