16

2K 339 147
                                    

La famosa pieza de Ludwing van Beethoven, Claro de Luna, se escuchaba en la pequeña habitación de luz opaca y NamJoon no deseaba ni se atrevía a quitar su atención de YoonGi, quien con parsimonia combinaba las teclas blancas y negras en dicha pieza melancólica.

El moreno hizo un sonido de aprobación—. Has mejorado desde la última vez que tocaste el piano—mencionó recordando la vez que el pálido le regaló una presentación en su cumpleaños.

El pelinegro asintió concentrado—. Mamá me envió a una escuela de música luego de...—garraspeó—, mudarnos.
YoonGi se movió un poco incómodo sobre la banca pensado que abriría una vieja herida, pero el peligris pareció comprender aún cuando no haya mencionado nada al respecto.

Sus dedos se quedaron estáticos sobre la hilera de dientes sin saber qué hacer o decir, quizá sólo debió mencionar la escuela y ya; siempre lo arruina, ¿no es así?

—No YoonGi, no pienses en el pasado. Ya hablamos sobre eso y todo está bien entre nosotros.

Claro que seguía siendo lastimero. YoonGi y NamJoon se llevaban tan bien de niños, y siendo sinceros, aunque el moreno dijera que el asunto ya estaba arreglado Min YoonGi se seguía sintiendo mal por haberle abandonado sin decir adiós. Aunque cabe destacar que Kim, en ese tiempo, ya sabía por qué se iría.

A Min le molestaba sentirse de esa manera. La que Kim NamJoon provocaba en él; esa sensación de calidez y la mezcla de nerviosismo y comodidad. Cada vez que él aparecía su caja de fusibles se volvía loca, ¡pero no era su culpa, NamJoon actuaba de una forma tan cordial, carismática y linda con él!

NamJoon, al notar que el pálido muchacho (por saber cuanta vez) volvía a perderse entre el océano de sus propios pensamientos, arrugó la frente y decidió por esta vez no despertarlo para dedicarle una profunda inspección.

Un suspiro relajado escapó por la nariz del más alto; tenía claro que mientras más pasaba tiempo con su arisco y mal hablado amigo acumulaba un tumulto de sentimientos.

Cada vez que lo miraba parecía que su atolondrado corazón gritara a YoonGi que se diera cuenta de que algo no cuadraba ahí.

—Yoon-...—antes de que siquiera terminara de pronunciar su nombre, el mencionado había acercado su rostro al suyo con una notoria mirada profunda y un leve color salmón sobre sus mejillas.

"Tu rostro debería ser ilegal, Min YoonGi"

—¿Te pongo nervioso?—preguntó.

—¿Q-ué?—tartamudeó.

—¿Tu corazón palpita rápido? ¿No tienes frío? ¿O sólo yo parezco estar enfermo? 

NamJoon lo sujetó por los hombros y no apartó sus ojos de él—. YoonYoon...—susurró con tono de advertencia acercándose hasta casi topar sus narices—. Estás complicándome las cosas.

Ambos muchachos parecían estar sufriendo de latidos erráticos; parecía que todo acabaría en un sólo final, a menos de que uno de los dos reaccionara primero.

El peligris tragó duro preguntándose cuánto tiempo había estado su garganta reseca, preguntándose si de verdad no era una ilusión lo que estaba pasando; si después de todo, nada malo pasaría.

Min YoonJiWhere stories live. Discover now