Capítulo 16

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Homer.

Dos semanas y aún no la había buscado.

Se me había pasado por la cabeza eso de ir por ella y rogarle que me perdone, sin embargo, mi orgullo no me lo permitía. ¿Por qué? Pues no lo sabía.

Estaba sentado junto a Mason en la terraza de mi casa. Aún no había hablado, pero estaba seguro que en poco tiempo me mandaría a donde no se ve el sol.

—Creo que me equivocaba al pensar que te gustaba Ada — dijo mirando al cielo. No respondí —Hey, sabes que puedes contarme cualquier cosa, ¿Cierto?

—Lo sé, Mase, lo tengo claro, pero no tengo nada que decirte, creo que estás jugando a los dos bandos — sabía que cualquier cosa que salga de mi boca, Mason no lo divulgaría por ahí. Era confiable.

—No lo hago — se encogió de hombros — es sólo que los dos me importan por igual.

—Ella llegó hace pocos meses y resulta que le tienes la misma confianza que a mí — hablé con amargura.

—No te pongas celoso — me reí un poco y le dí un golpe en el brazo.

—¿Por qué tiene que ser tan insoportable? — pregunté sin saber bien a quién me refería.

—¿El qué? ¿El hecho de que te gusta esa chica y no puedes admitirlo? ¿O el sentimiento de arrepentimiento? — golpe bajo.

—Ada, me refiero a Ada. Ella es tan...— no encontré palabras para describirla en este momento, y además, Mason se me adelantó.

—¿Bonita? — regresé la mirada hacia él y fruncí el ceño.

—Si te gusta tanto, ¿Por qué no vas y la besas de una vez por todas? — alzó las manos en posición de defensa y dijo.

—Después de que saliera de tu casa enojada, la seguí y nos besamos — me paré de golpe escuchando esa mierda salir de su boca.

—¿Qué dijiste? — pregunté apretando los dientes.

—Que nos besam.. — lo corté.

—Si, ya te escuché, no tienes que repetirlo — imaginar a Ada besándose con Mason, hacía que mi estómago se revolviera con fuerza.

—Homer.

—¿Qué quieres? — murmuré molesto.

—Hombre, ella es como una hermana para mí — se acercó a mí tratando de intimidarme — Pero yo sé que te gusta, así que no puedes negarlo. — Me froté el rostro con las manos.

—Si es como una hermana para ti, ¿Por qué rayos la besaste? Eso es enfermo. — dije cortante.

—No la besé — fruncí el ceño confundido, pero a la vez, aliviado.

—Tú dijiste que...

—Sé lo que dije, sólo admite que te gusta la chica y deja de hacerte el complicado — me froté el rostro con las manos y exploté.

—De acuerdo, si, me gusta, me vuelve loco, quisiera pasar horas sentado a su lado mientras hablamos de estupideces y la hago enojar, porque maldita sea, me encanta verla furiosa o sonrojada, ¡¿Contento?! — sonrió como si se hubiera ganado un helado y asintió.

—De hecho, si. Ahora anda y arregla las cosas — lo miré cansado.

—No es tan fácil, Mase — alzó una ceja curiosa y rodé los ojos con fastidio —¿Qué crees que debería hacer? ¿Buscarla después de dos semanas y decirle "lo siento, me gustas, no fue mi intención, vamos a comer algo"?

A falta de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora