VIII

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Fue a punto de entrar a clases cuando Jongdae descubrió a Minseok clavado sobre el suelo frente a su casillero.

Hubiera sido algo común si no fuera porque nada de lo concerniente a Kim Minseok era común. Además, el chico se mantuvo viendo el pedazo rectangular de metal por lo que parecieron minutos sin hacer absolutamente nada, cosa que lo exasperó tanto como lo inquietó. Esta persona era tan propensa a caer profundo que te veías en la obligación de estarle encima para rescatarlo si así se daba el caso... Al menos era la única explicación factible que encontraba a los constantes pensamientos sobre él. Tampoco estaba en su naturaleza ignorar a alguien en apuros, Dan Bi era igual, por eso lo entendía.

Se quedó de brazos cruzados esperando a que reaccionara y cuando no lo hizo, se le acercó y lo golpeó en la nuca con la palma abierta.

-Oye, superbobo, llegarás tarde a clase. Muévete.

Minseok no hizo más que sobarse el lugar golpeado sin despegar la mirada del maldito casillero, ni siquiera lo miró a él y eso le molestó todavía más. Sólo entonces se dignó a ver con un ceño fruncido qué tanto era así de importante y la garganta le ardió de cólera.

Allí escrita bien grande estaba la palabra ASESINO. Los trazos eran fieros y hechos con odio al punto de hacer encoger a cualquiera que los leyera. También habían abollado un poco la puerta y manchado de forma descuidada y adrede con pintura. Enseñó los dientes ante semejante vista y sus músculos se tensaron como las cuerdas de una guitarra, incluso sus dedos se curvaron de forma dolorosa alrededor de sus antebrazos. Fuera de su agrado o no, nadie debía experimentar semejante muestra de intolerancia y prejuicio.

-Olvídalo.- Murmuró con la voz llena de veneno. -Son unos inútiles, no tienen idea de lo que dicen.

Sin embargo Minseok seguía en un trance, como si nada en el mundo fuera más importante que la inscripción en su casillero. No le gustó eso. No le gustó la idea de que se redujera a algo tan banal como la palabra de unos cuantos idiotas buenos para nada, sobre todo porque ni siquiera se aproximaba a la verdad.

Se sintió en la obligación de borrar cualquier pensamiento de ese tipo de su mente.

Lo tomó de la mano, jalándolo y alejándolo de allí bruscamente. -Hola, Tierra llamando a superbobo.- Dijo en voz mucho más alta dándole un par de golpecitos a su frente. Minseok parpadeó y lo miró a los ojos por primera vez. -¿Eres sordo por las mañanas? Tu persona no es más que una serie de impedimentos unidos. Tu nombre debería ser Kim Desastre.

Eso logró traerlo de regreso porque enseguida le refunfuñó con malhumor; su mirada ya no parecía perdida, estaba repleta de irritación y mentalmente sonrió victorioso.

Esto está mejor.

-No fastidies desde tan temprano, ¿quieres? Suficiente tengo con tu rostro horrible como para lidiar con el sonido de tu insoportable voz también.

-No sabía que pensabas tanto en mí.- Chilló casi a los gritos a posta, viendo divertido como se cubría los oídos con ambas manos mientras caminaba en dirección al salón.

-Muérete.- Le siseó.

Al menos ya no pensaba tanto en el casillero arruinado...

Durante el almuerzo lo notó un tanto ensimismado. No es como si tuviera algo más que hacer, las únicas personas alrededor eran él y Dan Bi y a esta última la conocía como a la palma de su mano, considerando eso podía alegar que su mejor amiga estaba en su mundo lleno de Lee Chong Yul y patinaje artístico, así que la única opción que le quedaba era el miserable, pero terriblemente intrigante Kim Minseok, quien en esos momentos sólo se dedicaba a revolver su comida con los palillos de forma deprimente. Su actitud le molestaba, pero diablos, entendía al tipo.

La octava nube (ChenMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora