LVIII

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Lamento la tardanza

Esa misma tarde, volvieron a casa en silencio.

Minseok estaba terriblemente intrigado por lo que pasaba en la cabeza de su novio. Jongdae estaba raro, pero no era algo reconocible, no podía adivinar sus pensamientos y estos eran algo que, con el tiempo, había logrado intuir naturalmente. Nunca lo había visto así, era como si estuviera... Ofendido, exasperado por algo que aún no tenía del todo claro. Volvió sobre sus pasos, intentando descubrir si había metido la pata de alguna manera insospechada, si algo se había salido de sus cálculos sin quererlo, pero a simple a vista no encontró nada. Jongdae había sido completamente normal hasta esa mañana después de que Nika los visitara, ¿estaría celoso otra vez? Agitó la cabeza ante la posibilidad, si fuera así se hubiera dado cuenta, lo conocía en ese estado.

Se formó un nudo en su garganta porque a pesar de no tener pistas de lo que sucedía, creía que aquella molestia iba dirigida específicamente a él. Habían pasado por mil discusiones, habían tenido mil desentendidos, pero en esa ocasión, por primera vez, sentía que Jongdae no deseaba estar a su lado.

Contuvo el aliento cuando sintió que lo tomaba de la mano y lo apretaba con fuerza, no se preocupó por si alguien los veía, agachó la cabeza y mordió su labio con fuerza. Entendió el gesto sin ni una sola palabra de por medio, no se trataba de una muestra de apoyo o de cariño, Jongdae le estaba pidiendo perdón.

Quiso romper en llanto allí mismo, ¿perdón por qué?

Sobrevivieron a duras penas bajo el mismo techo y para la hora de ir a la cama, Jongdae ya se había dormido en el sillón con el televisor encendido. Minseok lo apagó y se lo quedó viendo por un largo rato, evaluándolo, pensando y repensando. Consideró preguntarle si iría a la cama con él, pero simplemente no tuvo el valor, temía oír su respuesta.

Probablemente Jongdae se hubo dormido allí a propósito para evitarlo.

Cuando se despertó por la mañana, lo descubrió guardando sus cosas en su bolso de mano. Inmediatamente lo invadió una desesperación sin igual, algo estúpido considerando que sus padres volvían en dos días y ya no podían seguir manteniendo esa vida de ensueño, además los padres de Jongdae debían estar más que preocupados, lo lógico era que volviera pronto. Antes se lo había aconsejado, pero quería que se fuera porque debía, no porque quería, ¿era egoísta? En realidad, si pudiera tenerlo a su lado por mucho tiempo más, lo haría con gusto, pero entendía que Jongdae no estaba sintiéndose bien.

No estaba bien con él alrededor, lo percibía.

Aclaró la garganta. -¿Te vas?- Preguntó con la voz afectada.

Jongdae tensó sus hombros todavía de espaldas, pareció un criminal descubierto en mitad de su fechoría. -Sí.- Contestó. -Creo que ya es momento.

Un rato de tenso silencio y quietud, y entonces continuó doblando su ropa de forma mecánica. No había llevado demasiado, Minseok se cuestionó si tardaba tanto en guardarlo todo a propósito. Se adentró en el salón y lo observó impotente de brazos cruzados un momento más, esperando que hable, que hiciera algo, que sucediera algo, vaya a saber qué.

-¿Pensabas decírmelo?

-Claro que sí.- Jongdae respondió al instante, lo vio a la cara aunque desvió la mirada enseguida. -No quería despertarte, sólo es eso.- Balbuceó.

Si poder evitarlo (aunque tampoco sabía qué es lo que quería evitar), lo vio cambiarse de ropa después de acabar con su holgado equipaje. Lo siguió como un perro faldero lastimoso por toda la casa mientras se movía, no se le ocurrió decirle otra cosa, las palabras no le salían. Jongdae se veía aseado, ¿a qué hora se había despertado? ¿Durmió siquiera? En la entrada, lo vio colgarse las tiras del bolso al hombro y abrir la puerta, la respiración de Minseok era errática cuando se estiró para cogerle una mano. Lo detuvo porque le daba pánico que le diera la espalda, que ni siquiera lo mirara, desde que lo conoció siempre fue así.

La octava nube (ChenMin)Where stories live. Discover now