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Se pasó varios días encerrado en esa tienda, sin poder ver el cielo o tomar el sol, como un prisionero de guerra en su propio campamento.

Lo único que podía hacer era memorizar cada rincón de la habitación, releer la carta de Yoongi, comer la comida seca y con mal sabor que le obligaban a tomar y dormir.

Se enteró de que nadie podía acercarse a él, ni tenía derecho a una simple visita de sus amigos gracias a las órdenes de Shin. Aun así, dio gracias de que Minho tuviera el valor de pasárselas por el forro. Además, como ya estaba suficiente malherido, más daño no podían hacerle para castigarlo.

Por las noches pasaba por detrás de su tienda para contarle a través de la tela lo que pasaba en el exterior. En una de ellas, le dijo que había tenido un pequeño enfrentamiento con Taehyung, el cual no se mostraba capaz de perdonarle. Jimin le explicó que debía tener paciencia con él y darle tiempo, que no iba a perdonarlo sin más. El otro pareció entender y se mantuvo alejado de él todo lo que pudo, sin defenderse de sus ataques.

Jimin también le pidió si podía conseguirle un lápiz y un trozo de papel de alguna parte, pero su amigo no logró encontrar nada.

Quería responder a Yoongi pero no podía, lo único que podía hacer era esperar sobre la cama, y mantener la carta a su lado.

Las semanas pasaron lentamente, haciendo que Park Jimin se volviera loco encerrado allí dentro. No quería comer, beber, ni moverse de la cama. Tan solo cerraba los ojos y los abría cuando le despertaban para dejarle la bandeja de comida sobre la mesita.

Una noche, en una de las bandejas, encontró una pequeña nota escrita con una letra que no reconocía. Decía: "voy a sacarte de ahí."

Entonces supuso que sería de Minho, o de Taehyung, ya que no había prestado suficiente atención a su caligrafía cuando escribió la carta a su hermana.

Daehyung. Su hermana pequeña. Hacía tanto que no sabía de ella, ni de su madre... las echaba mucho de menos. En aquellos momentos habría dado su brazo derecho por verlas de nuevo y poder abrazarlas.

No pudo retener las lágrimas que se acumulaban en sus ojos, que había sostenido por días. Las dejó ir sin arrepentimientos mientras se hacía un ovillo sobre el colchón, abrazándose a sí mismo. Así hasta que sus ojos no dieron más de si, rojos e hinchados, se apagaron cerrados por sus párpados.

Al abrirlos de nuevo, vio una figura borrosa parada en la entrada, que se acercó con pasos cuidadosos y se sentó junto a él.

Jimin borró los restos de lágrimas que le quedaban y se recostó, apoyándose en el cabezal, mirando al espectro que habían dejado colarse en su tienda. Estaba enfadado, se alteró al ver como el otro solo se quedaba sentado, sin tan siquiera mirarle. Sin decir una palabra, después de tanto tiempo.

- ¿Porqué lo has hecho?.- Notó como los ojos se le humedecían de nuevo, mientras alzaba la voz.- ¡¿Por qué me has dejado solo?!

Su voz se debilitó cuando rompió a llorar de nuevo, pero no tenía más lágrimas para derramar. Sabía que el fantasma a quién hablaba no estaba ahí para responderle.

- ¡¿Por qué no te despediste y te fuiste sin más?! ¡Volví a por ti, Yoongi! ¡Pero tú ya te habías ido! ¡Eres un idiota!.

Se tapó la cara con ambas manos, tratando de ocultarle a un mero espejismo el dolor que guardaba, y se sintió un tonto. Pero le sirvió para desahogarse de una vez por todas y liberar toda la carga, todo el mal que acumulaba y le estaba matando por dentro. Toda la tristeza.

- Te echo de menos.

Permaneció con las manos sobre el rostro, con miedo a que, si las quitaba, su fantasma se desvanecería dejándole solo. Pero tuvo que hacerlo y, para su alivio, seguía ahí. Pensó que debía de estar muy loco por aquel entonces, ya que su mente había reproducido su viva imagen al detalle. Su pelo rubio, su piel blanquecina y su aguda mandíbula. Estaba vestido con el mismo uniforme de la última vez que le vio.

