Cayó a los pies de la granja en cuanto bajó del coche que les llevaba de vuelta a casa. Apoyó la cabeza en los pies de su hermana, que les esperaba junto a su madre a las puertas de su humilde hogar y corrió hasta él para levantarle. Pero Jimin no se dejó. Le rogó su perdón desde el suelo, con la cara escondida entre sus pequeños zapatos.
No supo exactamente por qué lo hizo, pero lo necesitaba. Si era por no haberles escrito una larga carta cuando había podido mandarles noticias, o por años atrás, por haberle casi arrebatado la vida.
No supo si ella llegó a comprenderlo nunca pero, al perdonarle en voz alta miles de veces mientras se agachaba a su lado y lo abrazaba llorando, le hizo sentir libre. Como aquellos pájaros que volaban lejos de la guerra y que él envidiaba cuando estuvo en el campamento de entrenamiento.
Después abrazó a su madre, quien tosía sin moverse de la entrada, con los brazos estirados para su hijo. Éste, antes de entrar volvió a la entrada para abrir la puerta del copiloto del coche, donde su mejor amigo salió, con el sombrero militar entre las manos.
Jimin dejó ir a Daehyung correr a darle un largo y esperado beso a Taehyung, que se quedó de piedra, pero después la rodeó con sus brazos, cerrando los ojos.
Unos meses después, se casaron en una diminuta capilla cerca de la ciudad con la excusa de que no podían esperar más. Su madre comprendió que, después de la guerra, era normal las prisas por vivir, y les ayudó a organizarla rápidamente pese a su joven edad. También anunciaron una noticia que no gustó a todos, o más bien a Jimin, que fulminó a su amigo con la mirada al enterarse de que Daehyung estaba embarazada.
Pero por desgracia no todo fueron buenas noticias ese año.
La enfermedad pulmonar de su madre fue a peor, acabando ingresada en el hospital. Una noche pidió a Yoongi, que hacía guardia en la butaca sentado junto a ella, ver las estrellas del cielo. Él acercó la cama y las máquinas a las que estaba atada a la ventana sin que las enfermeras se enteraran. Le cogió de la mano y le dijo que no estuviera triste, que había vivido una larga vida feliz y que ahora le tocaba a sus dos hijos y a su hija. Jimin no pudo evitar contener la tristeza, porque no quería perder a su madre, pero ella se fue, no sin antes susurrarle que si veía a Yoongi allá donde fuera, le diría de su parte que le quería.
No fue ese el único funeral que se celebró. Cuando le llamaron para anunciarle que celebrarían el funeral de Min Yoongi, Jimin se negó a ir. Y no hubiese ido de no ser por Tae, que le arrastró prácticamente hasta el lugar donde se celebraba, con todos los honores militares que podía recibir. Jimin se entristeció aún más pensando que seguramente ese nunca habría sido el tipo de funeral que Yoongi hubiera querido tener.
Al menos allí estaban todos. Los hombres que combatieron con ellos, los soldados de la primera ronda que se salvaron, los militares de más alto rango... También Jaehyung, que se había dejado algo de barba y seguía siendo sargento. Y Minho, que andaba ya perfectamente y trabajaba en un centro para niños discapacitados.
Jimin se alegró de verles, sobretodo al último, que parecía recuperado y menos jodido por todo lo que había pasado. Él le contó que había ido a terapia con un psicólogo, porque sino seguramente se hubiera derrumbado. Por suerte le dijo también que por las negligencias que había cometido el sargento Shin, lo habían despedido. Jimin se alegró porque de haberlo visto en el funeral, hubiese colapsado y atacado con lo primero que hubiese encontrado.
Lo cierto era que parecía que todos habían seguido adelante con sus vidas. Todos menos él, que seguía atascado en el periodo entre la guerra y la vida normal, todavía sin poder creer que todo había acabado.
Se suponía que si querías a alguien lo suficiente le tenías que dejar ir. Pero Jimin amaba demasiado a Yoongi como para hacerlo. Cada vez que veía a alguien rubio por la calle se detenía, paralizado, pero nunca era él. Cada segundo que miraba la hora en el reloj que le había pertenecido, le añoraba. Y lo peor de todo era que solo tenía una foto de cuando era pequeño, como si fuera un desconocido cada vez que la veía. Podía haber sido cualquier niño. Tenía miedo de olvidar su rostro con el tiempo.
Y ahí estaba su rostro, sonriendo como si nada hubiese pasado, inmortalizado para siempre en una fotografía sobre su ataúd.
Jimin se despidió en silencio, dejando una nota doblada sobre el ataúd de madera, y fue el primero en marcharse.
"Te debí haber dicho cuando pude que no pudiste haberme querido mejor. Pero tú tienes que irte ahora, así que cruza el umbral y espérame al otro lado. Te quiero, Min Yoongi. Siempre lo haré."
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Bulletproof • Yoonmin •
FanfictionUna terrible guerra se desata entre Corea del Sud y Corea del Norte. Se requiere la presencia de todos los soldados en el campo de batalla. Min Yoongi está luchando en las fuerzas especiales por proteger al país de la invasión norcoreana. Park Jimin...
