VIII

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—Algún día tendremos que decírselo a Taylor — dijo Lauren, con pesar.

Ambas se hallaban recostadas sobre la cama de la morena. Un tibio y relajado sol mañanero les acariciaba el rostro, haciendo relucir los mechones acanelados de Camila. Mechones que su novia le trenzaba y peinaba. Lauren la tomó de las mejillas y la inclinó hacia atrás para poder mirarla a los ojos. Le alzó las cejas y Camila suspiró como desinflándose. Le encantaban las caricias de su novia, pero le preocupaba la reacción de la rubia. Le devolvió la mirada al hada de la naturaleza, intentando hacerle un puchero.

—Cariño, no te atrevas a persuadirme con esa carita otra vez. La has puesto cada vez que he mencionado el tema en este último mes.

—Pero... — inquirió Camila antes de ser cortada por su enamorada.

—Nada de peros — y le colocó un dedo sobre los labios —, esta vez se lo contaremos cuando vuelva.

Resopló un poco antes de reclamarle a la mayor con la mirada, pero al no obtener la reacción que quería, Camila dejó caer su cabeza sobre el abdomen de Lauren.

—Vamos, si incluso he llamado a los chicos y les he avisado a las demás por si las cosas se ponen peliagudas.

Camila no le contestó, sólo se cruzó de brazos y le dio la espalda. Lauren aprovechó ese gesto para frotar su nariz contra el punto débil de Camila: la nuca. La castaña se retorció de cosquillas y placer al mínimo contacto, reconocería ese toque en cualquier parte. Sin estar dispuesta a rendirse todavía, Camila se aferró a las sábanas y trató de aguantarse las ganas de reír, no pudiendo ahogar el suspiro que la caricia le arrancó. Pero cuando Lauren apoyó sus manos frías en su cintura y besó con suavidad su cuello, un gemido traicionero brotó de sus labios.

— ¡Oye! Eso no se vale — le reclamó, girándose para encararla.

Su novia le sonrió con ternura.

—Pero te gustó — le dijo, con picardía.

Camila no pudo negar esa afirmación.

—Y ¿cómo se lo diremos? — le contestó, arqueando las cejas.

—Ya encontraremos la manera.

El hada de fuego hizo una mueca, pareciendo muy triste de pronto.

—Mi amor, ¿qué pasa? — le preguntó Lauren, acariciándole la mejilla.

—Yo — exhaló — tengo miedo — y apartó la mirada.

—Cariño, no tengas miedo, ¿sí? Lo superaremos juntas — la castaña se quedó callada, por lo que Lauren continuó —. Además, ¿dónde quedó mi hada valiente y arrojada, eh? — le dijo, pinchándole el abdomen juguetonamente — Esa que siempre deja atrás sus temores para saltar y enfrentarse al enemigo que sea.

Camila escondió el rostro entre sus brazos y farfulló alguna frase incomprensible.

Una risilla se evaporó desde los labios de la mayor. Camila pensó que había cierto ritmo en sus risas, algo contagioso y sereno.

—Estaré aquí contigo para apoyarte — le susurró al oído, causando que se le pusiera la piel de gallina.

— ¿Incluso cuando le digamos a mis padres?

—Incluso si quieres decírselo a Griselda.

— ¡Lauren!

De nuevo sonó su melódica risa en respuesta.

—Lo que quiero decir — y comenzó a enrollar y desenrollar el flequillo de la castaña — es que voy a ser tu soporte sin importar lo que pase.

Camila se dio la vuelta y escaló por el cuerpo de su novia hasta llegar a su boca. Intentando transmitirle su gratitud con la mirada, cogió su mano derecha y depositó un beso. Se estiró y frotó su mejilla contra la de Lauren y la besó en la punta de la nariz, luego en la comisura de sus labios, para terminar fundiéndose con ella en un beso. Sus corazones martilleaban contra sus pechos como la primera vez, pero dejándolas con la sensación de haber encontrado un refugio. Un lugar seguro en medio de cualquier tormenta, un bote salvavidas para cada amenaza nueva, para cada lágrima, incluso para cada problema cotidiano. A falta de aire, Camila terminó el beso abrazándose con fuerza a Lauren y dejando apoyada su frente sobre la de ella.





Y estoy confundida, me siento acorralada y agobiada. Dicen que es mi culpa, pero la quiero tanto.

Fairy love 【CamRen】Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum