Bosque.

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Patíbulo despertó a Prue al amanecer.

Tras una hora de múltiples quejas y resoplidos por parte de Prue, y de infinidad de miradas de hastío por parte de Patíbulo, el verdugo había aceptado que acamparan cerca de la linde norte del bosque. Prue se había quitado los zapatos con un gesto de dolor: tenía los pies magullados, y eso que no habían andado demasiado. La joven había visto cómo la observaba Patíbulo, esperando que ella se diera por vencida y se marchara de nuevo con Martha.

Ah, no. No pienso rendirme, había pensando con rencor, mirando de reojo a su guía.

No habían necesitado encender ningún fuego, pues la temperatura era agradable en aquella época del año. Y aunque lo hubieran necesitado, Prue sospechaba que Patíbulo no se lo hubiera permitido.

De todos modos, la joven había dormido mal. Imágenes de brujas grotescas y malvadas habían llenado sus sueños. Se había despertado un par de veces en mitad de la noche, y en ambas ocasiones el verdugo permanecía vigilante y atento a la espesura del bosque.

-Necesitas dormir -le había dicho ella con timidez la segunda vez que despertó y lo encontró sentado mirando a las estrellas.

Él, sin embargo, no contestó. Se encogió de hombros y siguió a lo suyo.

Pues si quiere quedarse dormido en medio de la batalla contra la bruja, que así sea, había pensado con rabia. Pero en el fondo, sabía que si él no se hallaba en buenas condiciones para pelear, ella estaría acabada. No tenía nada que hacer contra una bruja. Ni siquiera estaba segura de poder mantener la promesa que le hizo al verdugo horas antes de esconderse en cuanto apareciera Beth. Quizá las brujas podían percibir de algún modo a los mortales.

Mientras Patíbulo se preparaba para partir de nuevo al alba, Prue volvió a ponerse los zapatos con cuidado. Debería haberse puesto un calzado más adecuado.

-Irías mejor descalza -apuntó el verdugo. Su voz sonó desinteresada. 

Prue hizo una mueca y se miró los pies. La verdad era que los zapatos la estaban matando, y eso que solo los había llevado el día anterior un par de horas y por un suave camino de tierra. No quería ni pensar en lo que dolería llevar eso por en medio del bosque. Además, aunque no tenían mucho tacón, era probable que se rompieran fácilmente.

Prue se mordió el labio pero asintió con la cabeza. Tiró los zapatos a un lado del camino, rebuscó unas vendas en su pequeña mochila y se vendó los pies con cuidado. No creía que hubiera una gran diferencia entre ir con los pies descalzos a ir con los pies vendados, pero algo era algo.

-¿Estás lista? -preguntó Patíbulo cuando Prue terminó.

Asintió levemente y se levantó del suelo. Patíbulo se puso el hacha a la espalda y comenzó a andar sin hacer ningún comentario más. La actitud del verdugo la desesperaba: ¿qué más daba entrar por aquel lado del bosque que por aquel otro?, pero no se atrevió a quejarse. Tras quince minutos siguiendo el mismo camino de tierra, Patíbulo se volvió al fin hacia la espesura. Apuntaba a que el día iba a ser radiante, pero por alguna razón el bosque parecía extraño y oscuro. Patíbulo vaciló:

-Es por aquí.

Unas cuantas ramitas crujieron cuando Patíbulo apoyó el pie derecho en el límite de la foresta. Se quedó quieto por un segundo, como si temiera que algo le saltara encima. Cuando quedó claro que nadie les iba a atacar por sorpresa, se internó entre los árboles. Prue lo siguió.

La humedad era aplastante. Los árboles se apretujaban unos contra otros, llenos de musgo y cubiertos por plantas trepadoras. Prue no podía creer que aquello formara parte de la misma región. Parecía que se habían trasladado a muchas millas de allí en tan solo unos pasos.

Las lágrimas de la bruja. #PNovel #BubbleGum2017 #Wattys2018Where stories live. Discover now