LIX (PARTE I)

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Último capítulo :(.

A pesar de ser altas horas de la noche, Jongdae salió de su casa.

Estaba muy oscuro y hacía muchísimo frío, no había viento, pero parecía estar a punto de nevar. A medida que avanzaba por Seúl las calles se volvían más y más desiertas, algún que otro loco al igual que él corriendo por ahí, algún que otro auto frenando en las intersecciones. Podría haber tomado un taxi o el bus, pero sentía que el subidón de energía desproporcionado se aminoraría si utilizaba sus piernas para caminar (trotar) hasta la casa de su novio. No podía esperar para verlo, era una necesidad imperante, lo echaba de menos desde que dejó su casa, sólo que ahora deseaba contarle todo lo que había logrado.

No podía esperar, tenía que verlo ya.

Y ese requerimiento entraba en conflicto con otra parte de sí que, con honestidad, tenía miedo de encontrárselo. No iba para darle sólo las buenas nuevas, tenía planeado contarle toda la verdad acerca de sí mismo también. Bueno, continuar con el relato de aquella noche que, en cierta forma, había dejado inconcluso. Después de hablar con sus padres y visitar la tumba de su hermano, había pensado muchísimo, había recabado en cada rincón de su mente, se había zambullido en las lagunas de su propia consciencia y había llegado a conclusiones importantes. Cosas que en el fondo siempre supo, pero que habían sido difíciles de aceptar, de asimilar.

Era probable que Minseok se llevara una gran sorpresa, quizás se enfadara o sintiera decepción, muchos escenarios diferentes pasaban por su cabeza, pero una cosa era segura y es que no podía callarse la boca. Por muy vergonzoso y complejo que fuera, Minseok merecía explicaciones, merecía que fuera cien por ciento honesto.

Ya no quería huir de sí mismo y además, más allá de sus temores, confiaba en su novio. Confiaba en que lo comprendiera.

Con su aliento errático formando un vaho con cada pesada exhalación, recorrió las calles con rapidez, doblando esquinas, cruzando de vereda a vereda sin ver a los lados, zigzagueando, dejando que sus pies y su instinto lo guiaran. Divisó un parque más que conocido, era el que estaba cerca de la casa de Minseok, de alguna manera logró llegar sin ser plenamente consciente de lo que hacía. Se encaminó a él y lo rodeó, y justo cuando se disponía a cruzar la calle para dejarlo atrás, lo vio.

Fue como una visión. Las farolas que alumbraban desprendían luz blanca y su piel, igual de pálida, parecía refulgir encima de aquel puente en mitad del área de juego. Ni siquiera intentó recobrar el aliento, cambió su dirección casi al instante y corrió hacia él, ralentizó el paso y a medida que se acercó pudo detallarlo mejor. Sus párpados estaban entornados, su rostro no tenía expresión, su silueta parecía resplandecer, si hubiera nieve complementando la imagen Minseok podría ser confundido con un ser mágico invernal. Al llegar lo vio desde abajo, su pecho agitándose visiblemente con cada respiración, notó que no le devolvía la mirada sino que se enfocaba fijamente en algo más allá. Vio en la misma dirección y encontró un pasamano.

Cuando se volvió, tenía toda su atención.

Guardaron silencio por un largo rato, tan sólo viéndose. Minseok apoyó los codos sobre la baranda de piedra y hubo una chispa de diversión en sus ojos aunque su expresión era, a todas luces, aburrida.

-¿Ya no tengo que esperar más?- Le preguntó.

Jongdae dio una última respiración ruidosa antes de calmarse. Su novio parecía otra persona desde allí arriba... O quizás sus ojos cambiaron y ahora veía las cosas distintas.

Compuso media sonrisa. -¿Tardé demasiado?

Se encogió. -No lo suficiente como para preocuparme, fue más rápido de lo que esperaba.

La octava nube (ChenMin)Where stories live. Discover now