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El fuego lamía las paredes, el humo intoxicaba sus pulmones y la cegaba. El calor la agobiaba y de su boca sólo salían tosidos. Intentó coger aire y calmarse.

Pero entonces ellos vinieron.

Horridos monstruos de alquitrán parecían pegarse y despegarse del suelo a una velocidad vertiginosa. Rugían y mostraban sus dientes. El sonido le taladraba los oídos. Retrocedió varios pasos hasta toparse con un cuadro colgado en una pared. La gente corría y la empujaba, todos estaban heridos, la sangre cayendo. Los adultos cargaban a los niños, pero otros tantos infantes eran dejados atrás. Y los monstruos los acechaban. Tosió un poco más, sus pulmones ya no daban para más y su corazón había enloquecido. Su boca estaba reseca. Quería ir a por esa niñita atrapada entre los escombros, pero sus huesos se sentían como de plomo. El hada no podía moverse. Y luego un monstruo se acercó a la niña.

Camila cerró los ojos con fuerza, como si eso pudiese acallar los chillidos de la niña.

Se giró y vio una pintura de refilón: dos imponentes monarcas, Oritel y Marion, sujetando a una joven princesa rubia y a una bebita castaña. Pero el cuadro se trastocó de repente. Ahora mostraba a los reyes combatiendo y a la princesa huyendo. Las Brujas Ancestrales la acechaban. Ella corría más y más rápido. Estaba en un callejón sin salida. Las Brujas se acercaban más y más. ¡La iban a alcanzar! No... ¡No! ¡NO!

Camila escuchaba a alguien gritar.

Un espejo la encaró y su reflejo le devolvió la mirada. Esos ojos, esos ojos de serpiente la estaban dominando. El aire le faltaba y los gritos no cesaban.

— ¿Cariño? Despierta — una mano la zarandeaba del hombro.

La pesadilla se oscureció y la confusión se apoderó del hada castaña. El grito amainó y Camila por fin pudo respirar sin ahogarse con el humo.

—Camila, por favor — dijo una voz acongojada.

Unos brazos delgados se aferraron a ella con fuerza. El hada de fuego abrió los ojos y parpadeó con pesadez. Sus latidos acelerados se contrastabas con los calmados y rítmicos de Lauren. Su aroma le inundó las fosas nasales y se apegó a la mayor.

—Sólo fue una pesadilla, todo estará bien, amor — la reconfortó Lauren. Y su voz le transmitía la paz que tanto necesitaba.

El hada de la naturaleza le limpió unas lágrimas que Camila no recordaba haber derramado. Le besó en la frente y las tapó a ambas con la manta. Permanecieron así durante lo que parecieron horas, hasta que la angustia remitió y los remanentes de la pesadilla desaparecieron.

El reloj marcaba las tres de la mañana y Lauren hizo el ademán de volver a su cama. Camila la retuvo.

—Quédate conmigo, por favor — le dijo con la voz rasposa.

La mayor le sonrió y se recostó de nuevo junto a ella.

— ¿Estaría mal preguntar con qué soñabas, cariño? — musitó Lauren, mirando al techo.

—Tuve una pesadilla horrible — le respondió, también entre susurros. Se acomodó para rozar su nariz contra las suaves mejillas de Lauren y continuó —. Soñé con Daphne y con mis padres biológicos. Soñé el momento en que las Brujas Ancestrales los, los — se paralizó un momento — los atrapaban y asesinaban — terminó, con un murmullo entrecortado.

—Cariño...

Lauren pensó bien sus palabras mientras Camila se abrazaba a su cintura y cerraba los ojos. Sólo sus respiraciones se escuchaban.

—Cariño, no es bueno que pienses en esas cosas — suspiró —. Me refiero a que no quisiera que te obsesiones con ello porque no es bueno para ti.

— ¿Y si nunca los encuentro?

—Si nunca los encuentras entonces puedes pensar en que ellos murieron para que tú pudieras vivir. Y que a ellos les gustaría mucho que fueses feliz con Mike y Vanessa, y — dudó un poco — conmigo.

—Pero no es justo que haya tenido que pasarles eso.

—No, no lo es. Pero no podemos cambiar nada, sólo podemos aceptar lo que pasó.

Pausa.

—No quiero volver a ser una versión oscura de mí misma — declaró, con la voz temblorosa —. Fue horrible.

— ¿Soñaste que te convertías en ella?

—Sólo al final.

Ambas hadas suspiraron.

—Me da miedo que todas estas dudas que tengo por no encontrarlos me consuman — musitó Camila —. No quiero que me consuman y no quiero dejar de ser yo misma.

—Lord Darkar ya no existe, cariño.

—Lo sé, pero ¿y si su hechizo sigue dentro de mí?

Lauren se volteó para mirar a Camila a los ojos. Le besó en la nariz y le acarició la mejilla.

—Yo estaré aquí, pase lo que pase. Sólo no pienses que esos miedos son tontos o que no deberías tenerlos. Porque no es así — dijo la chica de tez pálida.

La besó en los labios por unos escasos segundos y la abrazó más fuerte antes de susurrarle al oído.

—Y si alguna vez sientes que todo te abruma, por favor habla conmigo. No cargues con esto sola, confía en mí, confía en las demás chicas. Siempre estaremos para ti como tú lo has estado para nosotras.

Si cabe, Camila se aferró aún más a ella.

Y lloró.

Dejó que las lágrimas se llevaran toda la angustia.

Luego, besó a su enamorada con necesidad de sentir tranquilidad y amor. Sus labios sabía salados, pero eso a nadie le importaba.





No te preocupes por mí, porque siento algo por ella, lo que ella siente por mí.

Fairy love 【CamRen】Where stories live. Discover now