Jimin dejó de sofocarse para pasarse una mano por el pelo. Entonces la figura frente a él se giró, todavía borrosa, y le miró con sus ojos rasgados y oscuros, brillantes.

- Lo siento.

- Oh, vamos. ¡¿Eso es todo lo que se me puede ocurrir?! Después de volverme un lunático, ¡¿mi estúpida mente solo puede inventarse un maldito lo siento!?

Se levantó de un salto de la cama, para tratar de darle una patada a la mesita, con la que tomó toda su ira. Pero algo le detuvo.

Supuso que alguno de los guardias que custodiaban la entrada había oído sus gritos de desesperación y le quería detener. Pero los brazos que le rodeaban no parecían ser agresivos. Lo hacían con cariño. Jimin se sorprendió tanto que se le olvidó lo que iba a hacer y se giró hacia la persona que le sujetaba, con el ceño fruncido.

- Te prometí que volvería a verte.

Era él. ¿Era él?

- No, no eres real... déjame.

- Jimin, mírame a los ojos. Lo siento mucho. Por todo. Estoy aquí, soy yo.

Yoongi le limpió las lágrimas de las mejillas con su dedo gordo mientras le envolvía la cara entre sus manos. Los restos desaparecieron, dejando ver la clara imagen de la realidad, con Min Yoongi delante de él, mirándole como si nada más importara en el mundo.

Como si la guerra se hubiese detenido para ellos dos.

Para ese momento.

Jimin se tiró a sus brazos, abrazándole tan fuerte como sus brazos se lo permitieron, dejándole que le envolviera y pegando su cara al pecho del chico.

- Tranquilo, no me voy a separar de ti.

- No quiero que lo hagas.

Yoongi le cogió en brazos, como si fuera un niño pequeño, y lo llevó hasta la cama, donde se recostó muy pegado a él, rodeándole con el brazo y trayéndolo hacia él.

Esperó por unos minutos así, a que el más pequeño se calmara. Éste le paso su brazo por el torso, todavía con fuerza, sin querer despegarse del mayor, con miedo.

- ¿No crees que lo más fácil sería que el soldado se enamorase de la enfermera?.- Yoongi le sonrió por un segundo, antes de que desvaneciera su sonrisa, Jimin la guardó en su memoria.- Ahora mi prioridad al luchar ha cambiado, ya no es el país, sino tú. Joder, Jimin, ¿por qué tuviste que alistarte?

- Si no lo hubiera hecho, jamás te habría conocido. Y seguramente estarías muerto sin mí.

- No soy yo el que es demasiado impulsivo y suicida.- Le acarició Yoongi el pelo, regañándole cariñosamente.- Siempre metiéndote en líos... me alegra mucho ver que estás a salvo, tuve miedo de perderte todos los días. No podía parar de pensar en ti, Jimin.

- Duele...

- ¿Qué? ¿Qué es lo que te duele? ¿Te hago daño así?

Yoongi quiso retirar preocupado su brazo pero Jimin se lo impidió, abriendo mucho los ojos. No quería moverse ni un milímetro de su lado. No era la posición en la que estaban tumbados lo que le dolía.

- ...que no sepa si eres mi imaginación.

El mayor le miró a los ojos, su tacto, su mirada, su voz, todo le parecía real. Pero no podía evitar preguntarse si se había vuelto loco de verdad y solo era producto de su mente, piezas de los recuerdos que tenía del chico, que su memoria había juntado para crearlo, producto de sus delirios.

- Descansa, Jimin, tienes que recuperar fuerzas porque voy a sacarte de esta puta tienda en la que te retienen. Y, te juro, que van a pagar caro lo que te han hecho.

Yoongi se acercó a sus labios para darle un largo y cálido beso. Jimin sonrió de verdad bajo sus labios, antes de cerrar sus párpados.

Si se estaba volviendo loco, que alguien le explicara por qué se sentía tan bien tras sentir el calor humano de un simple fantasma.

Bulletproof • Yoonmin •Where stories live. Discover now