11

1.9K 306 40
                                    

Era oscuro, a eso de las seis de la tarde. La poca luz entraba por la cortina a penas abierta; la paz sucumbía y lo único audible después del silencio era la respiración de ambos muchachos.

Compartían la mitad de la cama, uno del lado del otro. Luego de la pequeña conversación y que su día se hubiese desarrollado en una heladería, simplemente se dejaron caer en la cama del peligris con más calma que cuando las hojas caen en otoño.

Miraban hacia el techo pensando en el poco tiempo que habían pasado y lo mucho que había ocurrido. YoonGi llegó a la conclusión de lo lejano que era el recuerdo de él y SeokJin reuniéndose para su ridículo plan de vestirse de mujer.

—¿En qué piensas ahora?—el de tez morena se giró sobre sí para contemplar el perfil de su pequeño amigo, quedándose en esa posición.

Era un susurro, uno armonioso. Como si alguien estuviese ahí y NamJoon no quisiera ser escuchado más que por Min YoonGi.

El pálido se giró de igual forma haciendo que la escena fuera de ambos viéndose a los ojos—. NamJoon—llamó con voz bajita.

—¿Uhm?

—¿Qué hiciste todo el tiempo en el que no estuvimos juntos?

Kim lo observó minuciosamente; sonrió pensando en lo lindo que se miraba el pelinegro abultando sus mejillas curioso mientras su piel contrastaba con la escasa iluminación de la habitación.

—No mucho—suspiró haciendo una pausa—. Te extrañé, YoonGi. Estaba triste pero sabía que tenías que irte... y decidí que no estaría deprimido por siempre; entré al equipo de baloncesto y ahí conocí a Tae.

"Tae"

El pelinegro frunció levemente el ceño. Parece que TaeHyung aún no le agradaba.

—¿Me extrañaste?—preguntó NamJoon—. Está bien si no contestas, lo tomaré como un sí—se apresuró a decir, pues sabía que el muchacho no tenía labia para demostrar ciertas emociones.

El peligris sonrió mostrando sus hoyuelos contento por el silencio que los envolvió, y el de ojos gatunos bufó con el leve calor subiendo en su rostro; sus miradas conectaron, después de tanto tiempo sin verse todo parecía más ¿vergonzoso?

El ruido de la puerta principal los regresó al mundo real. Apartando la mirada con timidez.

—¿NamJoon?, ¿estás en casa?—exclamó la suave voz de una mujer.

—¡Voy!—respondió—. Es mamá—le susurró.

Se colocaron de pie rápidamente—. Tengo que irme—murmuró el pelinegro.

—No—Kim lo tomó por el brazo suavemente mientras lo acercaba a él—. Quédate un rato más, además...—NamJoon arregló los despeinados cabellos negros—. Estoy seguro que mi mamá quiere verte.

Yoon no podía negarse, no podía porque Nam estaba siendo muy amable después de que él se haya ido sin despedirse, y como antes había dicho ya el más alto, aunque no lo dijese de verdad que lo había extrañado.

El paliducho se dejó guiar hasta el salón principal encontrándose a una delgada mujer de cabellos cortos, sus ojos eran protegidos por un par de lentes cuadrados; el parecido con su amigo era impresionante, recordó las veces en las que el peligris usaba sus gafas negras de montura en la clase de matemática.

—¡Yoonie!—exclamó con ternura y nostalgia. La señora asfixió al cuerpo pequeño entre sus brazos—. Me alegro muchísimo que hayan vuelto; justo hoy he pasado a la tienda de tu madre, he querido visitarlos pero los turnos en el trabajo me lo ha hecho difícil.

Era ridículamente increíble el hecho de que ambas madres fueran tan parecidas, en serio que NamJoon empezaba a dudar si el hijo era él. Pero no podía culpar a su querida madre, no señor.

Porque después de todo, el hecho de que Min YoonGi fuera un tanto gruñón, algo arisco, mal hablado, sarcástico, etcétera y etcétera... El muchacho era apasionado, valiente, buen compañero, y tenía una hermosa sonrisa, una que Kim NamJoon nunca podrá resistirse.

Esa noche, cuando YoonGi regresó a casa y se lanzó a su cama, pensó que no era tan cómoda si Nam no estaba con él para compartir la otra mitad.

Esa noche, cuando YoonGi regresó a casa y se lanzó a su cama, pensó que no era tan cómoda si Nam no estaba con él para compartir la otra mitad

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

—¿Te divertiste ayer?—preguntó colocando el jugo mañanero frente a él.

—La señora Kim fue amable.

—Oh vamos, cariño, cuéntamelo todo—insistió su señora mamá mientras se sentaba frente a él bastante atenta.

Min se preguntó si era su madre quien se parecía a SeokJin o era SeokJin quien se parecía a ella.

—Estuve el resto de la tarde con Nam y poco después la señora Kim llegó, ¿por qué te emocionas tanto?

Su mami le sonrió sin responder y simplemente le picó la nariz con el dedo índice, besó su mejilla y continuó lavando ropa.

—Diablos mamá, eres muy extraña—susurró tomándose de un sopetón el líquido antes servido para retirarse a la escuela.

Llegó justamente cinco minutos antes de la primera clase encontrándose a NamJoon en la entrada del salón con TaeHyung.

—Ey, YoonGi—saludó mostrando una sonrisa.

—¡Wow, es igual a su hermana!—el castaño habló sorprendido.

El pelinegro les vio en silencio y simplemente asintió como saludo entrando mientras ignoraba el rostro confuso del moreno. Kim se despidió del otro y rápidamente siguió a Yoon, pero cuando quiso hablarle YunHo entró por la puerta y no tuvo más que esperarse hasta el receso.

Los periodos de clases se sintieron bastante pesados y largos, probablemente porque en un par de semanas entrarían a los primeros parciales prácticos del semestre y luego de ello vendrían los escritos.

Cuando por fin el timbre anunció la finalización de la última clase de la primera parte, los alumnos suspiraron con tranquilidad; el pálido prácticamente huyó del salón sin siquiera haber guardado sus cosas antes de salir.

Mientras corría por el pasillo estaba agradecido de que Nam no pudiese seguirlo y entretanto en su interior creaba una mini celebración, sin haberse dado cuenta que alguien (un intolerable castaño [según el pelinegro] para ser exactos) había chocado con él provocando que sus cosas cayeran regadas al suelo.

—¡Perdón, perdón, perdón!—decía Tae insistentemente con arrepentimiento.

—No importa—Yoon trató de ser paciente—. Déjalo así.

TaeHyung tomó lo primero que sus nerviosas manos alcanzaron; una bolsa azul que estaba a medio cerrar, justamente la que usaba para guardar las cosas de Min YoonJi.

Y lo que más temió en ese preciso momento había ocurrido.

Los ojos del castaño Kim se abrieron de la sorpresa al ver una maraña de cabellos negros caer de la bolsa.

Min YoonJiWo Geschichten leben. Entdecke jetzt