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Al abrir los ojos por la mañana, todavía podía notar el calor que desprendía la sábana, deshecha, como si alguien hubiese estado a su lado. Como si Yoongi solo se hubiese marchado para desayunar y pudiera volver en cualquier momento. Pero, al contrario de lo que éste le prometió, no estaba junto a él cuando despertó.

Se extrañó al ver que podía moverse libremente. De alguna manera, las esposas que le ataban a la cama habían desaparecido por la noche. Se lo tomó como una señal para salir y ver la luz del día.

El sol le deslumbró, haciéndole llevarse un brazo a la frente, a modo de visera. Entre los rayos que hacían borrosa su vista, pudo ver a Minho paseando con sus muletas, acompañado de Taehyung, quién parecía hablarle tranquilamente.

Jimin se acercó moviéndose con algo de dificultad, ya que al haber estado sometido a la misma posición, le dolían las piernas y la espalda. Notaba los músculos contraídos, pero eso no le impidió llegar hasta ellos.

A su mejor amigo se le iluminó el rostro tras verle, con su gran sonrisa cuadrada y su largo pelo alborotado.

- ¡Jimin! ¿Estás bien? Por fin, pensaba que el idiota de Shin no te dejaría salir nunca. Suerte que Jaehyung se ha impuesto y te ha logrado liberar. ¿Leíste nuestra nota de que te íbamos a sacar?

Jimin frunció el ceño, tratando de procesar la información que le estaba dando. Minho se acercó cojeando.

- Esperar, ¿habéis visto a Yoongi?

Ambos se miraron más extrañados que Jimin, intercambiando miradas cómplices, cargadas de preocupación por el chico.

- Jimin, ¿de verdad te encuentras bien? Yoongi sigue en la guerra... no hay ni rastro de él.

- Jaehyung nos ha contado que no saben nada sobre él desde la misión que les mandaron en Corea del Norte.- Le puso una mano en el hombro Minho, tratando de ser lo más comprensivo posible.- Lo siento, Jimin.

Jimin dejó de escuchar lo que sus amigos estaban diciendo después de oír que el chico al que quería estaba desaparecido. Seguramente muerto. Puede incluso que, lo que hubiera visto en la tienda la noche anterior, fuera su fantasma, decidido a despedirse antes de abandonarle. Como debió haber hecho mucho tiempo atrás, en el campamento, antes de irse para siempre.

Intentó aguantar de pie hasta llegar al comedor, el cual le recordaba demasiado al que tenían en el campamento, llenándole la cabeza de recuerdos. De la primera vez que había visto a Yoongi, con su pelo rubio, su bandana y sus ojos feroces, comiendo su comida.

Tuvo que bajar la cabeza sobre la mesa y ocultarla en sus brazos, principalmente para que no le vieran llorar en silencio. No porque debía mantener una reputación o hacerse el duro, sino porque no quería dar explicación del por qué lloraba a nadie. Ni siquiera sabía si podía salirle la voz. Decidió permanecer mudo lo que quedaba de día. Minho y Taehyung lo entendieron a su manera y dejaron que sufriera en soledad, haciéndole saber que los tenía ahí en pequeñas acciones. Pasándole una mano por la espalda, llevándole la bandeja de comida, invitándole a caminar para despejarse...

Las semanas siguientes fueron una tortura para Park Jimin. Con la cabeza pegada a la radio, la cual se llevaba a todas partes, trató de averiguar si el nombre de Min Yoongi aparecería en las listas que anunciaban todos los días de los caídos. Al menos de esa manera alguien le podría confirmar que de verdad había fallecido.

Pese a las largas listas de nombres, que eran como el pan de cada día, también anunciaban la posible llegada del fin de la guerra.

Los hombres a su alrededor no paraban de comentar sobre ello, lo más contentos que podían estar. Corea del Sur ganaría sobre el Norte, pese a su pesado armamento militar, las estrategias de combate del sur habían tenido más éxito, cosa que Jimin odiaba reconocer.

Y, así, un día como otro cualquiera, el fuerte ruido de los megáfonos del campamento militar anunciaba la caída del Norte y la victoria tan esperada del Sur.

Los vítores y cantos se podían oír por todo el recinto y Jimin no pudo evitar sonreír de alivio y alegría con ellos, por mucho que se sintiera culpable, por los que no habían podido regresar a casa.

Taehyung le rodeó del cuello y le abrazó, al igual que Minho, el cual parecía mejorar su cojera al caminar hacia él con más soltura. O tal vez fuera porque se había acostumbrado a caminar con las muletas.

Algunos hombres incluso lloraban, de alegría y de tristeza, otros gritaban alabando a su país, y otros quedaban en silencio, sin saber qué decir.

Por fin regresarían a su hogar, después de tanto tiempo. Por fin podría ver a su familia, no estaba herido superficialmente, tenía a sus amigos a su lado, la guerra había acabado.

Y sin embargo no era feliz.

Le faltaba algo.

Le faltaba alguien.

Bulletproof • Yoonmin •Where stories live. Discover now