XIX

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–política de la no violencia.

Las cosas en el mundo parecían estar mejor que nunca.

Había comenzado en una escuela desconocida sin saber cuál sería su destino (o al menos convenciéndose de que en esa ocasión no sería tan fatal como lo había sido en el pasado), sentado en el fondo solo y desdichado, pensando después de un cúmulo avergonzante de fracasos que su vida sería igual de desastrosa que siempre... Y de repente, en un parpadeo, se encontró rodeado de personas. Personas sinceramente increíbles a las cuales, por milagro, podía llamar orgullosamente amigos. Jamás imaginó algo así, lo deseó fervorosamente toda la vida, verdad, pero con sólo desear nunca se gana nada más que anhelos tan inmensos como el mar infinito. En fin, algo tendría que haber hecho bien para ganar tanto en tan poco tiempo.

O quizás aquel año fue su año de suerte. Quizás el universo recompensó su paciencia.

Era costumbre para él sumirse en semejantes reflexiones a lo largo del día, más que nada para alejarse un poco de los storyboard que debía preparar para la próxima entrega de la revista y que apenas tenía realizados... Más o menos. Toda esa mezcla extraña de sentires le estaba inundando la mente durante el almuerzo que compartía con sus amigos cuando sintió un llamado lejano.

-¡Minseok!

Al apartar su mirada del puré de patatas que aquel día no estaba tan espeso como le gustaba, logró divisar a Lee Ohn un par de mesas más allá agitando una mano en alto para que lo viera. Con una sonrisa se puso de pie sin perder tiempo y corrió hacia ella pasando justo por al lado de la tan nostálgica mesa de los chicos populares. Sintió la mirada de ellos como muchos dardos venenosos en la espalda, pero no les prestó atención, no necesitaba gente como esa cuando tenía a los suyos, confiables e invaluables. Se preguntaba cómo le estaría yendo a Lee Ohn con esas personas después de que los vieran tanto tiempo juntos, últimamente habían estado pasando algún que otro momento a solas como amigos íntimos. Le daba pena pensar que eran algo como eso, seguía viéndola como una especie de emperatriz de la genialidad o algo así.

Pero ella parecía disfrutar de su compañía tanto como él la suya; era consciente de su falta de amistades verdaderas, no dejaría a alguien que le agradaba en las mismas condiciones que estuvo él hace un tiempo, sería hipócrita. Además sentía que ella tenía algo dentro que deseaba contarle y no sabía cómo, suponía que con el tiempo lo revelaría.

Jongdae, Dan Bi, Sei Ah y Sehun, todos ocupando la mesa que acababa de dejar, se lo quedaron observando desde la distancia con curiosidad, otros quizás con un poco de rencor. Dan Bi hizo un rictus adorable con los labios aunque en realidad lo que quería demostrar era desagrado.

-No me gusta. No me gusta nada, Jong.

-Déjalos, Bi.- Respondió este sin ningún tipo de emoción vehemente. -Ambos se caen bien y Minseok es una persona inteligente.

-Una persona inteligente con muchas ansias de ser amado.- Reformuló con un suspiro afligido mientras se volvía a su comida.

Sei Ah y Sehun los observaron con interés.

-¿Qué sucede aquí? ¿Quién es esa princesa?

-Lee Ohn, una bruja.

Sei arqueó ambas cejas con sorpresa. -Wow, debe ser realmente mala si Yoo Dan Bi la está insultando.

-¿Esa es la chica con la cual Minseok se va a casa todos los días?- Preguntó Sehun echado de forma perezosa sobre la mesa, se extendió para robarle un poco de kimchi a Jongdae, pero este le golpeó la mano antes de que pudiera.

La octava nube (ChenMin)Where stories live. Discover now