024.

4.8K 416 120
                                    

Me estaba preparando para la cita con Michael. La verdad era que no me interesaba en absoluto, pero ¿quién dijo que no podía divertirme un rato? Esta era la ocasión perfecta. Como sabía que mi madre no aprobaría ciertas... prendas de vestir, me puse un jersey encima de la camisa escotada que llevaba, y eso le sería más que suficiente.

—Estás preciosa, hija —apremió ella desde la puerta de mi habitación mientras me cepillaba el pelo frente al tocador—. Michael parece un buen hombre para ti.

Rodé los ojos antes de darme la vuelta en mi asiento y darle una de las sonrisas más falsas que le había dado alguna vez a alguien.

—Lo sé, mamá. A mí también me gusta —le mentí y me volví a girar. La escuché suspirar y noté que se acercaba por detrás, para quitarme el cepillo de la mano y peinarme ella.

—La verdad es que llevamos tiempo intentando organizar una cita para vosotros, pero simplemente no sabíamos cómo —¿disculpa? ¿De qué estaba hablando?—, así que hablamos con la madre de Michael y a ella se le ocurrió.

Sabía que mi madre era mala, lo que no sabía es que era una hija de puta. ¿Cómo podía ser tan frívola y querer mangonear mi vida de esa manera? Notaba la ira, pero me contuve. No podía montarle ahora una escena. En vez de eso me vengaría de todos ellos. Sabía que meter a Michael en mi trampa no era justo, pero ¿y si él sabía de todo esto tanto como ellos? Tenía que asegurarme.

—Bueno, mamá, es mejor que me vaya, no quiero llegar tarde —me levanté para salir de allí. Si no lo hacía no podía confiar en mi autocontrol y probablemente me pondría a gritar como una loca.

Tenía unos padres retrógrados que vivían en el siglo XVI y yo no podía aguantar eso. No más.

—Oh, no te preocupes por eso —comentó, animada—. Le he pedido a Michael que venga a recogerte.

Nada más oír esas palabras me entró un tic en el ojo. Mi madre me estaba poniendo de los nervios.

No sabría si aguantaría un minuto más en aquella sala con mi madre mirándome toda sonriente y feliz como si le hubiera tocado la lotería. Yo suspiraba cada cinco minutos y cada segundo me parecía una eternidad. Esperar me aburría. Y parecía que nunca iba a llegar el momento de salir de allí.

Intenté distraerme contando hasta cien, luego doscientos. Y cuando ya casi estaba a punto de explotar, vi un jarrón verde que parecía ser nuevo. Era de cristal y la luz que incidía sobre él lo hacía más bonito incluso. No sabía por qué, pero me calmó. Me recordaba al color de los ojos de Jesse. Y, sin esperarlo, un sentimiento de culpabilidad me inundó.

Me enfadé por eso porque Jesse y yo no éramos nada. Hacíamos ciertas.... cosas juntos, pero eso no nos convertía en nada ni cambiaba nada entre nosotros.

Simplemente nos divertíamos.

Me sacó de mis pensamientos unos golpes en la puerta. Y deduje que sería Michael. No podía ser nadie más.

Aliviada porque por fin me libraba de mi madre, me levanté de un salto y fui yo misma a abrir la puerta.

Michael estaba cabizbajo y cuando se dio cuenta de que la puerta estaba abierta, levantó la mirada.

Sus bonitos ojos grisáceos me saludaron con un brillo que no había visto la noche anterior y pensé en cómo cambiaban las cosas cuando las veías con una luz distinta. No pude evitar devolverle la sonrisa. Era contagiosa.

No me había percatado de que mi madre estaba detrás de mí hasta que Michael la saludó.

—Buenas tardes, señora Faye.

#1 Explicit. © ✓Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin