No era precisamente el mejor estudiante, o al menos un estudiante "promedio". Su cabello negro, y el aro pequeño que colgaba en su oreja izquierda no ayudaba mucho.
Min YoonGi era el típico estereotipo de chico malo, alguien rudo y mal hablado, lo que no concordaba con esa linda apariencia; piel pálida que parecía perfectamente cuidada, una adorable estatura y unos hermosos ojos felinos que hipnotizaría a cualquier persona que los viese.
Tal vez no debió golpear a ese mocoso, tal vez no debió ayudar a incendiar algunos escritorios... incluyendo el cabello de aquella chica que se sentaba a su lado en el laboratorio.
Pero Min YoonGi tenía claro que el tal vez o el hubiera no existen, y por esa misma razón llegamos hasta este punto de su tediosa existencia.
El porqué de empezar su segundo año en un nuevo instituto y el hecho de que su madre le quitara la mitad de la mitad de su mesada.
Y lo único que podía gastar con ello era su cuota de transporte, bastante injusto.
Al ser expulsado de su antiguo instituto y que madre le castigara no hizo que cambiara en algo su forma de actuar. En lo absoluto, seguía siendo el mismo loco y testarudo muchacho de siempre.
El pelinegro caminaba tranquilamente hasta el nuevo instituto, no tenía idea de qué esperar y lo único que sabía es que probablemente encontraría a una bola de estudiantes fracasados y cegados por las hormonas.
—Vaya... primer día y ya necesito mis vacaciones—bufó en voz baja mientras pasaba al lado de algunos estudiantes.
—¡Bienvenido! ¿¡Eres nuevo, cómo te llamas!?
Min paró abruptamente su caminar y los pensamientos que lo atormentaban, pues jamás se había encontrado a persona con semejante sonrisa radiante pegada en el rostro, y esa voz tan...
—Molesta.
El castaño frunció su ceño, y aún así su sonrisa no se perdía—. ¿Eh, molesto?
—¿No te duele sonreír de esa forma?—preguntó brusco.
—N-no entie...
—Sal de mi camino—YoonGi muy poco le importó haber golpeado el hombro del chico aquel.
El problemático Min YoonGi empezaba su año escolar.
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—¡Kim NamJoon!—gritó eufórico el de cabellos cafés.
El mencionado giró sobre sus talones, y una sonrisa hizo una de las tantas cualidades (maravillas) que más destacaban de él.
—TaeHyung—dijo mostrando su alegría al saber que el pequeño no llegó tarde el primer día.
Kim NamJoon era el estudiante ejemplar, era educado, inteligente y algo coqueto cuando se lo proponía.
Kim Taehyung era el ruidoso, curioso y excéntrico del lugar. La gente pensaba que estaba loco, y no entendían por qué NamJoon y él eran amigos.
Mejores amigos. Hermanos de otra madre.
Ambos empezaron a caminar y la emoción de un año lleno de aventuras se acercaba. Sobre todo para Tae, quien parecía el más animado de los dos.
—¡Parecen años que no nos vemos!—el castaño golpeó el hombro del más alto.
Una pequeña carcajada escapó—. La última vez que nos vimos fue ayer en tu casa mientras jugábamos a la Play.
—Dije, parecen...—remarcó.
—Tae—dijo NamJoon con burla—. Me quedé hasta las tres de la madrugada contigo, sólo pasaron horas desde eso.
El castaño puso los ojos en blanco—, sabelotodo.
El moreno abrazó a Taehyung por los hombros y sonrió marcando de nuevo aquellos atractivos hoyuelos.
—Oh, claro... Ahora soy un sabelotodo, pero cuando quieres ayuda soy NamJoonie Hyung—el peligris pellizcó las mejillas del más chico empezando su deber como amigo en molestarlo.
El menor trató de zafarse, alejando las manos de Joon en un vano intento—. ¡No es así! ¡Deja de molestarme, Kim NamJoon!
Ambos empezaron a soltar carcajadas en medio de los pasillos, mientras hacían una escena revoltosa para quienes pasaban a su lado. Sin darse cuenta que estaban a punto de ocasionar un desastre.
—¡Hyung, cuidado!
Un golpe seco se escuchó y seguido de eso un preocupado NamJoon se asustó por haber provocado algún hueso roto, o en un peor caso, una hemorragia interna.
El moreno se acercó rápido al pequeño cuerpo que estaba tendido en el suelo.
El pelinegro abrió los ojos dejando ver el rostro preocupado de un desconocido, el cual le tendía la mano y no paraba de soltar sinónimos de lo siento en ningún momento.
El paliducho chasqueó la lengua mientras sobaba su cabeza, despreciando con un golpe despectivo la mano del moreno.
—Idiota—gruñó empujando a NamJoon—. ¿Qué te pasa?
El pelinegro no olvidó mandarlo al infierno con la mirada, empujarlo una última vez y sacarle el dedo del medio antes de irse.
—¿Quién demonios es?—susurró Taehyung tomando el brazo de NamJoon—. ¿Viste como te miró?
Kim NamJoon no era una persona agresiva, no buscaba peleas y mucho menos se metía en riñas que no eran de su incumbencia (a menos de que tratase de una injusticia era todo lo contrario).
El peligris no sabía si quiera a dónde mirar o qué decir, estaba totalmente impresionado. Había sido lo más amable posible, ¿y es así como le trataban a cambio?
