Capítulo 26

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Homer.

Sentía un dolor en el pecho que me exigía volver ahí y traerla conmigo, pedirle perdón y poder sanar a su lado. Pero por otro lado, quería seguir viviendo ciego.

Tiré los zapatos a un lado y me recosté cerrando los ojos deseando dormir.

Estábamos en lo que parecía ser una heladería. A mi lado estaba Mason y al frente mío se encontraba Ada. Ambos tenían una expresión triste, de agonía.

—¿Sucede algo? — pregunté directo.

—Nos estamos muriendo, Hermano — susurró Mase mirándome con lágrimas en los ojos.

—No...no digas eso — mencioné confundido — ustedes están bien — me acerqué y cuando puse una mano en la mejilla de Ada, ella desapareció totalmente. Miré a los lados y cuando no la encontré, me fijé en los ojos de Mason.

—Tienes que cuidarla, Homer. No puedes abandonarla en este momento — puso una mano sobre la mía y reaccioné inmediatamente.

—Estoy con ustedes, Mason — me mostró una sonrisa triste y secó una lágrima que rodaba por su mejilla.

—No, Homer, no lo estás. La amas, yo la amo, No le hagas esto, no tiren todo lo que han construido por la borda..
Cuida de ella, Homer, por favor hazlo. Ambos necesitan ser felices.

—Yo...¿Qué está pasando? — Ada estaba en su casa, ella estaba bien.

—Arregla tus errores y no nos dejes ir — se desvaneció y de repente estaba en una habitación.

Todo era oscuro, estiré mi mano y encontré el interruptor.
Cuando hubo claridad, mi mirada cayó en Ada, se veía tan frágil.

Alcé la vista y pude notar que estábamos en un cuarto pequeño, vi que le costaba respirar y le grité para que reaccionara, pero no me escuchaba....

Traté de abrir la puerta pero no funcionaba, y cuando me di la vuelta, un grito desgarrador me trajo de nuevo a la realidad.

Desperté tomando una profunda respiración.

¿Qué había sido eso?

Culpa.

Miré mi reloj y faltaban 15 minutos para las doce.
Apresuradamente tomé mis zapatos y salí a toda velocidad para tomar mi auto.
Amo a Ada, ¿Cómo pude hacerle esto?

Probablemente nunca me había saltado tantos semáforos en rojo, me sorprende no haber ocasionado un accidente. La amo, mierda, me encanta estar con ella y fui capaz de hacer algo tan cruel como esto.

Corrí en dirección al cuarto en donde la había dejado hace unas horas y escuché pequeños sollozos. Sin pensarlo más, quité el objeto que bloqueaba la puerta y abrí.

Ada estaba sentada en el suelo con las rodillas flexionadas y la cabeza escondida en sus brazos.

—¿Ada? — sollozó aún más y de un rápido movimiento se levantó y salió empujándome. La seguí y noté cómo respiraba con dificultad, cayó al piso —Yo....— me quedé sin habla mientras veía lo que había ocasionado con mis propias manos.

Su cabello era un desastre, sus manos estaban llenas de rasguños y gotas de sangre por haber tratado de abrir la puerta con más y más golpes.
Su mirada reflejaba dolor y pude ver cómo se iba derrumbando el muro de confianza que juntos habíamos construido.

Me miró como si no me conociera y no podía culparla, ni siquiera yo sabía quién era ahora mismo.

Se alejó unos pasos negando con la cabeza y miró a los lados tratando de buscar una salida.
Este lugar quedaba prácticamente en la nada, no habían casas alrededor ni mucho menos personas a esta hora.

A falta de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora