Ja!

Deja de ser tonta — me regañé mentalmente.
Tomé un abrigo que llevaría a mano. ¿Por qué vamos a tomar helado con este clima? No importa, no pude resistirlo.

Luego de haberme vestido y puesto un poco de brillo labial, esperé sentada en mi cama mientras leía algo acerca de las nuevas oportunidades en uno de mis infaltables libros.

"Las personas, o en su gran mayoría, creen vivir en un mundo en donde cuando algo sale mal, renuncian, se rinden, abandonan. Una voz que les grita en la cabeza que una frustración, es un fracaso.
Las nuevas oportunidades nacen cada segundo, pero nos hacemos ciegos, nos rehusamos a creer que la vida te está diciendo: ven, cree en nuevos ciclos, vive nuevas experiencias, no le temas a fracasar, no te niegues a seguir intentando.
A diario se aprende que los humanos estamos destinados a fallar, y por ende, a ser fallados. Dejando la monotonía de una oportunidad, aprenderemos que lo errores son lecciones y que nunca son todos iguales."

A veces creo que los libros llegan en el momento oportuno de mi vida, es como si las páginas que tengo en mis manos me estuvieran diciendo que tengo que arriesgarme a conocer a Homer, no es como los demás, en realidad, parece ser un buen chico.

Escuché el timbre de la entrada y enseguida bajé corriendo, a la mitad de las gradas me detuve y caminé normalmente tratando de no parecer desesperada.

Abrí la puerta, y ahí estaba él. Con una hermosa camiseta azul marino y unos jeans que le quedaban a la medida. De acuerdo, actúa normal, Ada.

—Oh, ¿Ya es hora? — miré el reloj en mi muñeca — no me había dado cuenta — Bien.
No, sonó muy desinteresado, ya lo arruiné.

—¿En serio? Yo estuve contando los minutos — a un metro de distancia ya podía oler su perfume.

—Déjate de idioteces — soltó una carcajada y el ambiente se volvió ligero. Bien, todo era como antes ahora.

—Vamos, linda, es hora de disfrutar la tarde — se hizo a un lado y mientras aseguraba la casa, él abrió la puerta del auto para mí.

—Anda a tu puesto y deja de molestarme — alzó las manos en defensa y se alejó de mí para empezar a conducir.

Supuse que iríamos a una heladería conocida, era conocida por tener variedad de sabores y atender rápido a los clientes, sin embargo, nos dirigimos a una calle totalmente desconocida para mí.

—Puedo ver tu cara, Ada, no te preocupes, no voy a secuestrarte todavía — respiré profundo y traté de ignorar su mirada curiosa.

—¿A dónde me llevas? — le pregunté mientras veía los alrededores.

—No creerás que sólo íbamos por un helado, ¿Cierto? — empecé a retorcer mis manos con nerviosismo.

—De hecho, eso habíamos planeado — rió un poco.

—Vamos a un lugar un poco más privado, después tomaremos un helado — ¿Privado?

—Dime a dónde vamos — exigí con dureza, en realidad muy por dentro de mi corazón, estaba emocionada.

—Te llevaré a montar a caballo, apuesto a que te encantará — así que también sabía que nunca había hecho algo como eso. Me gustaban los animales, pero prefería quedarme en casa a salir a la naturaleza.

—¿Es seguro? — primero tenía que confirmar mi bienestar.

—Claro que si, nos vamos a divertir mucho — tenía en su rostro una sonrisa enorme y decidí dejarla así por el resto de camino.

No pasó mucho tiempo cuando llegamos a un lugar lleno de espacios verdes y con un establo en medio. Bajó del auto y yo lo seguí.

—Hola, Mase —dijo Homer. Ahí estaba su mejor amigo, sonriendo y viéndose agradable como cada día.

—Ada, Homer. Sean bienvenidos al establo que era de mi padre. Tengo sus caballos listos para un paseo — era agradable saber que Homer planeó todo esto. En verdad era lindo cuando no estaba en modo dramático.

Lo saludé con la mano y nos guió por un camino de tierra. Cuando llegamos a lo que parecía ser nuestro destino final, miré a dos caballos juntos con sillas de montar.

—Yo...no sé cómo subirme — susurré aterrada.

—Es fácil, vamos, yo te ayudo — fuimos al primer caballo y con su ayuda, de un sólo movimiento ya estaba arriba. Él hizo lo mismo.

—De acuerdo, chicos, los dejo solos. ¡Disfruten! — el caballo empezó a andar lento y sonreí. Era divertido, no sé por qué les tenía tanto miedo.

—Entonces, Ada, ¿Podemos ir un poco más rápido? — asentí en respuesta y me indicó lo que tenía que hacer.

—Creo que a esta velocidad está bien — concordó conmigo y seguimos andando en silencio.
Después de casi diez minutos por fin habló.

—¿Ada? — lo miré y me encontré con sus penetrantes ojos.

—¿Si? — seguro mis mejillas estaban coloradas, culparía al caballo.

—Creo que no escogí un buen clima para esto — miré al cielo y las nubes estaban de color gris.

—Tenemos tiempo hasta que empiece a llover, es perfecto, gracias — tenía que ser un poco agradable este día, no quería ser grosera con él.

—Tengo que decirte algo — esquivé su mirada y mis manos empezaron a sudar, que no diga nada sobre el accidente, por favor, por favor.

—¿Qué cosa? — suspiró y se quedó callado unos instantes.

—Creo que nuestros caballos están enamorados — lo miré con terror y bajé la vista hacia los caballos. Es cierto, estaban muy juntos y empezaron a darse cariñitos.

—Dime que no es cierto — él empezó a reír y eso me volvió más intranquila.

—Lo es, míralos, son adorables.

—Quiero bajarme, vamos, Homer, ¡van a juntarse con nosotros encima! — susurré deseando que los caballos no entendieran.

—No exageres, Ada, no van a hacer nada — pero sus palabras no fueron escuchadas, las cabezas de los caballos de juntaban cada vez más y yo ya había empezado a desesperarme, razón número mil para no salir de casa — De acuerdo — suspiró rendido — hazte un poco más atrás — le hice caso tratando de no caerme y en un segundo muy rápido para procesar, Homer saltó de su caballo para llegar al mío. Rápidamente me sujeté de él.

—¡¿Estás loco?¡ Pudiste haber muerto! — él empezó a sonreír y le dí un pequeño golpe en la espalda.

—Tranquila, Ada, nada va a pasarte. Ahora déjame pensar cómo vamos a bajarnos de aquí arriba — abrí los ojos con exageración aunque no pudiera verme.

—¡Pensé que saldrías cabalgando o algo! — negó con la cabeza repetidamente.

—En realidad, no sé nada de caballos, lo que viste hace rato fue sólo para impresionarte.

—¡¿De qué rayos estás hablando?! — grité en su oído.

—Hablo de que pude terminar en el hospital, pero creo que eres de la buena suerte — en eso, Mason vino en su auto y bajó con rapidez.

—Mis binoculares me dejaron ver lo que estaba pasando, creo que voy a ser abuelo — dijo mirando con orgullo al caballo del cual Homer se había bajado, ¿Nos estaba espiando?

—¿Cómo bajamos? — pregunté despacio.

—Oh, eso. Es fácil, bajen por el otro lado de donde se subieron, el caballo no les hará nada — primero lo hizo Homer y luego me ayudó a mi. Que desastre, tanto drama y era tan fácil.

—Gracias Mase, ¿Puedes con esto tú solo? — Mason asintió — de acuerdo, creo que iremos a tomar helado ya que esto no salió como planeaba.

En verdad se veía decepcionado. Fuimos hacia su auto y puso todo en marcha.

—Supongo que no estuvo mal, gracias — le dije con sinceridad.

—Fue un desastre, Ada. Prometo comprarte un buen helado para compensar lo de los caballos. —
Sonreí en respuesta y fuimos en un agradable silencio. Estaba loco si creía que iba a dejar que pague mi helado.

A falta de amorTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon