023.

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—¿Y yo? ¿No tengo voz ni voto en eso? Porque, hasta donde yo sé, es a mí a quien vas a llevar —le repliqué.

Él solo me ofreció un encogimiento de hombros. Como si no hubiera nada que hacer.

Sabía que mis padres eran conservadores, pero no a tal extremo de querer controlar mi vida al milímetro. Nunca se habían preocupado de buscar pareja sentimental para mí y mucho menos hubiera pensado que empezarían a hacerlo ahora. Aunque una parte de mi no podía evitar reírse ante la idea de que tal vez estaban intentando descubrir si era lesbiana para desheredarme.

Por desgracia, no era lesbiana.

Desechando esas ideas de mi cabeza me centré en el momento. ¿Había dicho que tenía su consentimiento para llevarme a una cita? ¿Y mi opinión? ¿No deberían haberme preguntado a mi antes de suponer nada?

No mencioné nada al respecto durante la cena, no quería drama por una noche. Y menos mal que ninguno de ellos dijo nada sobre el tema.

Al contrario, Michael fue un caballero y nos contó cosas de su infancia y podía ver cómo mi madre estaba planeando nuestra boda en su cabeza.

Miré a mi padre y él parecía aburrido de tanta charla. Pero sabía que no le decía nada porque así mi madre hablaba con Michael y a él lo dejaba tranquilo.

Yo estaba entre mi madre y Don Perfecto, pensando en mis propias cosas. Sabía que tenía que contarle todo esto a Marc en cuanto antes y que él sería sincero dándome su opinión sobre esto. Y por otro lado estaba Jesse.

Ay, Jesse.

Si no lo hubiera conocido, tal vez me estaría follando ahora a Michael, aunque el hecho de estar de tonteo con Jesse no me impedía nada. Él estaba encerrado y no habíamos dicho nada de exclusividad.

Aunque sabía que era todo mera fachada. Aunque quisiera no podría estar con alguien que parecía un virgen. ¿Sería Michael tan cristiano como mis padres? A lo mejor eso me excitaría aun más y me incitaría a tentarlo.

Eso era algo que estaba pendiente. Así que me lancé.

—Um, Michael —puse la cara de inocente que tan bien fingía delante de mis padres— ¿crees que podríamos salir mañana? Me apetece conocerte más —le di una sonrisa tímida, de esas que derretían el hielo más duro.

A él parecía que le encantó eso. Era demasiado ingenuo si pensaba que llevaba buenas intenciones con él. Me dio una sonrisa enorme que hizo que se le achinaran los ojos. El chico era adorable, cabía decir, pero tan crédulo.

—Me encantaría —comenzó—. Es decir —rectificó enseguida, buscando la aprobación de mi madre. Me sentía como si estuviera en la Edad Media—, si a tu madre le parece bien que sea mañana.

Miré a mi madre en caso de que tuviera que convencerla. Pero ella estaba sonriendo como si hubiera visto un unicornio.

—Me parece genial.

Al acabar la cena, mi madre convenció a Michael para que se quedara a tomar un café, pero luego cuando le pidió que se quedara un rato más, él declinó la oferta y le dijo que tenía que ir a su casa, que aún tenía mucho desembalaje por hacer y su madre estaba esperándolo.

Menos mal que se fue o habría vomitado sobre su estúpida camisa bien planchada. Odiaba tanta perfección.

Una vez que se fue, mis padres recogieron la cocina y yo me fui a mi habitación desenchufando el móvil del cargador para entrar al baño de mi cuarto y llamar a Marc desde allí. Sabía que, a veces, mi madre se ponía detrás de la puerta a escucharme ya que la pillé un día allí cotilleando.

Estaba obsesionada.

Como no me respondió, decidí mandarle un mensaje diciéndole que todo lo que tenía que contarle era demasiado complicado como para que me entendiese por mensaje y cuando lo leyó me llamó.

—Acabo de ver tu mensaje, Scar, ¿que ha pasado?

Lo escuché un tanto agitado. Como si hubiera estado corriendo.

—¿Estabas follando? —le pregunté sonriendo. El muy condenado tenía suerte.

—Jesús, eres una bruta —fue lo único que respondió. Eso significaba que sí.

—Bueno —dije desviando el tema de él—, no te vas a creer lo que ha pasado esta vez.

—Ya me espero cualquier cosa —me dijo como si nada.

Estaba segura de que esto sí que le iba a sorprender.

—Me han buscado una cita.

Lo oí de toser al otro lado. Sabía que le iba a sorprender. No era para menos.

—¿Lo dices en serio?

—Te lo juro por lo que más quieras, Marc.

—Eso es... pasarse un poco. ¿No crees?

—Marc, deberías saber que mi madre se pasó hace ya mucho. Justo el día que pensó que el mejor castigo para su hija era ir a una prisión donde están los delincuentes más peligrosos del país solo porque su hija hace alguna travesura que otra —le expliqué, haciéndole ver lo obvio.

—Ya... oye ¿y qué vas a hacer? —me preguntó interesado.

—Marc, me conoces. Ya sabes lo que voy a hacer —le dije y le colgué con una sonrisa llena de intenciones indecentes.

#1 Explicit. © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora