014.

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En el calor del refugio de mi casa, un par de días después seguía dándole vueltas a las palabras de Jason. 

Si te matara, mi hermano se encargaría de salir un par de horas de la cárcel y matarme con sus propias manos.

¿Sería cierto? ¿Sería Jesse capaz de matar a su propio hermano por alguien que apenas conocía de unas semanas?

Suspirando, dejando de lado el tema para no comerme más la cabeza, decidí distraerme con todas las cosas que tenía que hacer, que no eran pocas.

Marc me había estado llamando sin parar todo el día, y aún no le había devuelto las llamadas. Así que empecé por ahí. Aunque con lo tarde que era me sorprendería si contestaba.

Contestó al segundo toque.

—Scar, ¿dónde estabas metida? Te he llamado como unas quince veces —no pude evitar rodar los ojos ante tanta insistencia y urgencia.

Con mi dedo índice daba vueltas a un mechón de pelo que se me había soltado de la coleta. Me vi en el reflejo del espejo que tenía en mi mesa, y lo solté, mirándome las uñas.

—Ya, Marc, lo siento. He estado ocupada y... con el castigo, y eso —no quería dar más explicaciones de las necesarias, No quería involucrar a nadie más en el lío en el que me había metido al relacionarme más de lo debido con los hermanos Stevenson. Marc ya sabía demasiado a estas alturas y era mejor parar ahora que lamentar después.

—No me la cuelas, Scarlet. Sé que te pasa algo, pero tampoco te puedo obligar a que me cuentes nada, así que tú misma —lo oí suspirar al otro lado—. De todas formas, no te había llamado por eso. Sólo era para pedirte unos apuntes que me hacen falta para mañana.

¿Sólo era para eso? Maldito seas, Marc.

—Claro, pásate cuando quieras —le dije rodando los ojos y le colgué.

Tiré el móvil encima de la cama, frustrada. No podía contarle a nadie, ni siquiera a mi mejor amigo, lo que me había pasado con el hermano de Jesse. No podía dejar de pensar en todo y en enlazar cosas que estaban totalmente fuera de lugar con ellos dos. Empezando por el día de la fiesta. ¿Cómo sabía él que estaría allí? ¿Y la hora? Siguiendo el día que estuve en prisión. De todos los días que había, ¿cómo sabía él que estaría allí en esos momentos? Era todo un caos. Y sabía que estaban jugando con mi mente, pero no sabía ni cómo ni por qué.

Tumbándome en la cama, mirando al techo, intentaba desconectar. De todo. Fallando miserablemente en el intento.

Yo no creía en el destino, pero ¿por qué de entre todas las personas en el mundo que hay encerradas, tuve que conocer justamente a Jesse? Aunque no me arrepentía, hubiera preferido que mi vida personal se hubiera quedado fuera de todo esto. No sabía cómo, pero en apenas unas semanas y sin yo haber dicho nada, sabía mi apellido, quiénes eran mis amigos, y sabía que era la hija del guarda.

Toda esa información podía ser peligrosa en su conocimiento, podía usarlo todo contra mí, podía arruinarme la vida. Hasta podía matarme. Y yo no podría hacer nada para evitarlo.

Esta situación parecía obra de un juego retorcido en el que el único final posible parecía ser la tragedia. Aunque no había reglas, así que a esto tal vez pudieran jugar dos, o tres, si metía a su hermano.

Sólo podía quedar un vencedor.

Sacando las fuerzas de donde no las tenía, cogí el ordenador y ya sabiendo los apellidos de Jesse, me dediqué a buscar y recopilar información que me pudiera ser útil.

Lo único que aparecía era todo lo que ya sabía porque había salido de su propia boca. Nada nuevo.

Hasta que encontré un vídeo del detective que había estado llevando el último caso de Jesse. Tuve que pasar unos cuantos de minutos porque lo único que podía escuchar eran los detalles tan frívolos y sangrientos de todas las atrocidades que había cometido. Hasta que llegué a la parte en la que le preguntaban por la vida personal.

"[...] Sólo sabemos con certeza que no tiene familia, ni ningún pariente cercano. Ni siquiera familia política. Lo que nos lleva a [...]"

Ya no escuchaba nada más. No entendía nada. ¿Cómo que no tenía familia ni parientes cercanos? ¿No sabían de la existencia de su hermano? ¿O es que había estado engañada todo este tiempo?

 ¿Cómo que no tenía familia ni parientes cercanos? ¿No sabían de la existencia de su hermano? ¿O es que había estado engañada todo este tiempo?

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Cuando me desperté, lo primero en lo que pensé fue lo que descubrí la noche anterior. Aún no había podido asimilar nada, y no sabía si es que hubo un error por parte del detective al no hallar al hermano de Jesse o qué era en realidad lo que estaba pasando.

De todas formas, seguiría investigando por mi cuenta y no le diría nada a nadie. Tenía que seguir siendo la misma de siempre con él, aunque no me sería difícil, porque cada vez que me sonreía o me tocaba se me olvidaba todo menos él, y eso era peligroso a la vez que podía usarlo a mi favor. Se me daba bien fingir, pero a él se le daba muy bien leerme. Así que todo cuanto más natural fuese, mejor.

Ese día me había levantado y arreglado mucho antes de lo que normalmente hacía, y les sorprendió a mis padres que ya estaban preparando el desayuno y mi padre estaba a punto de despertarme, porque hoy tenía que volver a prisión.

Cuando estaba sentándome frente a mi padre, me sonrió.

—Veo que te estás haciendo a la idea de que lo hacemos por tu bien.

¿En serio seguía con lo mismo?

—Claro —le dije a sabiendas de que si le discutía no haría más que enfadarlo y le llevaría a que me impusiera otro castigo.

Mientras comíamos, ellos hablaban entre ellos, mientras que yo no dejaba de darle vueltas a todo. No sabía por dónde empezaría a investigar, porque en internet no había mucho más. Había una confidencialidad extrema con todo lo relacionado a crímenes y culpables que apenas había dónde mirar.

Excepto en las cárceles.

El problema era que no cualquiera podía acceder a esa información tan libremente, pero mi padre sí. Él era el guarda. Levanté la mirada ligeramente y pude ver que tenía en el bolsillo de la camisa un llavero enorme con muchas llaves de formas raras. No parecían las típicas de cualquier casa, así que ahí tenía la respuesta. Tenía que hacerme con esas llaves de alguna manera.

Una vez que ya estábamos saliendo de casa, un hormigueo en el estómago que ya conocía bastante bien empezó a hacerse notar. Suspirando para intentar disminuir todas las sensaciones, me metí dentro del coche y en cuestión de minutos llegamos.

—Yo hoy me tengo que volver a casa antes, Scarlet. Así que te quedarás aquí un par de horas más que yo, y no te escaquees —me advirtió.

A mí me daba igual que se quedase o se fuese antes, lo que me interesaba lo tenía en el bolsillo de la camisa y no sabía si las llevaba siempre con él o al turnarse con el otro guarda se las daba, o ni siquiera sabía cuántas copias de esas llaves había.

Esto no sería tan fácil como me imaginaba en un principio.

Pero, ya que estaba aquí, podría hacer un poco de investigación antes de ir con Jesse. De todas formas, no creía que supiera que ya estaba aquí.

Aunque al parecer me había equivocado, se me había adelantado. Otra vez. 

—Hola, preciosa. Espero que no te hayas olvidado de mí.

#1 Explicit. © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora