019.

5.1K 455 51
                                    

Cuando volví al día siguiente a la hora habitual, estaba esperando en la sala de visitas donde normalmente acudían las familias de los presos y donde nunca había visto a Jesse entrar. Lo que me hacía sospechar aún más de toda esta situación con él.

De repente, empecé a escuchar murmullo y pasos pesados cada vez más cerca, así que miré mi móvil y me di cuenta de que venían todos hacia aquí ya que era la hora de tiempo libre y visitas. A pesar de que había presos a los que nunca visitaban.

Entraban todos los encarcelados, uno a uno, con las manos esposadas. Yo miraba todos los rostros intentando encontrar uno en concreto, pero no aparecía y mi preocupación era cada vez mayor.

¿Qué estaba pasando?

Levantándome despacio para no levantar mucho la atención, salí de aquella sala no sabiendo exactamente dónde ir.

Miré a ambos lados del pasillo, esperando verlo venir con alguna cutre excusa de que estaba en el baño o algo, pero nada. Me estaba poniendo nerviosa, así que inspiré y me intenté relajar. No podía perder los papeles aquí, y si preguntaba por él concretamente levantaría sospechas.

—¿Buscas a alguien, rubita? —me sobresalté. No me esperaba que apareciera de la nada, y menos que me diera ese susto de muerte.

Pero cuando me di la vuelta, no podía creerme lo que veía.

—¿Quién te ha hecho eso? —le pregunté alarmada, en apenas un susurro, mientras me llevaba la mano a la boca, tapándola. Le miraba todo el rostro demacrado, los ojos morados e hinchados, apenas pudiendo abrirlos, pero aun así tenía esa sonrisa torcida tan característica suya. ¿Quién podía cometer semejante brutalidad?

───༺༻───

Estaba sin palabras. La conversación que había tenido con Jesse no me dejaba descansar, las palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez, no me dejaban en paz.

Por Dios, ¿quién te ha hecho eso? le preguntaba alarmada una y otra vez, insistiéndole al ver que no hablaba. Rozándole apenas la cara, tan llena de moratones.

—Oye, déjalo, estoy bien, ¿no? Estoy aquí enterito para ti, preciosa —era lo único que decía. Él se reía, pero yo no le veía la gracia al asunto. Así que lo volví a intentar una vez más.

—Jesse, por favor, habla conmigo —le rogué— y dime quién te ha hecho esto —acabé la frase casi sin voz. La impresión era tal que me cortaba el aliento casi.

Él me volvió la cara, y pude ver cómo le molestaba el hecho de que le estuviera insistiendo tanto. Sabía que no quería decírmelo, pero no entendía por qué. Y por qué, después de todo, no confiaba ni un ápice en mí. Así que me di la vuelta, lista para irme. Me estaban entrando ganas de vomitar por la situación tan violenta e impactante.

—Fueron los guardias, Scarlet —le oí susurrar detrás de mí. Cuando me giré para mirarle a la cara, vi que no mentía. Estaba asustado.

Sin decir nada más, me fui. Esto era demasiado para mí.

No podía quitármelo de la cabeza. ¿Ese había sido el castigo por el asunto de las llaves? Pero yo no entendía cómo se habían enterado. ¿Les daría alguien el chivatazo? ¿Sabrían los guardias todo lo que estaba pasando con Jesse y conmigo? Las dudas eran cada vez más y no sabía la forma de llegar a las respuestas.

Y aún tenía que seguir investigando, aunque, ¿sería esto una llamada de atención hacia mí? Pero ¿de quién?

Entonces recordé la foto que le hice a la ficha policial. Seguía sin saber quién era ese hombre, pero esos ojos me eran tan familiares. Los había visto recientemente, pero no sabía dónde.

Algo me decía que seguir profundizando en todo esto podría ser como las arenas movedizas: cuanto más te muevas, más te hundes. Y yo casi podía sentir cómo estaba casi al cuello con todo esto.

#1 Explicit. © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora