Yo no quería que se pusieran a hablar, así que, interrumpiendo la futura conversación, hablé yo.

—Michael, ¿nos vamos ya? —la prisa se me notó en la voz por la impaciencia que sentía.

—Sí, sí, claro. Vamos —me respondió cogiéndome la mano y dándome un suave apretón.

Traía su coche, un Range Rover blanco que me pareció demasiado... extravagante. Él se rio al verme mirar el coche.

—Pagan bien en el hospital —fue su comentario.

Yo rodé los ojos. El clasismo, por desgracia, seguía existiendo. Y más por esta zona. Pero no me quejaba. Tal vez podría... sacar algún beneficio de este juego con Michael.

—¿Cómo de bien? —pregunté interesada. Realmente interesada.

—Esa es otra historia. ¿A dónde te apetece ir? —me preguntó, cambiando de tema.

—¿Por qué no me sorprendes? —le pregunté con una sonrisa—. O mejor, lo intentas —le guiñé el ojo para que supiera que era broma. Pero aun así no lo pilló.

Durante el trayecto, aproveché y me quité el incómodo suéter. Además de que la camisa era bastante bonita con el borde de encaje que llevaba, que resaltaba mis pechos. Y eso no le pasó desapercibido a Michael, que tragó saliva y lo pillé mirándome de reojo.

Lo que no me esperaba en absoluto era que me llevara a una... heladería.

Este hombre era más inocente e infantil de lo que en un principio supuse. Y en ese momento me arrepentí de no haber hecho una apuesta con Marc sobre este chico siendo virgen a los veintiséis años.

Estaba segurísima de que hubiera ganado yo.

Miraba a Michael de comerse un helado de chocolate mientras yo solo lo miraba intentando que no me diera asco. O que al menos no se me notara en la cara.

Tenía las comisuras manchadas y parecía totalmente un niño pequeño. Yo, en cambio, me sentía como una persona mayor cuidando de su nieto.

Disimulando una tos y mirando a otro lado noté la mirada de un grupo de chicas que miraban con interés a Michael. Me pareció curioso, porque el hombre precisamente no se estaba portando como un caballero y yo realmente me sentía como la damisela en apuros. Internamente rogaba que alguien me salvara de él.

Cuando se terminó el helado y se limpió la boca para mi alivio, me miró y me sonrió.

La verdad es que era bastante atractivo, pero todo lo que ganaba con el físico lo perdía con la actitud que tenía. Decidí ponerlo a prueba siendo atrevida con él.

—Y, cuéntame Michael. ¿Cómo te ha ido en el amor? —empecé siendo indirecta. Tampoco quería espantarlo o, peor, enfadarlo y que le fuera con el chisme a mi madre.

Él pareció sorprendido por la pregunta, lo que me hizo dudar si era gay.

—Y-yo, bueno —habló nervioso, por lo que puse una mano encima de la suya para hacerle creer que de verdad me importaba y que podía confiar en mí—, no he tenido muchas parejas, ya sabes.

—¿Una? ¿Dos? —pregunté. Se notaba que no estaba acostumbrado al tacto de una mujer. Se puso rígido en cuanto subí mi mano a su muñeca.

—Una —asintió con la cabeza.

—¿Y qué os pasó? —pregunté esta vez interesada.

—B-bueno —empezó a tartamudear de nuevo. Y me pregunté si tal vez era así o solo cuando se ponía nervioso, lo que parecía ser cuando estaba yo con él.

—Tranquilo —le animé dándole una sonrisa—, puedes confiar en mí —le dije. A ver si así dejaba de tartamudear porque me estaba poniendo nerviosa.

—Se acabó porque ella.... ella quería sexo y yo soy muy fiel a mis creencias y le dije que no haría nada con ella hasta la boda—finalizó.

Eso me sorprendió menos de lo que debería haber hecho. Nuestras familias parecían ser de la misma condición, a pesar de que Michael había crecido igual de ciego y yo había sido de las pocas que —junto con Marc y los demás— había abierto los ojos a la realidad.

—Bueno —le dije—, te entiendo —esperé a ver su reacción para seguir hablando. Él suspiró y se relajó visiblemente. Después me sonrió—. Pero, eso podemos hacerlo distinto tú y yo —acabé la frase, no muy segura de cómo se lo iba a tomar.

Por la expresión que me puso: no muy bien.

—N-no sé, Scarlett, y-yo no soy así —soltó su mano de la mía y supe ahí que había cruzado los límites. Pero también sabía cómo volver a tener yo el control.

—Me gustas de verdad —le interrumpí el tartamudeo. Le miré fijamente a los ojos esperando que él hiciera lo mismo. Y acerté porque no tardó mucho en fijar la mirada con la mía—. Y creo que estamos de acuerdo en que podemos hacer la espera más... interesante. ¿No crees? —le di una sonrisa pícara sin apartar la mirada de la suya y vi cómo su manzana de Adam bajaba y subía por su garganta. Por lo que aproveché y me acerqué más.

Estaba a punto de darme por vencida cuando, en el momento más inesperado, me respondió.

—Si es contigo creo que sí puedo hacerlo.

Sonreí triunfante. No sabía que me gustaba corromper a la gente hasta que tuve a este primero comiendo de la palma de mi mano.

Esto sería divertido e interesante.

Y no podía esperar a disfrutarlo.

—¿Y si empezamos hoy? —le sugerí.

Él tragó saliva fuertemente.

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> Jesse saldrá en el siguiente capítulo. ¿Qué creéis que pasará?

#1 Explicit. © ✓Where stories live. Discover now